domingo, 31 de agosto de 2014

Monte Oliveto

Visitamos hoy la célebre Abadía de Monte Oliveto, cuna de la reforma de san Silvestre, constituida hoy en la Congregación Silvestrina, incluida dentro de la Confederación Benedictina.

sábado, 30 de agosto de 2014

Escritos del santo Hermano Rafael - 26 -


3 de abril de 1938 - Domingo de Pasión

Hoy hemos tenido la comunidad la dicha de escuchar la palabra del Obispo de Tuy que ha venido a pasar unos días de retiro. Nos hizo una pequeña plática en el Capítulo y nos habló de la Cruz de Cristo.

¡Cómo expresar lo que mi alma sintió, cuando de boca de tan santo Prelado, escuchó lo que ya es mi locura, lo que me hace ser absolutamente feliz en mi destierro... el amor a la Cruz!

¡Oh!, si yo supiera expresarme como lo hace el señor Obispo! ¡Oh! quién me diera el léxico de David para poder expresar las maravillas del amor a la Cruz. ¡Oh!, si mi pluma en lugar de ser de acero duro y material, fuera sólo espíritu, y en lugar de torpes palabras, escribiera algo que realmente dijera lo que mi alma siente.

¡Oh! ¡la Cruz de Cristo! ¿Qué más se puede decir? Yo no sé rezar... No sé lo que es ser bueno... No tengo espíritu religioso, pues estoy lleno de mundo... Sólo sé una cosa, una cosa que llena mi alma de alegría a pesar de verme tan pobre en virtudes y tan rico en miserias… Sólo sé que tengo un tesoro que por nada ni por nadie cambiaría..., mí cruz..., la Cruz de Jesús. Esa Cruz que es mi único descanso..., ¡cómo explicarlo! Quien esto no haya sentido..., ni remotamente podrá sospechar lo que es.

Ojalá los hombres todos amaran la Cruz de Cristo... ¡Oh! si el mundo supiera lo que es abrazarse de lleno, de veras, sin reservas, con locura de amor a la Cruz de Cristo...! Cuántas almas, aun religiosas, ignoran esto... ¡qué pena!

Cuánto tiempo perdido en pláticas, devociones y ejercicios que son santos y buenos..., pero no son la Cruz de Jesús, no son lo mejor...

¡Ah! si yo pudiera hablar o gritar en medio de los hombres, las sublimidades del amor a la Cruz... Pobre hombre que para nada vales ni para nada sirves, qué loca pretensión la tuya.

Pobre oblato que arrastras tu vida siguiendo como puedes las austeridades de la Regla, conténtate con guardar en silencio tus ardores; ama con locura lo que el mundo desprecia porque no conoce; adora en silencio esa Cruz que es tu tesoro sin que nadie se entere. Medita en silencio a sus pies, las grandezas de Dios, las maravillas de María, las miserias del hombre del que nada debes esperar... Sigue tu vida siempre en silencio, amando, adorando y uniéndote a la Cruz..., ¿qué más quieres?

Saborea la Cruz…, como dijo esta mañana el señor Obispo de Tuy. Saborear la Cruz…

¡Ah! Señor Jesús… qué feliz soy…, he hallado lo que desea mi alma. No son los hombres, no son las criaturas… no es la paz, ni es el consuelo..., no es lo que el mundo cree..., es lo [que] nadie puede sospechar..., es la Cruz.

¡Qué bien se vive sufriendo!… a tu lado, en tu Cruz..., viendo llorar a María. ¡Quién tuviera fuerzas de gigante para sufrir!

Saborear la Cruz... Vivir enfermo, ignorado, abandonado de todos... Sólo Tú y en la Cruz... Qué dulces son las amarguras, las soledades, las penas, devoradas y sorbidas en silencio, sin ayuda. Qué dulces son las lágrimas derramadas junto a tu Cruz.

¡Ah! si yo supiera decir al mundo dónde está la verdadera felicidad! Pero el mundo esto no lo entiende, ni lo puede entender, pues para entender la Cruz, hay que amarla, y para amarla hay que sufrir, más no sólo sufrir, sino amar el sufrimiento..., y en esto ¡qué pocos, Señor, te siguen al Calvario!

Quisiera, Jesús mío, suplir yo, lo que el mundo no hace... Quisiera, Señor, amar tu bendita Cruz con toda el ansia que el mundo entero no pone, y debiera poner, si supiera el tesoro que encierras en tus llagas, en tus espinas, en tu sed, en tu agonía, en tu muerte..., en tu Cruz.

Quién me diera sufrir junto a tu Cruz, para aliviar tu dolor.

Mírame, Señor, postrado a tus pies. Estoy loco, no sé lo que pido, ni sé lo que digo. Tengo miedo de pretender más de lo que puedo... ¿seré un insensato al pretenderlo?

Señor, condúceme por el camino de la humildad... y nada más…

Tengo miedo, aunque..., perdóname Jesús mío, estando Tú a mi lado y dejándome yo hacer..., ¿qué he de temer?

Mátame si quieres... Toma mi vida, empléala en lo que quieras, abre, taja y raja, despedaza, une y desune..., haz trizas de mí..., haz lo que quieras, yo nada quiero más que amarte con frenesí, con locura... Adorar tu voluntad que es la mía, vivir absorto en tu inmensa piedad para conmigo... Veo lo que me quieres..., veo lo que soy, y sin atreverme ni a mirar al suelo..., no sé si reír o llorar..., sólo quisiera morirme de amor.

En fin, qué locuras digo..., pero es mucho lo que Jesús hace conmigo para permanecer insensible.

Todo esto que digo no tiene a lo mejor ni pies ni cabeza..., pero es lo que siento, y nada más.

Si dijera que algunos momentos siento unos deseos inmensos de ponerme a gritar..., Jesús..., Jesús..., Jesús, como un loco, nadie lo creería. Otras veces siento deseos de postrarme en el suelo con la frente en tierra y pedir a voces la misericordia de Dios, y no levantarme más.

Otras veces quisiera desaparecer de entre los hombres, y volar a Dios que me espera... No sé, quisiera no desbarrar.

Señor Jesús mío..., qué duro es vivir, y aún hay hombres que aman esta miserable vida y se llaman religiosos. Señor, yo no soy religioso, yo no soy nada ni nadie..., soy el último de todos, pero Señor, quisiera amarte como nadie..., desprecié el mundo por Ti..., déjame despreciar lo último que me queda, mi voluntad y mi vida.

Mas Señor, en esto no hay mérito, pues aborrecer lo único que de Ti me separa, no es cosa grande, y esperar con ansia lo que a Ti me puede acercar, no es virtud. ¿Qué mérito hay en aborrecer la vida y esperar la muerte?

Pero yo, Señor, no quiero aborrecer lo que Tú me das, ni desear lo que Tú aún no quieres. Cúmplase, Jesús mío, tu voluntad. Déjame seguir junto a tu Cruz... No me desampares cuando desfallezca, Virgen María...

No busco consuelo, no busco descanso... Sólo quiero amar la Cruz..., sentir la Cruz..., saborear la Cruz.

Plan para vivir la Semana de Pasión.
No separarme ni un momento de la Cruz de Jesús.
Dormir, andar, estudiar, rezar, comer, siempre teniendo presente que Jesús me mira desde la Cruz.
Al levantarme, adorar la Cruz, y al acostarme, poner la cama en el Calvario junto a ella.
La comunión, la oración y la santa Misa serán en reparación por el mundo entero que no aprovecha los méritos de la Pasión de Cristo.
El Oficio divino lo rezaré teniendo presente a mi Jesús de mi alma clavado en el madero de la Cruz.
Que la Santísima Virgen me ayude y me acompañe... Así sea.

viernes, 29 de agosto de 2014

Cartuja de Miraflores


Celebramos hoy la Decapitación de san Juan Bautista. La Cartuja de Miraflores tuvo dos magníficas tablas que representaban esta escena, hoy en el Museo del Prado, que hemos contemplado en la sección de imágenes sagradas. Por eso, queremos hoy visitar esta magnífica cartuja, situada a las afueras de la ciudad de Burgos.

jueves, 28 de agosto de 2014

Comienzo de la Regla de san Agustín

Pantoja de la Cruz. S. Agustín
1. Ante todas las cosas, queridísimos Hermanos, amemos a Dios y después al prójimo, porque estos son los mandamientos principales que nos han sido dados.

2. He aquí lo que mandamos que observéis quienes vivís en comunidad.

3. En primer término ya que con este fin os habéis congregado en comunidad, vivid en la casa unánimes tened una sola alma y un solo corazón orientados hacia Dios.

4. Y no poseáis nada propio, sino que todo lo tengáis en común, y que el Superior distribuya a cada uno de vosotros el alimento y vestido, no igualmente a todos, porque no todos sois de la misma complexión, sino a cada uno según lo necesitare; conforme a lo que leéis en los Hechos de los Apóstoles: «Tenían todas las cosas en común y se repartía a cada uno según lo necesitaba».

5. Los que tenían algo en el siglo, cuando entraron en la casa religiosa, pónganlo de buen grado a disposición de la Comunidad.

6. Y los que nada tenían no busquen en la casa religiosa lo que fuera de ella no pudieron poseer. Sin embargo, concédase a su debilidad cuanto fuere menester, aunque su pobreza, cuando estaban en el siglo, no les permitiera disponer ni aun de lo necesario. Mas no por eso se consideren felices por haber encontrado el alimento y vestido que no pudieron tener cuando estaban fuera.

7. Ni se engrían por verse asociados a quienes fuera no se atrevían ni a acercarse; más bien eleven su corazón y no busquen las vanidades terrenas, no sea que comiencen a ser las Comunidades útiles para los ricos y no para los pobres, si sucede que en ellas los ricos se hacen humildes y los pobres altivos.

8. Y quienes eran considerados algo en el mundo no osen menospreciar a sus Hermanos que vinieron a la santa sociedad siendo pobres. Más bien, deben gloriarse más de la comunidad de los Hermanos pobres que de la condición de sus padres ricos. Ni se vanaglorien por haber traído algunos bienes a la vida común, ni se ensoberbezcan más de sus riquezas por haberlas compartido con la Comunidad que si las disfrutaran en el siglo. Pues sucede que otros vicios incitan a ejecutar malas acciones, la soberbia, sin embargo, se insinúa en las buenas obras para que perezcan. ¿Y qué aprovecha distribuir las riquezas a los pobres y hacerse pobre, si el alma se hace más soberbia despreciando las riquezas que lo fuera poseyéndolas?

9. Vivid, pues, todos en unión de alma y corazón, y honrad los unos en los otros a Dios, de quien habéis sido hechos templos.

miércoles, 27 de agosto de 2014

Camaldulenses polacos de Bielany

Aunque el reportaje está hablado en polaco, me ha parecido muy interesante la visita que hace a una Camáldula de Monte Corona, llamada Bielany, cerca de Cracovia.

martes, 26 de agosto de 2014

Apotegmas de un monje a sí mismo


47.- Consuelo. Monje, ¡cuánta imperfección después de tantos años! Tus ansias juveniles de santidad, ¿dónde han quedado? ¿Dónde la conversión de tus costumbres, que un día prometiste? ¿cómo es posible que te haya seducido la malicia al cabo de los años? Pero no desesperes, monje, no dejes de confiar en la misericordia del que te llama a convertirte. Llora tus pecados, y busca consuelo en quien por ti, desde la Cruz, se ha entregado para que tú recuperes la santidad para la que fuiste creado. Abandona todo consuelo mundano, y búscalo en quien tanto te amó y quien por ti tanto padeció.

lunes, 25 de agosto de 2014

domingo, 24 de agosto de 2014

Escritos del santo Hermano Rafael - 25 -


1 de abril de 1938 - viernes

Siempre buenos propósitos... Siempre deseos de ser mejor... Siempre deseos de mortificación..., pero no pasan de ser deseos...

¡Qué pobre hombre eres, hermano Rafael!! ¿Cuándo empezarás? ¿Cuándo será el momento en que de veras empieces a ser lo que a Jesús prometiste?

Aún te conviene humillarte en tus propias debilidades... Aún es necesaria la experiencia de verte incapaz para nada bueno... ¿Qué podrás tú solo? Caer y no levantarte... Retroceder en lugar de avanzar. Mira delante de Jesús lo que eres, y aprende a conocerte; así no tendrás soberbia, y en tu propia humillación aprenderás algo de humildad, que aún no sabes lo que eso es, y es necesario que lo aprendas.

sábado, 23 de agosto de 2014

Apotegmas de un monje a sí mismo


46.- La sabiduría de la Cruz. Monje, no te engañes. Nada de lo que hagas puede compararse con lo que Dios ha hecho por ti, enviando a su propio Hijo, para morir en tu lugar a causa de tus pecados y maldades. Por eso, en nada más útil puedes emplear el tiempo de tu peregrinación por este mundo que en alabar el infinito amor con el que te está mirando desde la Cruz. Sea tu ocupación predilecta, monje, el gustar la Sabiduría escondida en su paradoja.

viernes, 22 de agosto de 2014

Escritos del santo Hermano Rafael - 24 -


28 de marzo de 1938 - lunes

Hoy, en la santa comunión, le pedí al Señor, una partecica de su Cruz... Le pedí ayudarle en su agonía, le pedí me hiciera partícipe de su sufrimiento, le pedí una partecica... (pequeña tiene que ser, pues soy débil) de su santísima Cruz.

Jesús me escuchó.

Noté la Cruz sobre mis hombros..., me pesó, y lloré mi abandono y soledad...

Después del desayuno paseé mi pequeño agobio por la galería de la enfermería. Una tristeza muy grande se apoderó de mi. Me vi tan enfermo, tan solo, tan débil para sufrir lo que Jesús me pide, que sentándome cansado de todo y de todos, lloré con agobio y con pena.

Grande me parecía el abandono en que me veía, material y espiritualmente.

No tengo a nadie en quien hallar un alivio. Esto a veces es un consuelo muy grande, a veces es también un dolor muy profundo. Cuando estamos enfermos sobre todo. En estos momentos en los cuales una palabra dicha al corazón, alivia tantas penas, e incluso da fuerzas para sufrir las flaquezas y miserias de la enfermedad... Sin embargo, a mi eso me falta. Bendito sea Dios.

Muy doloroso es padecer necesidad en el cuerpo, cuando también se junta la necesidad al espíritu y además Dios se oculta y te deja solo con la Cruz..., ¿qué extraño tiene que el alma sufra y llore?

Esta mañana no me acordaba en aquellos momentos de lo que le había pedido a Jesús en la comunión... la partecica de su Cruz.

¡Si el enfermero supiera el hambre que paso!. No conoce ni comprende mi enfermedad, y cuánto me hace sufrir. Dios lo hace así, y así lo tiene dispuesto. No me quejo y bendigo la mano del enfermero que para mí es la mano de Dios.

Hambre en soledad y silencio..., algunas veces creo que no podré resistir, pero Dios me ayuda, y siento como una impresión de que todo acabará pronto. Por un lado lo deseo, por otro lo mismo me da, y deseo solamente cumplir la voluntad de Dios.

Ya pasó el día y con él...

Ahora tengo paz, adoro y bendigo a Dios que atesora para mí en el cielo esas partecicas de su Cruz, que me envía cuando Él quiere. ¡Qué gran misericordia tiene conmigo! ¡Si no sufriera en la Trapa! ¿para qué serviría mi vida entonces?

Si tantos deseos tienes de penitencia ¿por qué lloras?

Mis lágrimas, Señor, no son de rebeldía... Mis lágrimas, Señor, no las cambio por nada... Recíbelas, pues con algo te tengo que pagar. Tú también sufriste hambre, sed y desnudez. Tú también lloraste cuando te viste abandonado.

Señor..., qué contento estoy de sufrir. No me cambio por nadie... Pero ¿hasta cuándo, Señor?

jueves, 21 de agosto de 2014

Apotegmas de un monje a sí mismo


45.- Mover el corazón, no solo los pies. Monje, varias veces al día, todos los días del año, durante toda tu vida monástica, te encaminas al Templo. Es el camino que más recorres. Pero, ¿va siempre contigo tu corazón? ¿No lo dejas a menudo en otras ocupaciones?, ¿no queda, por desgracia, demasiado asido a sí mismo e incapaz de salir de sí para alabar a su Señor? No vayas, monje, al templo sólo con los pies: lleva también a tu corazón. Que vivir en la presencia de Dios no llegue nunca a convertirse para ti en una rutina, sino que se adelante tu corazón a tus pies en el deseo de unirse a Jesucristo. Él te está esperando.

miércoles, 20 de agosto de 2014

San Bernardo: Amo porque amo, amo por amar


El amor basta por sí solo, satisface por sí solo y por causa de sí. Su mérito y su premio se identifican con él mismo. El amor no requiere otro motivo fuera de él mismo, ni tampoco ningún provecho; su fruto consiste en su misma práctica. Amo porque amo, amo por amar. Gran cosa es el amor, con tal de que recurra a su principio y origen, con tal de que vuelva siempre a su fuente y sea una continua emanación de la misma. Entre todas las mociones, sentimientos y afectos del alma, el amor es lo único con que la criatura puede corresponder a su Creador, aunque en un grado muy inferior, lo único con que puede restituirle algo semejante a lo que él le da. En efecto, cuando Dios ama, lo único que quiere es ser amado: si él ama, es para que nosotros lo amemos a él, sabiendo que el amor mismo hace felices a los que se aman entre sí.

El amor del Esposo, mejor dicho, el Esposo que es amor, sólo quiere a cambio amor y fidelidad. No se resista, pues, la amada en corresponder a su amor. ¿Puede la esposa dejar de amar, tratándose además de la esposa del Amor en persona? ¿Puede no ser amado el que es el Amor por esencia?

Con razón renuncia a cualquier otro afecto y se entrega de un modo total y exclusivo al amor el alma consciente de que la manera de responder al amor es amar ella a su vez. Porque, aunque se vuelque toda ella en el amor, ¿qué es ello en comparación con el manantial perenne de este amor? No manan con la misma abundancia el que ama y el que es el Amor por esencia, el alma y el Verbo, la esposa y el Esposo, el Creador y la criatura; hay la misma disparidad entre ellos que entre el sediento y la fuente.

Según esto, ¿no tendrá ningún valor ni eficacia el deseo nupcial, el anhelo del que suspira, el ardor del que ama, la seguridad del que confía, por el hecho de que no puede correr a la par con un gigante, de que no puede competir en dulzura con la miel, en mansedumbre con el cordero, en blancura con el lirio, en claridad con el sol, en amor con aquel que es el amor mismo? De ninguna manera. Porque, aunque la criatura, por ser inferior, ama menos, con todo, si ama con todo su ser, nada falta a su amor, porque pone en juego toda su facultad de amar. Por ello, este amor total equivale a las bodas místicas, porque es imposible que el que así ama sea poco amado, y en esta doble correspondencia de amor consiste el auténtico y perfecto matrimonio. Siempre en el caso de que se tenga por cierto que el Verbo es el primero en amar al alma, y que..la ama con mayor intensidad.

Sermón 83 sobre el libro del Cantar de los cantares (4-6: Opera omnia, ed. Cist. 2, 1958, 300-302)

sábado, 16 de agosto de 2014

Familia Monástica de Belén


La Familia monástica de Belén, de la Asunción de la Virgen y de san Bruno es fundada el 1 de Noviembre de 1950 en la plaza de san Pedro de Roma cuando el papa Pío XII proclama el dogma de la Asunción de la Virgen, según el cual María ha sido elevada de la tierra al cielo en cuerpo y alma. Algunos peregrinos franceses oyen entonces la llamada a darlo todo para que nazcan nuevas comunidades en la Iglesia.


Su vocación será la de comulgar con la vida de la Madre de Dios presente en el corazón de la Trinidad, en una vida de adoración del Padre en Espíritu y en Verdad. Así, en 1951, en un pequeño pueblo francés, una comunidad de mujeres consagradas comienza a vivir en silencio este “Proyecto de la Virgen”.


En la fiesta de san Bruno, el 6 de Octubre de 1976, los primeros hermanos reciben el hábito monástico en la capilla de Nuestra Señora de Casalibus, en el macizo de la Cartuja, al Este de Francia. Se establecen en el monasterio de Currière- en Chartreuse donde llevan la misma vida que las monjas, formando una comunidad aparte.

miércoles, 13 de agosto de 2014

Escritos del santo Hermano Rafael - 23 -


25 de marzo de 1938 - viernes

¡Jesús mío, qué bien se vive sufriendo a tu lado, aquí en la vida oculta del monasterio!... ¡Qué lástima me da de los del mundo!

Ha venido mi hermano a visitarme..., cuánto le quiero, es un ángel de Dios. Me edifica su cristiano modo de pensar, su conducta tan seria y formal, su alma en la cual veo madera para edificar, y un corazón apto para Dios... Eso es mi hermano, el simpático teniente de artillería.

Vino con permiso del frente, y... hablamos..., hablamos del mundo y hablamos de Dios.

Después de haber pasado con él el día, ahora en el retiro de mi celda, pienso lo bueno que es Dios al haberme traído a mí a la vida religiosa, lejos del mundo y a los pies de Jesús.

Qué feliz soy en medio de mis penas y sacrificios... Qué feliz soy de poder ser un alma que sufre por Jesús... Qué feliz soy de poder poner mis ansias, mis deseos, mis flaquezas incluso, a los pies del Tabernáculo de Jesús.

Hablé con mi hermano del mundo..., y vilo que ya otras veces pensé: la vanidad de las cosas del mundo.

Me habló de mi familia..., su preocupaciones y sus intereses... Hablamos de proyectos futuros... Me contó detalles de la nueva vida de mis padres y hermanos, reformas en la casa. Me habló de perros, caballos, automóviles..., que sé yo.

Qué bueno es Dios que de todo eso me ha separado... Para mí ya no hay nada que me interese... Qué feliz soy con sólo Dios y mi cruz.

En el mundo se sufre..., todo son afanes, deseos, esperanzas..., pocas veces cumplidas. En el mundo se lloran intereses materiales, viles y deleznables... En el mundo se llora poco por Cristo. En el mundo se sufre poco por Dios.

¡Qué pena me da del mundo!... Pierde el tiempo el hombre en bagatelas; pierde el tiempo en llorar esta vida que es un soplo de niño en medio de una tempestad, que es un grano de arena en el mar..., un instante en la eternidad.

No envidio a nadie... No quiero libertad si ésta no me sirve más que para olvidarme de lo único necesario, que es el amar a Jesús en la Cruz.

¡Qué pena me da del mundo!…. que no sabe en medio de sus ansias de placer y felicidad, que la única dicha es poder llegar a morir abrazado a la Cruz de Jesús, entre lágrimas de dolor, suspiros y ansias de cielo y de amor.

Yo sufro mucho..., sí. Algunas veces es muy grande la carga que he echado en mis débiles y enfermas espaldas... Miro hacia atrás y... es tan duro vivir en pobreza para el que tuvo de todo y de nada careció... Miro hacia adelante y... me parece tan empinada la cuesta que tengo que subir. ¡A veces se oculta Jesús tan profundamente! Mi vida se ha reducido a una continua renuncia en todo. Y eso, no es fácil a una criatura tan frágil y quebradiza como yo... Por eso sufro.

Sin embargo..., ¡oh! maravillas de la gracia divina, comprendo porque sí, que es obra de ella lo que me ocurre. (No sé si me explicaré).

Siento una alegría inmensa de poder sufrir por Jesús, como no me hubiera podido imaginar Amo cada día más mi cruz..., y no quisiera soltarla por nada del mundo.

Recuerdo cuando en el mundo era feliz, muy feliz. Padres cristianos, bienestar, salud y libertad, todo me sonreía... ¿Quién piensa en sufrir?

Jesús me llama. Soledad y pobreza, enfermedad, encierro sin sol..., a veces algo muy negro y que me hace llorar..., no sé lo que es.

A Dios no le veo..., y en medio de todo, grito con toda la vehemencia de mi corazón... ¡¡Qué feliz soy, cuánto sufro por Jesús!! No quiero la felicidad del mundo, con ella seria un desgraciado... Quiero sufrir por Él, sin verle..., solamente me basta el saber que es por Él.

El mundo esto no lo comprende..., es muy difícil. Yo sé que es la gracia de Dios, pero no sé explicarlo.

Hoy con mi hermano, hablamos del mundo. Sentí pena..., me vi lejos de todo lo que amaba mi corazón y aún ama, y no creo sea esto ilícito. ¿Quién que tenga entrañas, no ama su hogar?

Sin embargo, Dios sigue actuando en mi alma, siento muy dentro un alejamiento de todo que no sé explicar.

Siento un afecto muy tierno y dulce a mi familia, pero de otra manera que antes.

Hallo más gozo en no sentir el amor de Jesús, que el que pudiera hallar en el sensible de las criaturas. Me da pena mi soledad, sufro con ella, y no quisiera por nada del mundo dejarla.

No sé si esto alguien lo entenderá.

¡Es tan difícil explicar por qué se ama el sufrimiento! Pero yo creo que se explica, porque no es al sufrimiento tal como éste es en sí, sino tal como es en Cristo, y el que ama a Cristo, ama a su Cruz. Y yo de esto no sé salir. aunque lo comprendo.

Y es tanto lo que a Jesús quiero, que no quiero nada fuera de Él. Y noto que Jesús me quiere tanto, que moriría de pena si supiera que amo yo a alguien más que a Él.

Me siento tan unido a su voluntad, que cuando sufro dejo de sufrir al comprender que Él lo quiere así.

Estoy en una tal situación que cuando pienso en esto me pierdo...

Espero en Jesús tener pronto un guía que todo esto me explique y ordene en mi alma, pues si no, me voy a volver loco.

¡Ah, Señor Jesús, cuánto te quiero! Si mil vidas tuviera, mil te daría... Con tu gracia divina y la ayuda de María, lo puedo todo. Bendito seas.

martes, 12 de agosto de 2014

Carmelitas Descalzas

Este video nos muestra la vida de las Carmelitas Descalzas, tal como se vive en el Monasterio de Santa Maria de Guadalupe, en Monterrey (México).

lunes, 11 de agosto de 2014

Clarisas de Castrojeriz

En la fiesta de santa Clara, que hoy celebramos, visitamos la entrañable comunidad de Castrojeriz, situada sobre el Camino de Santiago, que se ha convertido en un referente de oración cristiana para los peregrinos que hasta sus venerables muros se acercan. Que el Señor os bendiga, hermanas.