martes, 19 de marzo de 2019

Santa Teresa de Jesús. Trata de cómo tomó por medianero y abogado al glorioso San José.


6. Comencé a hacer devociones de misas y cosas muy aprobadas de oraciones, que nunca fui amiga de otras devociones que hacen algunas personas, en especial mujeres, con ceremonias que yo no podía sufrir y a ellas les hacía devoción; después se ha dado a entender no convenían, que eran supersticiosas. Y tomé por abogado y señor al glorioso San José y encomendéme mucho a él. Vi claro que así de esta necesidad como de otras mayores de honra y pérdida de alma este padre y señor mío me sacó con más bien que yo le sabía pedir. No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado Santo, de los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de alma; que a otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad, a este glorioso Santo tengo experiencia que socorre en todas y que quiere el Señor darnos a entender que así como le fue sujeto en la tierra que como tenía el nombre de padre, siendo ayo, le podía mandar, así en el cielo hace cuanto le pide.

Esto han visto otras algunas personas, a quien yo decía se encomendasen a él, también por experiencia; y aun hay muchas que le son devotas de nuevo, experimentando esta verdad.

7. Procuraba yo hacer su fiesta con toda la solemnidad que podía, más llena de vanidad que de espíritu, queriendo se hiciese muy curiosamente y bien, aunque con buen intento. Mas esto tenía malo, si algún bien el Señor me daba gracia que hiciese, que era lleno de imperfecciones y con muchas faltas. Para el mal y curiosidad y vanidad tenía gran maña y diligencia. El Señor me perdone.

Querría yo persuadir a todos fuesen devotos de este glorioso Santo, por la gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios. No he conocido persona que de veras le sea devota y haga particulares servicios, que no la vea más aprovechada en la virtud; porque aprovecha en gran manera a las almas que a él se encomiendan. Paréceme ha algunos años que cada año en su día le pido una cosa, y siempre la veo cumplida. Si va algo torcida la petición, él la endereza para más bien mío.

8. Si fuera persona que tuviera autoridad de escribir, de buena gana me alargara en decir muy por menudo las mercedes que ha hecho este glorioso Santo a mí y a otras personas; mas por no hacer más de lo que me mandaron, en muchas cosas seré corta más de lo que quisiera, en otras más larga que era menester; en fin, como quien en todo lo bueno tiene poca discreción. Sólo pido por amor de Dios que lo pruebe quien no me creyere, y verá por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso Patriarca y tenerle devoción. En especial, personas de oración siempre le habían de ser aficionadas; que no sé cómo se puede pensar en la Reina de los ángeles en el tiempo que tanto pasó con el Niño Jesús, que no den gracias a San José por lo bien que les ayudó en ellos. Quien no hallare maestro que le enseñe oración, tome este glorioso Santo por maestro y no errará en el camino. Plega al Señor no haya yo errado en atreverme a hablar en él; porque aunque publico serle devota, en los servicios y en imitarle siempre he faltado.

Pues él hizo como quien es en hacer de manera que pudiese levantarme y andar y no estar tullida; y yo como quien soy, en usar mal de esta merced.

Santa Teresa de Jesús
Libro de la Vida 6

lunes, 18 de marzo de 2019

San Cirilo de Jerusalén: Preparad limpios los vasos para recibir al Espíritu Santo

Alégrese el cielo, goce la tierra, por estos que van a ser rociados con el hisopo y purificados con el hisopo espiritual, por el poder de aquel que en su pasión bebió desde la cruz por medio de la caña de hisopo. Alégrense las virtudes de los cielos; y prepárense las almas que van a desposarse con el Esposo. Una voz grita en el desierto: «Preparad el camino del Señor».

Comportaos, pues, rectamente, oh hijos de la justicia, recordando la exhortación de Juan: Allanad sus senderos: Retirad todos los estorbos e impedimentos para llegar directamente a la vida eterna. Por la fe sincera, preparad limpios los vasos de vuestra alma para recibir al Espíritu Santo. Comenzad por lavar vuestros vestidos con la penitencia, a fin de que os encuentren limpios, ya que habéis sido llamados al tálamo del Esposo.

El Esposo llama a todos sin distinción, pues su gracia es liberal y abundante; sus pregoneros reúnen a todos a grandes voces, pero luego él segrega a aquellos que no son dignos de entrar a las bodas, figura del bautismo.

Que ninguno de los inscritos tenga que oír aquella voz: Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?

Ojalá que todos escuchéis aquellas palabras: Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu Señor.

Hasta ahora os habéis quedado fuera de la puerta, pero deseo que todos podáis decir: El rey me introdujo en su cámara. Me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novio que se pone la corona, o novia que se adorna con sus joyas.

Que vuestra alma se encuentre sin mancha ni arruga, ni nada por el estilo; no digo antes de recibir la infusión de la gracia (¿para qué, entonces, habríais sido llamados a la remisión de los pecados?), pero sí que, cuando la gracia se os infunda, vuestra conciencia, estando libre de toda falta, concurra al efecto de la gracia.

El bautismo es algo sumamente valioso y debéis acercaros a él con la mejor preparación. Que cada uno se coloque ante la presencia de Dios, rodeado de todas las miradas de los ejércitos celestiales. El Espíritu Santo sellará vuestras almas, pues habéis sido elegidos para militar al servicio del gran rey.

Preparaos, pues, y disponeos para ello, no tanto con la blancura inmaculada de vuestra túnica, cuanto con un espíritu verdaderamente fervoroso.

Catequesis 3 (1-3: PG 33, 426-430)

domingo, 17 de marzo de 2019

San Ambrosio. Cristo luz verdadera


Como Pedro, Santiago y Juan, caemos hoy ante el misterio de Dios. Cristo, luz verdadera y eterna, nos prefigura en la transfiguración la herencia que nos espera, no sin antes pasar por Jerusalén, como el paso. "per crucem ad lucem" (por la cruz a la luz).

San Ambrosio de Milán dice; Jesús quiso mantener oculto su misterio, y frecuentemente recomendaba que no fueran fáciles en hablar a cualquiera de lo que habían visto. Así pues dejemos que sea él quien nos comente esta escena de intimidad con Cristo en el Tabor.

Fue el mismo Señor Jesús el que quiso que al monte subiera únicamente Moisés a recibir la ley, aunque no sin Jesús (Josué). Y en el evangelio, de entre los discípulos, a solos Pedro, Santiago y Juan les fue revelada la gloria de su resurrección. De esta manera, quiso mantener oculto su misterio, y frecuentemente recomendaba que no fueran fáciles en hablar a cualquiera de lo que habían visto, a fin de que las personas débiles, incapaces por su carácter vacilante de asimilar la virtualidad de los sacramentos, no sufrieran escándalo alguno.

Por lo demás, el mismo Pedro no sabía lo que decía, cuando se creyó obligado a construir tres chozas para el Señor y para sus siervos. Inmediatamente después fue incapaz de resistir el fulgor de la gloria del Señor, que lo transfiguraba: cayó en tierra y con él cayeron también los hijos del trueno, Santiago y Juan; una nube los cubrió con su sombra, y no fueron capaces de levantarse hasta que Jesús se acercó, los tocó y les mandó levantarse, deponiendo todo temor.

Entraron en la nube para conocer cosas arcanas y ocultas, y allí oyeron la voz de Dios que decía: Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo. ¿Qué significa: Éste es mi Hijo, el amado? Esto: No te equivoques, Simón, pensando que el Hijo de Dios puede ser parangonado con los siervos. Este es mi Hijo, ni Moisés es mi Hijo ni Elías es mi Hijo, aunque el uno dividiera en dos partes el mar, y el otro clausurara el cielo. Pero si es cierto que ambos vencieron la naturaleza de los elementos, fue con la fuerza de la palabra de Dios, de la que fueron simples instrumentos; en cambio, éste es el que solidificó las aguas, cerró el cielo con la sequía y, cuando quiso, lo abrió enviando la lluvia.

Cuando se requiere un testimonio de la resurrección, se estipulan los servicios de los siervos; cuando se manifiesta la gloria del Señor resucitado, desaparece el esplendor de los siervos. En efecto, cuando el sol sale, neutraliza los focos de las estrellas y toda su luz se desvanece ante el astro del día. ¿Cómo, pues, podrían verse las estrellas humanas a la plena luz del eterno Sol de justicia y de aquel divino fulgor? ¿Dónde están ahora aquellas luces que milagrosamente brillaban ante vuestros ojos? El universo entero es pura tiniebla en comparación con la luz eterna. Afánense otros en agradar a Dios con sus servicios: sólo él es la luz verdadera y eterna, en la que el Padre tiene sus complacencias. También yo encuentro en él mis complacencias, considerando como mío todo lo que ha hecho él, y aspirando a que cuanto yo he hecho se considere realmente como obra del Hijo. Escuchadle cuando dice: Yo y el Padre somos uno. No dijo: yo y Moisés somos uno. No dijo que él y Elías eran partícipes de la misma gloria divina. ¿Por qué queréis construir tres chozas? La choza de Jesús no está en la tierra, sino en el cielo. Lo oyeron los apóstoles y cayeron al suelo despavoridos. Se acercó el Señor, les mandó levantarse y les ordenó que no contaran a nadie la visión.

sábado, 16 de marzo de 2019

La oblación pura de la Iglesia

Juan de Flandes - Última Cena

Es necesario, por tanto, que presentemos nuestra ofrenda a Dios y que le seamos gratos en todo, ofreciéndole, con mente sincera, con fe sin mezcla de engaño, con firme esperanza, con amor ferviente, las primicias de su creación. Esta oblación pura sólo la Iglesia puede ofrecerla a su Hacedor, ofreciéndole con acción de gracias del fruto de su creación.

Le ofrecemos, en efecto, lo que es suyo, significando, con nuestra ofrenda, nuestra unión y mutua comunión, y proclamando nuestra fe en la resurrección de la carne y del espíritu. Pues, del mismo modo que el pan, fruto de la tierra, cuando recibe la invocación divina, deja de ser pan común y corriente y se convierte en eucaristía, compuesta de dos realidades, terrena y celestial, así también nuestros cuerpos, cuando reciben la eucaristía, dejan ya de ser corruptibles, pues tienen la esperanza de la resurrección.

San Ireneo de Lyon
Tratado contra las herejías

viernes, 15 de marzo de 2019

San Sisebuto de Cardeña


El Martirologio romano nos anuncia la celebración de un santo benedictino: Cerca de Burgos, en la región de Castilla, en España, san Sisebuto, abad de Cardeña (1086). Fue contemporáneo de santo Domingo de Silos, y de él apenas se conservan datos fidedignos acerca de su vida. Tan sólo sabemos que llevó al Monasterio de Cardeña a uno de sus momentos álgidos de espiritualidad. Con este motivo, escucharemos una entrevista hecha al Superior de la actual comunidad trapense que habita el Monasterio de Cardeña, en la habla acerca de la vida de la comunidad.

miércoles, 13 de marzo de 2019

Conversión: amor, temor, tristeza y gozo.

Perdona, te pido, Jesús,
a tus monjes, en tu clemencia.

Examina atentamente qué amas, qué temes y con qué gozas o te entristeces. Piensa si bajo el hábito monástico tienes un espíritu mundano, o tu sayal de converso encubre un corazón pervertido. El corazón se manifiesta en estos cuatro afectos, y creo que de ellos se trata cuando se nos manda convertirnos al Señor con todo el corazón.

Conviértase, pues, tu amor y nada ames fuera de Dios o por Dios.

Conviértase también a él tu temor, porque está pervertido si temes algo que no sea él o por él.

Y conviértase a él también tu gozo y tu tristeza. Así será si sufres y gozas según Dios. No hay mayor perversidad que alegrarse al obrar el mal y disfrutar con la perversidad.

La tristeza que es puramente mundana produce la muerte. Pero, si te entristeces por el pecado, tuyo o del prójimo, haces bien. Esta tristeza te salva.

Si gozas con los dones de la gracia, este gozo es santo y un auténtico gozo del Espíritu Santo. Debes alegrarte en el amor de Cristo con los éxitos de tus hermanos, compadecerte de sus desgracias, como dice la Escritura: Con los que están alegres, alegraos; con los que lloran, llorad.

San Bernardo de Claraval
Sermón 2 en la Cuaresma, 3

viernes, 8 de marzo de 2019

San Veremundo de Irache


Conmemoramos hoy al santo abad Veremundo de Irache. Su nombre, en latín, significa verdaderamente limpio. Nació en Arellano o, según otros, en Villatuerta. A los doce años, hacia 1032, fue admitido en el monasterio de Irache, donde su tío Muni era abad. Muy devoto de la Madre de Dios, los monjes decían que hablaba con la imagen que tenía a la iglesia del monasterio. Al morir el abad Muni, los monjes lo eligieron como abad, hacia 1052.

Durante su gobierno, la abadía tuvo una época de esplendor, convertiéndose en parada obligada para los peregrinos que hacían el Camino de Santiago. El rey Sancho Garcés IV de Pamplona otorgó numerosos privilegios al monasterio, con las donaciones de tres iglesias, doce monasterios y seis villas, dominios que su sucesor Sancho Ramírez amplió. Éste concedió en 1087 el privilegio, extensivo en toda la comunidad monástica de Irache, que la palabra de un monje fuese considerada como prueba en un juicio. En la polémica para la reforma de la liturgia, Veremundo defendió el antiguo rito mozárabe y envió a Roma dos de los libros litúrgicos: el de pregarias (Liber orationum) y el antifonario (Liber antiphonarum). El papa Alejandro II, a quien había llegado la fama de santidad del abad, los aprobó.

Cerca del monasterio, san Veremundo encontró la imagen de Santa Maria del Puy, el 1080. Sancho Ramírez de Aragón fundó, en el lugar donde se había encontrado la talla, la ciudad de Estella. Esto provocó una disminución del favor real hacia Irache, ya que los recursos y privilegios se destinaron ahora a la nueva ciudad. En 1099 ya consta un nuevo abad en el monasterio. Parece que Veremundo habría muerto en Irache el 8 de marzo de 1092, o puede que 1099.

jueves, 7 de marzo de 2019

Vigilias del Jueves. Salmo 40


En esto conozco que me amas:
en que mi enemigo no triunfa de mí.

Israel oró este versículo agradeciendo al Señor la salvación sobre tantos enemigos como habían intentado destruir al pueblo elegido, lo cual era una prueba palpable del amor del Dios que había hecho alianza con los descendientes de Abrahán.

Jesucristo oró este versículo dando gracias a Dios, su Padre, que le habría de hacer vencer sobre el enemigo de Dios y de los hombres, sobre el mal que ensombrece el mundo creado bueno por Dios, sobre la malicia del Maligno que intenta apoderarse del corazón humano y lo lleva por caminos de oscuridad.

Los cristianos oramos este versículo junto a Cristo, nuestra cabeza, pues su victoria aún no se ha completado en cada uno de nosotros, y seguimos luchando contra el mal que pugna por imponerse en nuestro corazón. Pero la resurrección de Cristo es la prueba definitiva del amor de Dios hacia el hombre, y prenda de lo que esperamos se realizará en cada uno de nosotros y en nuestro mundo.

miércoles, 6 de marzo de 2019

Conversión y adhesión a Cristo



Todos estamos llamados a la conversión,  tanto los que hemos hecho un opción de vida religiosa como los que viven su vocación de laicos cristianos. Todos hemos sido bautizados y aspiramos a un encuentro, tras esta peregrinación terrena, con Dios nuestro  Señor.

El papa, Benedicto XVI nos exhortaba, en una audiencia general del miércoles de ceniza, a la conversión como forma de adherirnos plenamente a Cristo.

Con la conversión, aspiramos a la medida alta de la vida cristiana, nos adherimos al Evangelio vivo y personal, que es Jesucristo. La meta final y el sentido profundo de la conversión es su persona, él es la senda por la que todos están llamados a caminar en la vida, dejándose iluminar por su luz y sostener por su fuerza que mueve nuestros pasos. De este modo la conversión manifiesta su rostro más espléndido y fascinante: no es una simple decisión moral, que rectifica nuestra conducta de vida, sino una elección de fe, que nos implica totalmente en la comunión íntima con la persona viva y concreta de Jesús.

La conversión es el “sí” total de quien entrega su existencia al Evangelio, respondiendo libremente a Cristo, que antes se ha ofrecido al hombre como camino, verdad y vida, como el único que lo libera y lo salva. Este es precisamente el sentido de las primeras palabras con las que, según el evangelista san Marcos, Jesús inicia la predicación del “Evangelio de Dios”: “El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios está cerca; convertíos y creed en el Evangelio”


Papa Benedicto XVI

domingo, 3 de marzo de 2019

Santos mártirds Emeterio y Celedonio


Entre los prodigios de valor que manifestaran los Mártires de Jesucristo en tiempo que los gentiles perseguían a la Iglesia con la mayor crueldad fue y ha sido memorable en todos los siglos el de san Emeterio y Celedonio, hijos, según refieren varios escritores, de san Marcelo, centurión de la legión qne tenían tos romanos en la ciudad de León, una de las principales de España, donde los Santos siguieron la profesión militar desde su juventud. Educados en la religión cristiana por un padre que mereció la corona del martirio, persuadidos firmemente que fuera de ella no hay salvación para los hombres, luego que supieron la cruel persecución que suscitaron los emperadores de Roma contra los discípulos de Cristo, encendidos en vivísimos deseos de testificar con su sangre las verdades infalibles de nuestra santa fe, resolvieron de común acuerdo hacerlo así, manifestando en su defensa el brío militar, de que se hallaban asistidos, ante los perseguidores. Para alentarse á una acción tan gloriosa, que serviría de ejemplo capaz de animar á no pocos fieles tímidos á vista de los estragos que en ellos hacían los gentiles, habló Emeterio a su hermano en estos términos: Ya sabes, Celedonio, hace muchos años que servimos a las potestades de la tierra en la guerra del mundo, sin otro objeto que el del honor y premios caducos, arriesgando nuestra vida en las funciones militares. Supuesto que al presente se nos ofrece otra guerra más noble, más digna y más meritoria contra los enemigos de Jesucristo, cuyos premios son eternos, vamos a lograrlos en un combate laudable.

No necesitas, respondió Celedonio, gastar palabras para que te siga en una resolución tan acertada: estoy muy bien persuadido de la gran diferencia que hay entre los premios indefectibles del cielo y los perecederos temporales del mundo, que son los que pueden solamente lograr los hombres en esta vida. Hace mucho tiempo que suspiro por aquellos a costa de una expedición que los merezca, pronto a derramar la sangre por amor de Jesucristo. Alentados los dos hermanos con estas y otras semejantes expresiones, nacidas de unos corazones abrasados de la llama del amor divino, sin esper a ser llamados manifestaron públicamente su fe á los gentiles. Pero, o bien fuese su primera confesión en León de donde fueron conducidos presos á Calaborra, según quieren unos; ó ya en esta ciudad, como escriben otros, todos convienen que en Calahorra tuvieron su glorioso combate contra los enemigos de la religión cristiana, donde el gobernador romano ejecutaba con los fieles que rehusaban sacrficios a los ídolos, sus acostumbradas crueldades; presentados al tribunal de aquel impío, le reprendieron cara á cara los dos hermanos con grande valor y espíritu la injusticia de sus procedimientos contra la inocencia de los Cristianos, declamaron sobre las necedades y delirios de las supersticiones adoptadas por el gentilismo, y manifestaron con admirables discursos las verdades inefables de la religión de Jesucristo.

No es fácil explicar la cólera que concibió el magistrado al oír semejante lenguaje, que graduó por uno de los mas criminales atentados contra los príncipes del mundo á su presencia; y queriendo vengarse, mandó poner en una dura prisión á los santos Confesores, donde les tuvo padeciendo mucho tiempo con el perverso fin de prolongar su martirio, tan dilatado, que según escriben varios, les creció excesivamente la barba y el cabello, haciéndoles después sufrir tormentos inauditos.

Prudencio, uno de los más antiguos y más célebres entre los poetas latinos, que compuso á fines del siglo IV un poema importante, bajo el título de las Coronas, en honor de algunos ilustres Mártires de España, consagra parte de él á los elogios de los dos hermanos Emeterio y Celedonio, quejándose en los términos mas vivos de la malignidad con que los perseguidores hicieron perecer las actas ó proceso judicial, formado contra los Santos, con la impía intención de abolir la memoria de un suceso tan memorable, robándose asi el conocimiento específico de las generosas respuestas que dieron al juez, y géneros de penas que sufrieron. Lo que la fama pudo arrancar á esta intención bárbara por el canal de una tradición fiel se reduce á lo dicho, y á que los tormentos que padecieron fueron de los mas crueles y exquisitos: así lo afirma el Padre san Isidoro, quien escribe, que por ser tan enormes y bárbaros, tuvieron vergüenza los gentiles de que llegasen á hacerse públicos, valiéndose de todos los medios que pudieran contribuir á ocultarles, para que no se supiese en el mundo hasta dónde llegó el valor de los dos esforzados militares de Jesucristo, que sufrieron todos cuantoá artificios pudo discurrir la obstinada ceguedad de los paganos, con el perverso fin de rendir su constancia, porque de ello resultaría sin la menor duda la mayor confusión del gentilismo, y seria un convencimiento del ningún poder de los falsos dioses, á quienes tributaban cultos.

Últimamente, viendo los perseguidores frustradas todas sus tentativas para vencer á los santos hermanos, unos en la fe, unos en los sentimientos, unos en la fortaleza, y unos en el valor y espíritu, mandó el gobernador degollarles, no encontrando otro arbitrio: ejecutóse la sentencia en el dia 3 de marzo del año 298 según unos, ó 306 según otros, cerca del rio llamado antiguamente Araneto, hoy Arnedo. En el momento que les derribó las cabezas el verdugo, sucedió el prodigio, de que fueron testigos oculares los mismos gentiles, de elevarse por el viento hasta las nubes el anillo del uno y banda del otro, lo cual se tuvo por una cierta seguridad de la gloria con que Dios recompensaba la fidelidad y pureza de los Santos, de cuyas cualidades son símbolo la banda blanca y anillo de oro. San Gregorio de Tours no ha olvidado esta circunstancia en el elogio que hizo de estos dos ilustres Mártires, reputándola por un gran milagro.

Los venerables cuerpos de los Santos parece fueron por entonces sepultados en la ribera del rio dicho, donde se mantuvieron ocultos todo el tiempo que duró el furor de la persecución, y descubiertos luego que cesó la tempestad: después de sus traslaciones al monasterio de Leger en la diócesis de Pamplona, según escribe Yepes.