Ahi tienes a tu parienta Isabel; a pesar de su vejez, ha concebido un niño. ¿Por qué creyó necesario anunciarle también a la virgen la concepción de esta mujer estéril? ¿Acaso pretendió convencerla con este último milagro, porque aún desconfiaba recelosa de su oráculo? Nada de eso. Ya sabemos que este mismo ángel había castigado la incredulidad de Zacarías. Y en el texto no encontramos motivo alguno por el que María debiera ser reprendida. Por el contrario, sabemos que Isabel elogió precisamente su fe cuando profetizó: Dichosa tú, María, porque has creído. Porque se cumplirá lo que te ha prometido el Señor.
No. A la Virgen se le da a conocer que su prima Isabel ya había concebido para que, sumándose un milagro al otro, aumentara su alegría con otra alegría. Más aún: fue muy oportuno que anticipadamente quedara inflamada con ese fuego de regocijo y amor, ya que estaba a punto de concebir al Hijo amado de su Padre con la alegría del Espíritu Santo. Y semejante acumulación de dulzura y de gozo no podía caber sino en este corazón devotísimo y henchido de alegría.
San Bernardo de Claraval
Sermón 4 en alabanza de la Virgen Madre, 6
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