Abre, Virgen santa, tu corazón a la fe,
tus labios al consentimiento,
tu seno al Creador.
Mira que el deseado de todas las naciones está junto a tu puerta y llama.
Si te demoras, pasará de largo
y entonces, con dolor, volverás a buscar al que ama tu alma.
Levántate, corre, abre.
Levántate por la fe,
corre por el amor,
abre por el consentimiento.
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