Danos, Señor, un corazón generoso, que se consagre al estudio y a la oración sobre tu Sagrada Palabra, que por nosotros se encarnó, y que por nosotros fue tentada y padeció.
Purifica, Señor, nuestro corazón, de todo pensamiento vano y oscuro, para que todo nuestro ser esté siempre en tu presencia.
Perdona, Señor, la debilidad de nuestro corazón, su incapacidad de permanecer junto a ti en vela, cuando más lo necesita tu angustia ante la muerte.
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