84.- Paz en el Espíritu Santo. Monje, que no tiemble tu corazón ni se acobarde. El Señor, es cierto, se marchó, ascendió a los cielos y se sentó a la derecha del padre. Pero nos dejó el Espíritu Santo. A través de su fuerza vivificadora, la Palabra del Señor se mantiene viva y eficaz, y nos guía entre las dificultades de este mundo hacia la paz del Reino Eterno, que Cristo nos ha prometido alcanzar en su Resucrrección.
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