sábado, 1 de junio de 2013

Apotegmas de un monje a sí mismo


13.- La compunción. Monje, mira a Jesucristo y mírate a ti mismo. Sólo cuando contemplas en el Señor a Dios puedes darte cuenta de cuánto te ha alejado de él la debilidad o la maldad de tu pecado. Eres barro, y el diablo busca seducirte para deformar la bella imagen que el Creador plasmó al concederte el ser. No temas, pues las lágrimas de la compunción pueden reblandecer esas deformidades del barro pecador, para que el Espíritu Santo vuelva a configurarte a imagen de Dios. Esas lágrimas brotan no sólo del arrepentimiento ante el mal cometido sino, sobre todo, del amor ignorado o perdido. Pues el pecado te aleja de la fuente del amor y las lágrimas de la compunición te devuelven a la presencia del Amado.

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