viernes, 21 de junio de 2013

Apotegmas de un monje a sí mismo


17.- Dispersión. Monje, cuando te pones en oración, haces el esfuerzo de concentrarte en la presencia de Dios. Él siempre te acompaña, eres tú quien frecuentemente olvidas o ignoras su presencia. Por eso, ya estés despierto o duermas, ya estés triste o alegre, ya te halles en el templo o en la intimidad de tu celda..., en cualquier circunstancia de tu vida, concéntrate en la presencia del Señor y procura no alejarte de él por la dispersión de tu espíritu. Recoge todas tus potencias, hagas lo que hagas, en la presencia del Señor, para agradecerle, para alabarle, para suplicarle o para anunciarle a tus hermanos. La dispersión de tus espíritu en la finitud de lo creado es el arma del enemigo para hacerte olvidar del Señor. El problema no está fuera de ti, en las obras, sino dentro de ti, en tu espíritu olvidadizo. Evita esta dispersión y concéntrate en el Señor.

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