San Juan Bautista Retablo de la Cartuja de Miraflores |
La tradición monástica cristiana siempre ha considerado a Juan el Bautista no sólo como un prototipo, es decir, un primer modelo a imitar por los monjes, sino que también ha visto en él un protomonje, es decir, un iniciador de la vida monástica cristiana. Su retiro en la soledad, consagrándose solo a Dios y abandonando su mundo y su propio yo, su ascetismo corporal, su insistencia en la conversión del corazón y su orientación hacia Jesús, al que manifiesta con su dedo como el Cordero de Dios, hacen que, efectivamente, su modelo esté presente en todos los ideales de vida monástica cristiana.
¿Es el ascetismo algo pasado de modo? ¿Es una negación del ser humano? ¿Qué sentido puede tener hoy el ayuno, la mortificación, la ascesis, el silencio, la soledad? San Juan Bautista vivió en el más absoluto olvido de sí mismo, desconoció los placeres de nuestro mundo, pero se preparó intensamente para recibir al Señor, y tuvo la dicha de ver los cielos abiertos, y al Espíritu Santo descender sobre el Hijo, y al Padre proclamar su filiación.
De igual modo, la vida monástica prepara al monje para este encuentro con el Señor. Su no a las cosas de este mundo es un sí a las cosas de Dios, y en tanto en cuanto más se entrega a él, así es mayor la felicidad que encuentra en el Esposo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario