En el capitulo 15 de la Regla de San Benito, se prescribe de manera especial cuándo los monjes deben decir aleluya:
" Desde la santa Pascua hasta Pentecostés dígase sin interrupción aleluya tanto en los salmos como en los responsorios. Pero desde Pentecostés hasta el principio de la cuaresma sólo se dirá todas las noches con los seis últimos salmos del oficio de vigilias. Todos los domingos fuera de cuaresma se dirán con aleluya los cánticos, laudes, prima, tercia, sexta y nona. Las vísperas, en cambio, se dirán con antífona. En cambio los responsorios nunca se digan con aleluya, sino desde Pascua hasta Pentecostés".
La aclamación de jubilo del aleluya era para los cristianos de los primeros siglos muy estimada. Cita el P. Colombás en su comentario a la regla, que Vigilancio quería reservar solo el uso del Aleluya a la fieta de Pascua, pero al parecer esto parecía una gran exageración. El uso del Aleluya difería de Iglesia a Iglesia, algunos lo usaban en diferentes épocas del año y otros se limitaban a esta cincuentena pascual o solemnidades. Adalbert de Vogüe ha realizado un estudio al respecto del uso del Aleluya dado en Roma en esta época ya que es aquí cuando se empieza a codificar este uso.
Hay que tener en cuenta que para para el Maestro según cita Colombás, el aleluya significa una pertenencia de los "siervos de Dios" a su Señor, y es el monasterio, como "casa de Dios" que equivale a vivir continuamente en presencia de Dios, "con el Señor"en un eterno tiempo pascual y por ello se acentúa el canto frecuente del aleluya.
San Benito no hace una teórica reflexión del tema sino que es pragmático y simplemente fija la practica de esta teoría. Se cree que era ya practica romana con respecto al domingo, o pascua semanal. Después, manda el aleluya, fuera de cuaresma, en todas las horas y va fuera de la costumbre romana al prescribir el aleluya en el segundo nocturno desde Pentecostés hasta cuaresma y sin interrupción de Pascua a Pentecostés, claro esta.
Para san Benito parece que es sinónimo de gozo espiritual y manifestación de un gozo incontenible y una alabanza entusiasta tributada al mismo Dios, que ha querido rescatarnos de la muerte y ha vencido a ella en la victoriosa resurrección de su Hijo Jesucristo.
Hemos sido rescatados de la muerte y del pecado, Cristo verdaderamente ha resucitado, estamos alegres, cantemos con gozo ¡ALELUYA!
No hay comentarios:
Publicar un comentario