La liturgia recuerda hoy a san Pacomio, el monje egipcio que dio origen a la llamada vida cenobítica. Hasta entonces, siguiendo el ejemplo de san Antonio, había nacido el monacato cristiano como una forma de vida estrictamente solitaria. Eran los llamados ermitaños, que se retiraban al desierto para vivir en soledad. Con Pacomio se inicia una forma nueva de vida monástica en común. Para facilitar los aspectos básicos de la vida y compartir la oración, estableció el monasterio como lugar de reunión de una comunidad de monjes, que juntos buscan a Dios no sólo en la oración, sino también en el esfuerzo de la caridad. Pacomio, que vivió en el monasterio de Tabannesi, escribió una regla, es decir, una serie de normas por las que se regía la vida de la comunidad. Murió en torno al año 346. En ella, podemos leer, por ejemplo:
La plenitud de la ley es la caridad; para nosotros que sabemos en qué tiempos vivimos, es la hora de arrancarnos del sueño; la salud está mucho más cerca de nosotros que cuando comenzamos a creer. La noche está avanzada, el día, próximo, despojémonos de las obras de las tinieblas (Rom 13,10-20) que son las discusiones, las murmuraciones, los odios y la soberbia que infla el corazón (Gal 5,20).
No hay comentarios:
Publicar un comentario