7.- La presencia de Dios. Monje, estás en presencia de Dios. Nunca lo olvides. Abandona cualquier otro pensamiento, y comienza tu oración por esta verdad fundamental de tu existencia. Estás en presencia de Dios. Él no quiere ignorar nada de cuanto te acontece. Como con Adán, viene todas las tardes a pasear por el jardín de tu corazón, a compartir la intimidad de tu vida en la desnudez de tu inocencia. Procura apartar de ti todo lo que te produce vergüenza y bochorno, y confía en quien te conoce mejor que tú mismo. La oración cesa cuando olvidas que estás en presencia de Dios, y el diablo te enreda en las mil cosas con las que te entretiene. Pero la oración te devuelve a ese paraíso, en el que tu Creador te aguarda paciente.
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