5.- Los estados de ánimo. Monje, no te asustes si un día, por la mañana, te levantas de mal humor. No eres dueño de los estados de ánimo que las necesidades de tu ser corporal te impone. Tan sólo ten calmo y medita un momento: sólo necesitas aprender a controlarlos. Cada día tienes una oportunidad para considerar que tu fin consiste en convivir por siempre por Cristo en el seno de la Trinidad. Todo lo demás es accesorio. Incluso hasta tus estados de ánimo. Entra dentro de ti mismo. Recuerda quién eres, quién te ha llamado, y cuál es la magnífica gloria que te aguarda. Olvida todo lo que está fuera de ti, lo que te produce malestar, lo que te causa desasosiego. Nada es comparable a la dicha que el Señor te ofrece. No te enredes en las cosas del mundo, porque en ellas solo encontrarás insatisfacción y desasosiego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario