martes, 2 de abril de 2019

San Francisco de Paula

Murillo - San Francisco de Paula

Recuerda hoy la Iglesia a san Francisco de Paula. Nació el 27 de Marzo de 1416 en Paula (Cosenza-Italia). Con quince años Francisco fue acompañado por sus padres al Convento de San Marco Argentano (Cosenza). Francisco manifestó su inclinación a la oración y sus dotes de piedad, acompañadas de manifestaciones sobrenaturales, las mismas que, más adelante, alimentarían su fama de gran taumaturgo. Al terminar su permanencia en el convento, los religiosos quisieron retenerle, pero el joven Francisco, intuyó que se aproximaba el momento de hacer una opción radical de vida y advirtiendo en sí una gran inquietud por conocer las diversas formas de vida religiosa, dejó el convento y, junto con sus padres, emprendió una peregrinación.

Se desplazó a Asís pasando por Montecasino, Roma, Loreto y visitando los eremitorios diseminados por Monte Luco. Su visita a Roma lo turbó profundamente según su primer anónimo biógrafo, Francisco reprochó el boato de un cardenal con las palabras: "Nuestro Señor no iba de esta manera". El episodio muestra cómo en el ánimo del joven iba madurando la idea de una reforma de la vida eclesial basada en la pobreza. La peregrinación constituyó para el joven Francisco un motivo serio de reflexión y de decisiones para su futuro. Tras volver a Paula, Francisco manifestó a sus padres el deseo de conducir su vida eremítica. Sobre el año 1435, se retiró a las afueras de Paula, en un terreno propiedad de la familia, suscitando gran estupor entre los conciudadanos por la austeridad de su modo de vivir. La experiencia de Paula lo forjó en la contemplación, en el trabajo, en la soledad y en las privaciones y mortificaciones corporales. Enseguida comenzaron a afluir a su eremitorio muchas personas deseosas de ponerse bajo su guía espiritual y de compartir su mismo género de vida austera.

Con la llegada a la diócesis de Mons. Pirro Caracciolo, nombrado arzobispo de Cosenza el 31 de agosto de 1452, el movimiento obtuvo el beneplácito del ordinario diocesano y pudo dotarse de un oratorio. El flujo de peregrinos que se dirigían al eremitorio de Paula atrajo la atención de Pablo II quien, en los comienzos del 1467, envió un visitador de su confianza para indagar sobre la vida de Francisco. A su regreso a la Curia, Mons. Baldassarre De Gutrossis tranquilizó al Papa sobre la fidelidad de Francisco a la Sede Apostólica y, visto que el Eremita había iniciado la construcción de una iglesia, el 7 de julio 1467 le proporcionó una carta colectiva de cuatro cardenales con la cual concedían la indulgencia, con las condiciones acostumbradas, a quienes visitaban o contribuían a los gastos para la construcción de la iglesia de Paula. En el año 1470, con el traslado a Paula del ex visitador, que asumirá el nombre de P. Baldassarre da Spigno, inició el iter jurídico que llevará al reconocimiento oficial del movimiento eremítico fundado por Francisco.

Al eremitorio de Paula siguieron los de Paterno Calabro (1472), Spezzano della Sila (1474), Corigliano Calabro (1476) y Milazzo (1480). La vida de estos eremitas estaba regulada por las "ordenaciones y estatutos" que, en parte, confluyeron en las sucesivas redacciones de la regla. Francisco se convirtió para Paula en un punto de referencia religioso y social, entrando en el corazón de la gente que se dirigía a él para consultarle problemas de diversa naturaleza. Francisco era, por su forma de vida, un contestatario que recordaba las grandes figuras del anacoretismo. El Santo supo crear entorno a sí un ambiente de profunda religiosidad y fe, con la invitación constante a la oración y a la observancia de la voluntad de Dios. Desde el principio, Francisco tuvo fama de gran taumaturgo. Los prodigios acompañaron toda su vida, a partir de la construcción de los primeros conventos hasta su partida para Francia.

Llevada por los comerciantes napolitanos, la fama de Francisco llegó a Francia, a la corte de Luis XI, entonces enfermo, el cual pidió al Papa Sixto IV que hiciese llegar al Eremita paulano a su cabecera. Fue el inicio del "capítulo diplomático" de la vida de Francisco. Fue para el Eremita una obediencia difícil: tenía 67 años, su Congregación se había extendido desde hacía poco tiempo también en Sicilia y, sobre todo, sentía reticencia ante la idea de ir a vivir en un palacio, con una dotación regia , después de haber vivido por más de treinta años en un eremitorio. El monarca no obtuvo la curación, pero la acción del Paulano en la corte, llevó a un largo período de buenas relaciones entre el papado y la monarquía francesa, del cual se beneficiaron también los Reinos de España, Boemia y Nápoles. Francisco vivió en Francia alrededor de veinticinco años y se creó su mundo trabajando un trozo de tierra, presentándose como reformador de la vida religiosa y con la aureola de hombre de Dios penitente, eremítico, un nuevo Juan Bautista. Por esto su austero estilo de vida fue escogido por algunos benedictinos, franciscanos y eremitas, que dejaron las respectivas familias religiosas para agregarse a Francisco. Su llegada, además de internacionalizar la Congregación calabresa, determinó un profundo cambio en su interior, en cuanto que fue abandonado el eremitismo y fue introducida la vida cenobítica. Este cambio llevará al nacimiento de la Orden de los Mínimos, seguido por la fundación de la Tercera Orden seglar primero y después de las Monjas. Francisco se apagó en Tours el 2 de abril de 1507. La fama de este taumaturgo, a través de las tres ramas de la familia Mínima (frailes, monjas y terciarios), se difundió en Europa, favoreciendo su beatificación (7 julio 1513) y su canonización (1° mayo 1519), obtenida a solamente doce años de su muerte.

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