miércoles, 31 de diciembre de 2014

Introito Puer natus est nobis

Cantamos los monjes estos días el intoito Puer natus est nobis: un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado, el cual lleva sobre sus hombros el principado; y su nombre será Ángel del gran consejo. Vamos a escuicharlo cantado por el Coro Ultreia, en un montaje de bellas imágenes.

martes, 30 de diciembre de 2014

Apotegmas de un monje a sí mismo

Capitel de la Natividad del Señor, Silos

61.- ¡Cuánta gracia! Monje, considera todo el amor que el Señor ha mostrado hacia la persona humana, creándola primero a su imagen y semejanza, dotándola de entendimiento, de voluntad y de memoria; rescatándola, luego, cuando se inclinó hacia las tinieblas del pecado. Y esta obra de la redención la llevó a cabo despojándose de su mismo ser de Dios, encarnándose en el seno de una familia pobre y naciendo en el desamparo de quienes solo encontraron un pesebre para acostar al niño, al calor de unos animales que mostraron más compasión que los restantes habitantes de Belén. Considera, monje, cuánto le ha costado al Señor el haberte amado tanto, y deja que tu corazón exulte en cantos de alabanza.

domingo, 28 de diciembre de 2014

San Cirilo de Alejandría en la Sagrada Familia. Al asumir la condición de esclavo, Cristo, en cierto modo, fue contado entre los siervos

Angelo Bronzino. Sagrada Familia de los Panciatichi

Acabamos de ver al Emmanuel acostado en un pesebre como un niño recién nacido, envuelto en pañales según la humana costumbre, pero divinamente celebrado por el santo ejército de los ángeles. Estos serán los encargados de anunciar a los pastores su nacimiento. Pues Dios Padre otorgó a los celestes espíritus este altísimo privilegio: ser los primeros en predicar a Cristo. Acabamos de ver también hoy cómo Cristo se somete a las leyes mosaicas; más aún, hemos visto cómo Dios, el legislador, se sometía, como un hombre cualquiera, a sus propias leyes. Esta es la razón por la que el sapientísimo Pablo nos da esta lección: Cuando éramos menores estábamos esclavizados por lo elemental del mundo. Pero, cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley.

Así pues, Cristo rescató de la maldición de la ley a los que estaban bajo la ley, pero no a los que eran observantes de la ley. Y ¿cómo los rescató? Cumpliéndola. O dicho de otro modo, mostrándose morigerado y obediente en todo a Dios Padre, a fin de reparar los pecados de prevaricación cometidos en Adán. Pues está escrito que así como por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo todos serán constituidos justos. Por tanto,sometió como nosotros la cerviz al yugo de la ley, y lo hizo por razones de justicia.

Convenía, en efecto, que él cumpliera toda la justicia. Pues al asumir realmente la condición de siervo, quedaba, por su humanidad, inscrito en el número de los súbditos: pagó, como uno de tantos, a los que cobraban el impuesto de las dos dracmas, aun cuando por su calidad de Hijo era naturalmente libre y exento del tributo.

Ahora bien, al verle observar la ley, cuidado no te escandalices ni lo catalogues entre los siervos, a él que es libre; esfuérzate más bien en penetrar la profundidad del plan divino. Al cumplirse, pues, los ocho días, en cuya fecha y por prescripción de la ley, era costumbre practicar la circuncisión de la carne, le impusieron un nombre, y precisamente el nombre de Jesús, que significa Salvación del pueblo.

Tal fue, en efecto, el nombre que Dios Padre eligió para su Hijo, nacido de mujer según la carne. Pues fue ciertamente en ese momento cuando de manera muy especial se llevó a cabo la salvación del pueblo: y no de un solo pueblo, sino de muchos, mejor, de todas las naciones y de la universalidad de la tierra. A un mismo tiempo fue circuncidado y se le impuso el nombre, convirtiéndose efectivamente Cristo en luz que alumbra a las naciones y, a la vez, en gloria de Israel. Y si bien hubo en Israel algunos injustos, obstinados e insensatos, no obstante un resto fue salvado y glorificado por Cristo. Las primicias fueron los discípulos del Señor, cuya gloria resplandece en todo el mundo. Otra gloria de Israel es que Cristo, según la carne, procede de su raza, si bien, en cuanto Dios, está sobre todos y es bendito por los siglos. Amén.

Nos presta, pues un buen servicio el sapientísimo evangelista al relatarnos todo lo que por nosotros y para nosotros soportó el Hijo hecho carne, sin desdeñarse en asumir nuestra pobreza, a fin de que le glorifiquemos como Redentor, como Señor, como Salvador y como Dios, porque a él y, con él a Dios Padre, le es debida la gloria y el poder, juntamente con el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

San Cirilo de Alejandría
Homilía 12 sobre diversas materias (PG 77, 1042.1047.1050)

sábado, 27 de diciembre de 2014

Gregorio de Palamás. Juan es aquel a quien Cristo amó con amor de predilección


Juan es aquel que permaneció virgen y recibió por gracia singular y como tesoro preciosísimo, a la Virgen Madre, única entre las madres; Juan es aquel a quien Cristo amó con amor de predilección y mereció ser llamado hijo, con preferencia a los otros evangelistas. Por eso hace resonar con fuerza la trompeta al anunciarnos los prodigios de la resurrección del Señor de entre los muertos, y al relatarnos con mayor claridad el modo cómo se manifestó a sus discípulos, según lo hallamos escrito en su evangelio, cuando nos dice: El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús. Así es como se presenta a sí mismo.

Juan y Pedro, habiendo oído a María, van corriendo al sepulcro, donde vieron que había salido la Vida; y habiendo visto y creído, admirados por las pruebas se volvieron a casa.

Consideremos, hermanos, cuánta mayor dignidad que María Magdalena no tenía Pedro, el príncipe de los apóstoles, y el mismo Juan, a quien tanto quería Jesús, y sin embargo ella fue considerada digna de una gracia tan grande, con preferencia a ellos. Porque los apóstoles, corriendo al sepulcro, sólo vieron las vendas y el sudario; María, en cambio, por su firmeza y constancia, perseverando hasta el fin a la entrada del sepulcro, llegó a ver no sólo a los ángeles, sino al mismo Señor de los ángeles en la carne, antes que los apóstoles.

Este templo que veis, es un símbolo de aquel sepulcro; y no sólo un símbolo, sino una realidad mucho más sublime. Detrás de esa cortina, en el interior, está el lugar donde se coloca el cuerpo del Señor, y ahí está también la mesa o el altar santo. Así pues, lo mismo que María, todo el que se acerque con presteza a la recepción del misterio divino y persevere hasta el fin, teniendo recogida en Dios su propia alma, no sólo reconocerá las enseñanzas de la Escritura santa, redactada por el Espíritu de Dios, ni sólo a los ángeles que anunciaron el misterio de la divinidad y humanidad del Verbo de Dios, encarnado por nosotros, sino que verá también y sin ningún género de duda al mismo Señor con los ojos del alma, y también con los del cuerpo.

Pues aquel que con fe ve la mesa mística y el pan de vida depositado sobre ella ve al mismo Verbo de Dios oculto bajo las especies, hecho carne por nosotros y habitando en nosotros como en un sagrario. Más aún: si es considerado digno de recibirle, no sólo le ve, sino que participa de él, le recibe en sí mismo como huésped, y es enriquecido con el don de la misma gracia divina. Y así como María Magdalena vio lo que antes que nada los apóstoles deseaban ver, así el alma, poseída por la fe, será considera rada digna de ver y de gozar de aquello que —según el apóstol— los ángeles desean penetrar, divinizándose por completo, tanto por la contemplación como por la participación de estos misterios.

Gregorio de Palamás
Homilía 20 (PG 151, 266.271)

viernes, 26 de diciembre de 2014

San Gregorio de Nisa. Dichosos los perseguidos por mi causa

Correa del vivar. Martirio de San Esteban

Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. He aquí la meta y el resultado de las batallas reñidas por Dios, de los peligros afrontados por amor suyo, la recompensa por las fatigas, el premio de tantos sudores: así es como los atletas de Dios consiguen el reino de los cielos.

Por lo cual, el Señor que conoce la fragilidad humana, anuncia por anticipado a los más débiles el éxito final del laborioso combate, para que con la esperanza del reino eterno, obtengan más fácilmente la victoria sobre el temor de la adversidad que han de afrontar en el tiempo. Por eso el heroico mártir Esteban se alegra por las piedras que le llueven de todas partes; recibe gustoso en su cuerpo, cual agradable rocío, los golpes que caen sobre él compactos como copos de nieve, y responde a los crueles homicidas bendiciendo, y orando que no se les tenga en cuenta este pecado. El conocía la promesa divina y veía que su esperanza estaba totalmente de acuerdo con la aparición de que entonces gozaba.

Había oído que los perseguidos por la fe serían acogidos en el reino de los cielos, y mientras sufría el martirio vio lo que le esperaba. El objeto de su esperanza se le hace visible, mientras a causa de la profesión de fe, corre para alcanzarlo: es el cielo abierto, la gloria divina del cielo espectadora de la carrera de su atleta; es el mismo Cristo que asistía a la prueba del mártir. Cristo que preside la lucha de pie, significa simbólicamente la ayuda que presta al luchador, y nos enseña que él mismo está presente en favor de sus perseguidos y en contra de sus perseguidores. Y en este sentido, ¿cabe mayor gloria para quien sufre la persecución a causa del Señor, que poder tener de su parte al mismo árbitro del combate? Dichosos los perseguidos por mi causa.

Nuestra vida tiene necesidad de un hábitat donde fijarse; si aquí no tenemos algo que nos relance hacia fuera, hacia más allá de la tierra, seremos siempre de la tierra; si por el contrario nos dejamos atraer por el cielo, seremos transportados al más-allá. ¿Ves a dónde conduce la bienaventuranza que, a través de avatares aparentemente tristes y dolorosos, te lleva a adquirir un bien tan grande? Lo había advertido ya el Apóstol: Ninguna corrección nos gusta cuando la recibimos, sino que nos duele; pero, después de pasar por ella, nos da como fruto una vida honrada y en paz. La aflicción es, pues, como la flor de los frutos esperados. ¡Por amor al fruto, cojamos también la flor! Movámonos y corramos, pero no corramos en vano: que nuestra carrera esté siempre orientada a la consecución del premio de nuestra vocación celestial. Corramos de modo que lo alcancemos.

Por tanto, no nos aflijamos cuando nos veamos combatidos y suframos persecución; alegrémonos más bien, pues, cuando se nos prive de los bienes apreciados en la tierra, se nos invita a gozar de los bienes del cielo, de acuerdo con la palabra de aquel que ha proclamado dichosos a cuantos por su causa sean afligidos y perseguidos: de éstos es el reino de los cielos, por la gracia de nuestro Señor Jesucristo, de quien es la gloria y el imperio por siglos sin fin. Amén.

San Gregorio de Nisa
Discurso 27 (9: PG 44, 1291-1295. 1299-1302)

jueves, 25 de diciembre de 2014

Apotegmas de un monje a sí mismo

Roda de Isábena. La Natividad

60.- Hoy ha nacido Cristo. Monje, hoy ha nacido el Mesías; hoy se ha manifestado el Salvador del mundo. Hoy cantan de alegría los ángeles, y unen sus voces a las de los hombres, gritando: Gloria a Dios en el cielo. No es sólo un recuerdo del pasado: es una realidad que el Espíritu Santo actualiza este mismo día. No es sólo algo que la fe confiesa hoy, sino también una promesa que esperas llegar a consumar al final de tus días. Monje: cree hoy, espera hoy y, sobre todo, ama hoy al Verbo eterno, que por ti y por todos los hombres se ha dignado venir a buscar a sus ovejas perdidas.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Apotegmas de un monje a sí mismo


59.- Luz en medio de la noche. Monje, esta noche será larga. La oscuridad envuelve el mundo, pero la luz terminará triunfando. Como los pastores, has de estar esta noche santa en vela. Así verás la gloria del Señor. Su luz es tu gozo y tu alegría, pues te iluminará con la verdadera Sabiduría, que Dios nos ha revelado en el Verbo encarnado. En él está la Vida, y la vida es la luz de los hombres.

martes, 23 de diciembre de 2014

San Bernardo. Jesúcristo, el Hijo de Dios, nace en Belén de Judá


Jesucristo, el Hijo de Dios, nace en Belén de Judá. Fíjate en el detalle. No nace en Jerusalén, la ciudad de los reyes. Nace en Belén, diminuta entre las aldeas de Judá. Belén, eres insignificante, pero el Señor te ha engrandecido. Te enalteció el que, de grande que era, se hizo en ti pequeño. Alégrate Belén. Que en todos tus rincones resuene hoy el cántico del "Aleluya". ¿Qué ciudad, oyéndote, no envidiará ese preciosísimo establo y la gloria de su pesebre?

Tu nombre se ha hecho famoso en la redondez de la tierra y te llaman dichosa todas las generaciones. Por doquier te proclaman dichosa, ciudad de Dios. En todas partes se canta: El hombre ha nacido en ella; el Altísimo en persona la ha fundado. En todo lugar, repito, se anuncia se proclama que Jesucristo, el Hijo de Dios, nace en Belén de Judá.

San Bernardo de Claraval
Sermón 1 en la Vigilia de Navidad

lunes, 22 de diciembre de 2014

Apotegmas de un monje a sí mismo


58.- Proclame tu alma la grandeza del Señor. Monje, todas las tardes repites las palabras de María, proclamando la grandeza del Señor. Ha hecho obras grandes por ti y por todos los hombres; su misericordia no ha cesado, a pesar de tus pecados; su poder derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. ¿No se te conmueve el corazón, monje? ¿No exulta tu corazón ante tanta misericordia? Que la ternura en la contemplación del Nacimiento del Señor rompa la dureza de tu corazón, y te devuelva la santidad de aquellos pastores, que fueron los primeros en adorar a la Sabiduría encarnada en el Niño Jesús.

domingo, 21 de diciembre de 2014

Beda el Venerable. Concebirás y darás a luz un hijo


La lectura del santo evangelio que acabamos de escuchar, carísimos hermanos, nos recuerda el exordio de nuestra redención, cuando Dios envió un ángel a la Virgen para anunciarle el nuevo nacimiento, en la carne, del Hijo de Dios, por quien —depuesta la nociva vetustez— podamos ser renovados y contados entre los hijos de Dios. Así pues, para merecer conseguir los dones de la salvación que nos ha sido prometida, procuremos percibir con oído atento sus primeros pasos.

El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José; la virgen se llamaba María. Lo que se dice: de la estirpe de David, se refiere no sólo a José, sino también a María, pues en la ley existía la norma según la cual cada israelita debía casarse con una mujer de su misma tribu y familia. Lo atestigua el Apóstol, cuando escribiendo a Timoteo, dice: Haz memoria de Jesucristo el Señor, resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de David. Este ha sido mi evangelio. En consecuencia, el Señor nació realmente del linaje de David, ya que su Madre virginal pertenecía a la verdadera estirpe de David.

El ángel, entrando a su presencia, dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su Padre». Llama trono de David al reino de Israel, que en su tiempo David gobernó con fiel dedicación por mandato y con la ayuda de Dios.

Dio, pues, el Señor a nuestro Redentor el trono de David su padre, cuando dispuso que éste se encarnara en la estirpe de David, para que con su gracia espiritual condujera al reino eterno al pueblo que David rigió con un poder temporal. Como dice el Apóstol: El nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido.

Y reinará en la casa de Jacob para siempre. Llama casa de Jacob a la Iglesia universal, que por la fe y la confesión de Cristo pertenece a la estirpe de los patriarcas, sea a través de los que genealógicamente pertenecen a la línea de los patriarcas, sea a través de quienes, oriundos de otras naciones, renacieron en Cristo mediante el baño espiritual. Precisamente en esta casa reinará para siempre, y su reino no tendrá fin. Reina en la Iglesia durante la vida presente, cuando, habitando en el corazón de los elegidos por la fe y la caridad, los rige y los gobierna con su continua protección para que consigan alcanzar los dones de la suprema retribución. Reina en la vida futura, cuando, al término de su exilio temporal, los introduce en la morada de la patria celestial, donde eternamente cautivados por la visión de su presencia, se sienten felices de no hacer otra cosa que alabarlo.

San Beda el Venerable
Homilía 3 en el Adviento (CCL 122, 14-17)

sábado, 20 de diciembre de 2014

Vida de Santo Domingo de Silos


La vida de Domingo Manso arranca en el pueblo riojano de Cañas, cerca del Monasterio de San Millán de la Cogolla, en el que ingresaría a los treinta años, después de una experiencia eremítica. Tras diversas vicisitudes, llegó a ser prior de la comunidad. Gobernaba por entonces los reinos de Navarra y La Rioja don García, hijo mayor del rey don Sancho. Pródigo a veces con los monasterios e iglesias, cuando se veía apurado por las necesidades de la guerra, no respetaba ni derechos sagrados ni sus propias donaciones, ni siquiera las de San Millán. En el año 1040, exhausto su tesoro y creyendo que el nuevo abad le apoyaría en sus pretensiones, se dirigió al monasterio exigiendo una fuerte suma por sus pretendidos derechos reales. La negativa de Domingo fue respetuosa pero rotunda.


Esta obstinación exacerbó de tal manera la cólera del monarca. Apenas salió de la iglesia, el rey tuvo una larga entrevista con el abad, quien consintió en deponer a Domingo del cargo de prior y enviarle desterrado al priorato de San Cristóbal, llamado también Tres Celdas. En 1041, Domingo se dirige hacia Castilla. El rey don Fernando le ofreció su protección y una morada en palacio, pero el Santo pidió al monarca licencia para vivir retirado en la ermita que pertenecía al monasterio de San Millán, sirviendo en ella a la Virgen María.


A principios del año 1041, el monasterio de San Sebastián de Silos estaba casi abandonado. Perdido su antiguo prestigio y gran parte del patrimonio, todo anunciaba un fin poco glorioso, pues el puñado de monjes que lo habitaba, vegetaba y languidecía tristemente. Fue entonces cuando el rey don Fernando, movido tal vez por los ruegos del padre del Cid Campeador, que tenía sus posesiones colindantes con las de Silos, encomendó a Domingo la resturación del monasterio de San Sebastián de Silos y le propuso como abad. En una mañana de invierno, Santo Domingo entraba en la iglesia acompañado del obispo y de algunos nobles, para tomar posesión del cargo.


Comenzó la restauración material del monasterio por la iglesia, de tal modo que, completada con la cúpula y atrio por sus sucesores, llegó a ser una de las más bellas basílicas románicas de España, parecida a la catedral antigua de Salamanca. Hacia 1056, se comenzó la construcción de la sala capitular en el sitio llamado hoy el gallinero del Santo, así como el maravilloso claustro románico, que es la joya más original en su estilo y que eternizará en la historia del arte el nombre de Santo Domingo de Silos.


Corrían los años, y con ellos la actividad material y espiritual del monasterio de Silos iba aumentando. En los últimos años, la muerte se había llevado a sus mejores amigos: al rey don Fernando y a su hijo don Sancho, y finalmente a su amigo y vecino el abad de Arlanza, en 1072. Las fuerzas de su cuerpo se rendían al peso de sus 72 años, tan cargados de fatigas; su cuerpo, necesitaba el apoyo de aquel báculo sencillo de avellano, que aún se conserva en el Monasterio como preciosa reliquia. Su espíritu se mantenía firme y sereno, pero las fatigas del otoño de 1073, después de los últimos esfuerzos para la distribución de las cosechas, le rindieron del todo y cayó enfermo. Santo Domingo, murió el viernes 20 de diciembre de 1073.

Fuente del texto y fotografías:

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Guerrico de Igny. El Señor se sienta en su trono real

Astorga. Virgen de la Mjestad

Buena y consoladora es a no dudarlo tu omnipotente palabra, Señor. ella descendió hoy desde su trono real al seno de la Virgen, donde también se construyó para sí un trono real; y si bien se sienta en él ahora en los cielos como Rey, rodeado de los ejércitos angélicos, sin embargo es consuelo de los afligidos en la tierra.

La Virgen fue escogida, en efecto, de estirpe real; noble retoño descendiente de reyes, pero más noble aún por su virtud real. De esta suerte la nobleza materna contribuyó a salvaguardar la dignidad real del Rey eterno, Hijo del Rey, el cual, procedente del trono real de su Padre, colocaría también su trono real en el aula virginal de su Madre reina. En ella, sin duda, y de ella la sabiduría se edificó una casa, en ella y de ella preparó para sí, cuando tomó en ella y de ella su propia carne, un trono tan perfecto y adecuado para todo, que es a un mismo tiempo casa para descansar y trono para juzgar; el cual le sirvió primero de tabernáculo para luchar y de cátedra para enseñar.

Mira, no obstante, si ella no será acaso el trono de David su padre, a quien el ángel prometió que se le daría, no porque David se sentara en él, sino porque de la descendencia de David había de ser tomado y fabricado. Ahora bien, si no es el trono de David, no hay duda de que ella es tu trono, Señor, por los siglos de los siglos. Si no es el trono de David, indudablemente ella es un trono excelso y elevado sobre toda creatura.

Beato Guerrico de Igny
Sermón 26 en la Anunciación de nuestra Señora

martes, 16 de diciembre de 2014

Santas Teresas de Ávila y de los Andes


En el Santuario de Auco (Chile), está enterrada y se venera a santa Teresita de los Andes. En el contexto de las celebraciones del quinto Centenario de santa Teresa de Jesús, este reportaje nos muestra el momento de una peregrinación, en la que llevaron el bastón de la santa de Ávila a la santa de los Andes.


El 7 de mayo de 1919 ingresó en las Carmelitas de Los Andes y pasó a llamarse Teresa de Jesús, aunque más tarde sería conocida como Teresa de Los Andes. Seis meses después inició su noviciado al tomar el hábito de Carmelita. Durante su estancia en el convento no dejó de escribir cartas a sus familiares y amistades en las que pregonaba su amor a Cristo, a la Eucaristía y a la Virgen, además de su alegría y su felicidad por ver cumplida su vocación: "así pasamos la vida; orando, trabajando y riéndonos".

A lo largo de su corta vida sufrió varias enfermedades, como la difteria y el tifus. De los 11 a los 15 años sufrió trastornos de salud cada 8 de diciembre, estando varias veces en peligro de muerte. Nunca expresó, sin embargo, la más mínima queja, ya que consideraba que era Dios quien le "permitía sufrir". En 1918 Juana le había preguntado a su confesor: "lo que yo deseo saber es dónde cree que me santificaré más pronto; pues como le he manifestado varias veces, mi Señor me ha dado a entender que viviría muy poco". En 1920 cayó gravemente enferma a consecuencia de un tifus, y en artículo de muerte recibió los hábitos como sor Teresa de Jesús. Después de una agonía de 14 días, falleció en el convento el 12 de abril de 1920.

Tras un proceso de beatificación iniciado cuarenta años antes, en 1987 fue proclamada beata por el papa Juan Pablo II, como "la luz de Cristo y el faro luminoso que debe guiar a los chilenos". En 1993 fue canonizada y declarada primera santa del país con el nombre de Santa Teresa de Los Andes. Sus restos descansan en el santuario de Auco, en Los Andes.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Apotegmas de un monje a sí mismo


57.- El ejemplo de san Juan el Bautista. Monje, con toda la Iglesia participas en la vigilante espera del retorno del Señor. Pero tú has consagrado tu existencia a dicha espera sin anteponerle nada. Como san Juan, el Bautista, has de ser un hombre de ojos perfectos, que escucha palabras de Dios y conoce los planes del Altísimo, que contempla visiones del Poderoso, en éxtasis, con los ojos abiertos. Juan se marchó al Jordán, y allí purificó simbólicamente a cuantos acudían a él confesando sus pecados. Así preparó un pueblo bien dispuesto para recibir al Señor. Tú también, monje, has de concentrarte en esta espera vigilante del Señor, que volverá con gloria para juzgar a vivos y muertos.

domingo, 14 de diciembre de 2014

San Juan de la Cruz. Conocimiento del misterio escondido en Cristo Jesús

Por más misterios y maravillas que han descubierto los santos doctores y entendido las santas almas en este esta-do de vida, les quedó todo lo más por decir y aun por entender, y así hay mucho que ahondar en Cristo, porque es como una abundante mina con muchos senos de teso-ros, que, por más que ahonden, nunca les hallan fin ni término, antes van hallando en cada seno nuevas venas de nuevas riquezas acá y allá.

Que, por eso, dijo san Pablo del mismo Cristo, diciendo: En Cristo moran todos los tesoros y sabiduría escondidos. En los cuales el alma no puede entrar ni llegar a ellos, si, como habemos dicho, no pasa primero por la estrechura del padecer interior y exterior a la divina Sabiduría.

Porque, aun a lo que en esta vida se puede alcanzar de estos misterios de Cristo, no se puede llegar sin haber padecido mucho y recibido muchas mercedes intelectuales y sensitivas de Dios, y habiendo precedido mucho ejercicio espiritual, porque todas estas mercedes son más bajas que la sabiduría de los misterios de Cristo, porque todas son como disposiciones para venir a ella.

¡Oh, si se acabase ya de entender cómo no se puede llegar a la «espesura» y sabiduría de «las riquezas de Dios» que son de muchas maneras, si no es entrando en la «espesura del padecer» de muchas maneras, poniendo en eso el alma su consolación y deseo! ¡Y cómo el alma que de veras desea sabiduría divina desea primero el padecer para entrar en ella, en la «espesura de la cruz»!

Que, por eso, san Pablo amonestaba a los de Efeso que no desfalleciesen en las tribulaciones, que estuviesen bien fuertes y arraigados en la caridad, para que pudiesen com-prender, con todos los santos, qué cosa sea la anchura y la longura y la altura y la profundidad, y para saber también la supereminente caridad de la ciencia de Cristo, para ser llenos de todo henchimiento de Dios.

Porque, para entrar en estas riquezas de su sabiduría, la puerta es la cruz, que es angosta. Y desear entrar por ella es de pocos; mas desear los deleites a que se viene por ella es de muchos.

San Juan de la Cruz
Cántico espiritual (Canciones 37, 4 y 36, 13 declaración)

sábado, 13 de diciembre de 2014

Santa Otilia


Celebramos hoy en la Archiabadía de Santa Otilia la Solemnidad de nuestra patrona. Santa Otilia es actualmente una Congregación Benedictina, de carácter misionero, extendida por Europa, Asia, Áfriuca y América. El reportaje que a continuación se muestra, hablado en alemán, nos permite ver imágenes de la celebración, en nuestra iglesia abacial, de las bodas de oro de profesión de varios monjes. Entre ellos, se destaca la presencia del que fuera Archiabad de Santa Otilia, Abad Primado de los Benedictinos y Obispo de Augsburgo, dom Víctor Darmetz. A mí se me puede ver como asistente junto al actual Archiabad.

viernes, 12 de diciembre de 2014

Monasterio de Guadalupe



Este día celebra la Iglesia de América la Solemnidad de la Virgen de Guadalupe. ¿qué relación tiene con el Monasterio de Guadalupe? Según algunas teorías el nombre de la Virgen mexicana fue puesto porque al obispo Juan de Zumárraga le resultaba difícil pronunciar su nombre en náhuatl, Coatlaxopeuh, y la llamó "La Virgen de Guadalupe" porque "Coatlaxopeuh" le sonaba parecido al nombre con que los extremeños solían invocar a la Virgen. Sin embargo, esto no concuerda con las semejanzas fonéticas propuestas que significan "la que pisa la serpiente de piedra" o "la que pisa la cabeza de la serpiente", pues en la imagen de la tilma de México no hay ninguna serpiente. Sin embargo, en el documento Nican Mopohua, escrito en vida del indio Juan Diego en idioma nahuatl, se transcribe claramente en español el nombre de Santa María de Guadalupe.


Lo cierto es que el Santuario y Monasterio de Guadalupe constituye uno de los centros espirituales fundamentales de la geografía espiritual castellana de finales de la época medieval. El Santuario comenzó su andadura a finales del siglo XIII, siendo inicialmente una pequeña ermita, pobre y humilde, custodiada en sus primeros años por el sacerdote Pedro García (1330), a la que sustituyó la denominada segunda iglesia a finales del siglo XIV. Alfonso XI, que gustaba cazar por estas sierras, visitó Guadalupe en el año 1335, contemplando el estado ruinoso de la primitiva ermita y comenzando las gestiones para proceder a su restauración.


Se designó al cardenal Pedro Gómez Barroso como custodio, ocupándose de tal cometido desde 1335 hasta 1341. En este tiempo se fundó en 1337 la Puebla y por orden de Alfonso XI comenzaron a construir el Monasterio (1340) solicitando y obteniendo para este lugar la creación de un priorato secular y lo declaró de su real patronato. El priorato secular, dotado con el señorío civil del prior sobre la Puebla, estuvo dirigido por cuatro priores entre los años 1341 y 1389, finalizando este con la entrega del santuario a la Orden de San Jerónimo, que se mantuvieron en este lugar cuatro siglos, hasta que la desamortización de 1835 puso fin a este periplo, pasando a ser parroquia secular de la archidiócesis de Toledo, que regentaban sacerdotes diocesano hasta la llegada de la Orden Franciscana en 1908, que es quien rige desde entonces y hasta la actualidad el Monasterio y Santuario.

El Monasterio de Guadalupe es y fue un monumento de notable importancia: Fue el principal Monasterio de la Orden Jerónima, es un exponente excepcional de la arquitectura por su diversidad y variedad de estilos (destacan el Templo, Claustro Mudéjar y templete, este último único en el mundo), vinculado a la historia media y moderna de España por su relación con los reyes Católicos, protagonismo de excepción con la evangelización y conquista de América, centro de cultural de primer nivel, centro de investigación y enseñanza (escuela de medicina, botica, scriptorium…), talleres de diversa índole (bordados, orfebrería, miniados), biblioteca con un fondo extenso y rico, centro de peregrinación y hospedería.

jueves, 11 de diciembre de 2014

San Juan Pablo II. Homilía en la Beatificación de la santa Madre Maravillas



La madre Maravillas de Jesús, también ella carmelita descalza, es otro ejemplo luminoso de santidad que la Iglesia propone hoy a la veneración de los fieles proclamándola beata. Esta insigne madrileña buscó a Dios durante toda su vida y se consagró enteramente a él en la vida recoleta del Carmelo. Fundó un monasterio en el Cerro de los Ángeles, centro geográfico de España, junto al monumento al Sagrado Corazón, al cual se había consagrado la nación. Debiendo salir del convento a causa de la guerra civil, puso todo su empeño en asegurar la pervivencia de la orden, lo que la llevó a realizar numerosas fundaciones, que ella quiso estuvieran presididas por el espíritu de penitencia, de oblación y recogimiento, característico de la reforma teresiana.

Persona muy conocida en su época, supo aprovechar esa circunstancia para llevar muchas almas a Dios. Las ayudas que recibía, las empleó todas en socorrer monasterios, sacerdotes, seminarios y obras religiosas en necesidad. Por ello, son tantos los que le están agradecidos. Fue priora durante casi toda su vida religiosa, siendo como una verdadera madre para sus hermanas. Vivió animada por una fe heroica, plasmada en la respuesta a una vocación austera, poniendo a Dios como centro de su existencia. Tras haber sufrido no pocas pruebas, murió repitiendo: «¡Qué felicidad morir carmelita!». Su vida y su muerte son un elocuente mensaje de esperanza para el mundo, tan necesitado de valores y, en ocasiones, tan tentado por el hedonismo, el hacer fácil y el vivir sin Dios.

San Juan Pablo II
Beatificación de la santa Madre Maravillas de Jesús
Domingo 10 de mayo de 1998

miércoles, 10 de diciembre de 2014

En el instituto de Santa Otilia

Simpático video del Instituto Rabano Mauro, de la Archiabadía de Santa Otilia. Los padres que aparecen en la grabación son el actual prior P. Timotheus, junto con los padres Teophil y Vianney. La música está interpretada por el grupo Los Sacerdotes, que el año pasado alcanzó notable éxito en Alemania, integrado por el Abad Rabano, el P. Vianney y un sacerdote austriaco.

martes, 9 de diciembre de 2014

Apotegmas de un monje a sí mismo


56.- Consolamini, consolamini, popule meus, dicit Deus vester. Monje, el Señor vino para salvarnos, para curarnos, para ofrecernos la posibilidad de ser, en verdad, hijos de Dios. Cargó sobre sus ojos a la oveja perdida, la curó y la devolvió a la vida. Unos lo creyeron y lo siguieron hasta el final; otros lo despreciaron y, como a inocente cordero, lo sacrificaron. Pero el Señor volverá, para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Entonces consolará a los que en este mundo han sufrido por él, en la confesión de la verdad y del amor. Que esta promesa te mantenga firme en la esperanza.

jueves, 4 de diciembre de 2014

Benedicto XVI: San Juan Damasceno

San Juan Damasceno escribe: "En otros tiempos Dios no había sido representado nunca en una imagen, al ser incorpóreo y no tener rostro. Pero dado que ahora Dios ha sido visto en la carne y ha vivido entre los hombres, yo represento lo que es visible en Dios. Yo no venero la materia, sino al creador de la materia, que se hizo materia por mí y se dignó habitar en la materia y realizar mi salvación a través de la materia. Por ello, nunca cesaré de venerar la materia a través de la cual me ha llegado la salvación. Pero de ningún modo la venero como si fuera Dios. ¿Cómo podría ser Dios aquello que ha recibido la existencia a partir del no ser? (...) Yo venero y respeto también todo el resto de la materia que me ha procurado la salvación, en cuanto que está llena de energías y de gracias santas. ¿No es materia el madero de la cruz tres veces bendita? (...) ¿Y no son materia la tinta y el libro santísimo de los Evangelios? ¿No es materia el altar salvífico que nos proporciona el pan de vida? (...) Y antes que nada, ¿no son materia la carne y la sangre de mi Señor? O se debe suprimir el carácter sagrado de todo esto, o se debe conceder a la tradición de la Iglesia la veneración de las imágenes de Dios y la de los amigos de Dios que son santificados por el nombre que llevan, y que por esta razón habita en ellos la gracia del Espíritu Santo. Por tanto, no se ofenda a la materia, la cual no es despreciable, porque nada de lo que Dios ha hecho es despreciable" (Contra imaginum calumniatores, I, 16, ed. Kotter, pp. 89-90).

Vemos que, a causa de la encarnación, la materia aparece como divinizada, es considerada morada de Dios. Se trata de una nueva visión del mundo y de las realidades materiales. Dios se ha hecho carne y la carne se ha convertido realmente en morada de Dios, cuya gloria resplandece en el rostro humano de Cristo. Por consiguiente, las invitaciones del Doctor oriental siguen siendo de gran actualidad, teniendo en cuenta la grandísima dignidad que la materia recibió en la Encarnación, pues por la fe pudo convertirse en signo y sacramento eficaz del encuentro del hombre con Dios.

Así pues, san Juan Damasceno es testigo privilegiado del culto de las imágenes, que ha sido uno de los aspectos característicos de la teología y de la espiritualidad oriental hasta hoy. Sin embargo, es una forma de culto que pertenece simplemente a la fe cristiana, a la fe en el Dios que se hizo carne y se hizo visible. La doctrina de san Juan Damasceno se inserta así en la tradición de la Iglesia universal, cuya doctrina sacramental prevé que elementos materiales tomados de la naturaleza puedan ser instrumentos de la gracia en virtud de la invocación (epíclesis) del Espíritu Santo, acompañada por la confesión de la fe verdadera.

En unión con estas ideas de fondo san Juan Damasceno pone también la veneración de las reliquias de los santos, basándose en la convicción de que los santos cristianos, al haber sido hechos partícipes de la resurrección de Cristo, no pueden ser considerados simplemente "muertos". Enumerando, por ejemplo, aquellos cuyas reliquias o imágenes son dignas de veneración, san Juan precisa en su tercer discurso en defensa de las imágenes: "Ante todo (veneramos) a aquellos en quienes ha habitado Dios, el único santo, que mora en los santos, como la santa Madre de Dios y todos los santos. Estos son los que, en la medida de lo posible, se han hecho semejantes a Dios con su voluntad y por la inhabitación y la ayuda de Dios, son llamados realmente dioses, no por naturaleza, sino por contingencia, como el hierro al rojo vivo es llamado fuego, no por naturaleza sino por contingencia y por participación del fuego. De hecho dice: "Seréis santos, porque yo soy santo".

Benedicto XVI
Fragmento de la Audiciencia General
Miércoles 6 de mayo de 2009

miércoles, 3 de diciembre de 2014

San Francisco Javier. ¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!

Venimos por lugares de cristianos que ahora habrá ocho años que se hicieron cristianos. En estos lugares no habitan portugueses, por ser la tierra muy estéril en extremo y paupérrima. Los cristianos de estos lugares, por no haber quien les enseñe en nuestra fe, no saben más de ella que decir que son cristianos. No tienen quien les diga misa, ni menos quien los enseñe el Credo, Pater nóster, Ave María, ni los mandamientos.

En estos lugares, cuando llegaba, bautizaba a todos los muchachos que no eran bautizados; de manera que bauticé una grande multitud de infantes que no sabían distinguir la mano derecha de la izquierda. Cuando llegaba en los lugares, no me dejaban los muchachos ni rezar mi Oficio, ni comer, ni dormir, sino que los enseñase algunas oraciones. Entonces comencé a conocer por qué de los tales es el reino de los cielos.

Como tan santa petición no podía sino impíamente negarla, comenzando por la confesión del Padre, Hijo y Espíritu Santo, por el Credo, Pater nóster, Ave María, así los enseñaba. Conocí en ellos grandes ingenios; y, si hubiese quien los enseñase en la santa fe, tengo por muy cierto que serían buenos cristianos.

Muchos cristianos se dejan de hacer, en estas partes, por no haber personas que en tan pías y santas cosas se ocupen. Muchas veces me mueven pensamientos de ir a los estudios de esas partes, dando voces, como hombre que tiene perdido el juicio, y principalmente a la universidad de París, diciendo en Sorbona a los que tienen más letras que voluntad, para disponerse a fructificar con ellas: «¡Cuántas ánimas dejan de ir a la gloria y van al infierno por la negligencia de ellos!».

Y así como van estudiando en letras, si estudiasen en la cuenta que Dios, nuestro Señor, les demandará de ellas, y del talento que les tiene dado, muchos de ellos se moverían, tomando medios y ejercicios espirituales para conocer y sentir dentro de sus ánimas la voluntad divina, con-formándose más con ella que con sus propias afecciones, diciendo: «Aquí estoy, Señor, ¿qué debo hacer? Envíame adonde quieras; y, si conviene, aun a los indios».

De las cartas de san Francisco Javier a san Ignacio

martes, 2 de diciembre de 2014

Apotegmas de un monje a sí mismo


55.- Egredietur virga de radice Iesse. Monje, el tronco de David se había vuelto reseco, duro y estéril, a causa de la dureza de su corazón. Pero el Espíritu Santo supo encontrar a la Virgen, que aceptó su Palabra, y floreció de modo admirable la salvación de los hombres. Que no cese tu corazón en la alabanza del Señor, que busca la salvación de su creación, y que María, la Virgen en la que floreció el Verbo encarnado, sea para ti refugio en tu incredulidad y auxilio en el peligro.

lunes, 1 de diciembre de 2014

Apotegmas de un monje a sí mismo


54.- Angelus Domini nuntiavit Mariae. Monje, en María encuentras un modelo ideal para tu propia vida. Su oración sencilla la preparó para escuchar el mensaje del ángel y aceptar lo que Dios iba a realizar. El ángel del Señor anuncia a María, y ella concibe por obra del Espíritu Santo: la fuerza de Dios hace fructificar su fe y, de este modo prodigioso, comienza la salvación del mundo en la plenitud del tiempo. Abre, monje, como María, tu corazón al Señor.