miércoles, 30 de abril de 2014

Apotegmas de un monje a sí mismo


35.- Cristo fue a buscarte. Monje, los Padres te enseñan que Cristo descendió a los infiernos y rescató a toda la humanidad que yacía en tinieblas y sombras de muerte. Pero no sólo fue a buscar a cuantos vivieron en el pasado: también descendió a lo profundo de tu propio pecado, a ese abismo de oscuridad en el que tus malas acciones te precipitan, y que tanta vergüenza te causan cuando, con sinceridad, las reconoces. Cristo descendió a tus propios infiernos, monje, y te encontró tan desnudo de méritos como a los primeros padres. No te avergüences: no lo hizo sino para salvarte definitivamente.

martes, 29 de abril de 2014

Santa Catalina de Siena. Gusté y vi.

Estigmatización de Santa Catalina

¡Oh Deidad eterna, oh eterna Trinidad, que por la unión de la naturaleza divina diste tanto valor a la sangre de tu Hijo unigénito! Tú, Trinidad eterna, eres como un mar profundo en el que cuanto más busco, más encuentro, y cuanto más encuentro, más te busco. Tú sacias al alma de una manera en cierto modo insaciable, pues en tu insondable profundidad sacias al alma de tal forma que siempre queda hambrienta y sedienta de ti, Trinidad eterna, con el deseo ansioso de verte a ti, la luz, en tu misma luz.

Con la luz de la inteligencia gusté y vi en tu luz tu abismo, eterna Trinidad, y la hermosura de tu criatura, pues, revistiéndome yo misma de ti, vi que sería imagen tuya, ya que tú, Padre eterno, me haces partícipe de tu poder y de tu sabiduría, sabiduría que es propia de tu Hijo unigénito. Y el Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo, me ha dado la voluntad que me hace capaz para el amor.

Tú, Trinidad eterna, eres el Hacedor y yo la hechura, por lo que, iluminada por ti, conocí, en la recreación que de mí hiciste por medio de la sangre de tu Hijo unigénito, que estás amoroso de la belleza de tu hechura.

¡Oh abismo, oh Trinidad eterna, oh Deidad, oh mar profundo!: ¿podías darme algo más preciado que tú mismo? Tú eres el fuego que siempre arde sin consumir; tú eres el que consumes con tu calor los amores egoístas del alma. Tú eres también el fuego que disipa toda frialdad; tú iluminas las mentes con tu luz, en la que me has hecho conocer tu verdad.

En el espejo de esta luz te conozco a ti, bien sumo, bien sobre todo bien, bien dichoso, bien incomprensible, bien inestimable, belleza sobre toda belleza, sabiduría sobre toda sabiduría; pues tú mismo eres la sabiduría, tú, el pan de los ángeles, que por ardiente amor te has entregado a los hombres.

Tú, el vestido que cubre mi desnudez; tú nos alimentas a nosotros, que estábamos hambrientos, con tu dulzura, tú que eres la dulzura sin amargor, ¡oh Trinidad eterna!

Diálogo sobre la divina providencia (Cap 167)

domingo, 27 de abril de 2014

Escritos del santo Hermano Rafael - 10 -


5 de febrero de 1938 - sábado

San Isidro, 5 de febrero de 1938.

Pasan los días rápidamente y con ellos paso yo. Con el papel delante y con la pluma en la mano, no sé qué hacer... ¡Son tantas cosas las que encierra mi alma que si de todo lo que siento me pusiera a escribir, no acabaría.

Dios, en su infinita bondad, sin necesidad de palabras de hombres, me va enseñando la única ciencia que aquí a la Trapa he venido a aprender..., el desprecio del mundo y la práctica de su amor a Dios. Es a costa de mucho sufrimiento como voy aprendiendo.

Ya me voy acostumbrando a permanecer encerrado en el monasterio. Llevo dos meses sin gozar de un poco de aire y de sol... ¡Ah!, Señor, qué duro es eso para mi..., yo que gozaba en el mundo, con cantar en el campo tus maravillas y grandezas..., que mi mayor placer era abrir mucho los ojos para contemplar el mar..., que mi alma se extasiaba ante un cielo tachonado de estrellas, y mi alma te bendecía al escuchar el silencio de la tierra en una tranquila y dulce puesta de sol.

Todo se acabó para mi..., el cielo, el sol y las flores. La parte humana..., que es mucha, llora, Señor, mi libertad perdida. Pero Tú vienes y me consuelas... ¿Qué no harás Tú por mi, bendito Jesús?

Ayer, a la hora del trabajo, un cielo azul espléndido rodeaba al monasterio... Un día claro de invierno reinaba en estos campos de Castilla. La obediencia me mandó a empapelar chocolate a la fábrica. Una pena muy grande tenía dentro... Me agarré a mi crucifijo y me dispuse a cumplir la obediencia, y Tú, Señor, me hiciste pensar. ¿Qué mejor flor que la penitencia?... Tenía gana de llorar, pero en comunidad no se puede.

Penitencia viniste a hacer..., ¿de qué te quejas, hermano? Si tú supieras que cada lágrima derramada por mi amor en la penitencia del claustro, es un obsequio que hace cantar de alegría a todos los ángeles del cielo.

Ánimo, Rafael, me parece que Dios me decía..., todo pasa..., y bendito Jesús, la pena se me quitaba... Ya no me importaba la belleza del día, ni de nada de la tierra... Yo sabía que Dios me ayudaba, y que Dios me bendecía, y en mi torpe trabajo para empapelar chocolate, a nadie de la tierra ni del cielo envidiaba, pues pensaba, que si los santos del cielo pudieran bajar un momento a la tierra seria para, desde aquí, aumentar la gloria de Dios, aunque no fuera más que con un Avemaría, de rodillas, en silencio..., o quién sabe, envolviendo pastillas de chocolate.

¡Qué bueno eres, Señor! ¡Cuánto me quieres!... Poco a poco voy llegando a comprender la vanidad de todo.

Cuando, después de Vísperas, me arrodillé a los pies de tu Sagrario, vi que había pasado el día, y con él, el cielo azul, el sol brillante, mis penas y mis alegrías... Todo pasó y nada queda.

Qué bien comprendo la vanidad de amar lo perecedero. Sólo lo que sufrí por tu amor al fin del día, me servirá para algo... Lo demás es tiempo perdido, y ¡ah!, Señor, entonces si que lloraremos el no haber hecho penitencia; entonces bendeciremos las pastillas envueltas en la oscuridad de la chocolatería...

¡Qué bueno eres, Señor! Dulce eres cuando consuelas..., pero tu verdadero amor nos lo muestras en las tribulaciones y en las pruebas.

No te pido descanso en la tierra Señor . Quiero cumplir tu voluntad hasta el fin… Enséñame como hasta ahora lo vas haciendo…, en soledad y desconsuelo, en pura fe…, en el abismo de mi nada, y… en los brazos de la Cruz.

¿Qué me falta para ser feliz? Nada, pues nada deseo.

Ya lo sabes, Señor, no te importen mis lágrimas, ni te detengan a veces mis grandes faltas de correspondencia a tu amor... Ya sabes lo que soy y como soy.

No me atrevo a pedirte sufrimientos y cruz, pues me parecería una soberbia presunción, para mi enorme flaqueza..., pero si me las envías, benditas sean.

Bendigo tu mano, Señor, y me entra una enorme alegría al yerme pobre, inútil, enfermo..., y a veces tengo miedo..., aún hay quien me quiere, y tengo cama..., y el santo Job, te bendecía desde un muladar, rascando sus podredumbres con una teja. ¿De qué me puedo yo quejar?... ¡Ah!, Señor, aún soy algo y aún tengo algo.

En tus manos me abandono y a los pies de la Santísima Virgen María...

¿Para qué voy a seguir escribiendo?, también esto me parece vanidad.

Que Jesús y María me perdonen. Así sea.


(1) Este cuaderno lo escribió Rafael a indicación del que había sido su director espiritual, el P. Teófilo Sandoval.

viernes, 25 de abril de 2014

Apotegmas de un monje a sí mismo


34.- La cena que recrea y enamora. Monje, estos días el Señor te convida a la cena del cordero pascual, la cena en la que te entrega su existencia, la cena, como dijo el santo poeta carmelita, que recrea y enamora. Recrea porque te libra de todo mal, te libera de la esclavitud del pecado y te llena de esperanza. Pero no sólo recrea, sino que también enamora. Cristo está llamando a tu puerta: si le abres, entrará y cenará contigo. ¿Qué más puedes desear?

jueves, 24 de abril de 2014

Escritos del santo Hermano Rafael - 9 -


31 de enero de 1938 - lunes

Dios mío..., Dios mío, enséñame a amar tu Cruz. Enséñame a amar la absoluta soledad de todo y de todos. Comprendo, Señor, que es así como me quieres, que es así de la única manera que puedes doblegar a Ti este corazón tan lleno de mundo y tan ocupado en vanidades.

Así en la soledad en que me pones, me enseñarás la vanidad de todo, me hablarás Tú solo al corazón y mi alma se regocijará en Ti.

Pero sufro mucho, Señor..., cuando la tentación aprieta y Tú te escondes... ¡cómo pesan mis angustias!...

¡Silencio pides!... Señor, silencio te ofrezco.

¡Vida oculta!... Señor, sea la Trapa mi escondrijo.

¡Sacrificio!... Señor, ¿qué te diré?, todo por Ti lo di.

¡Renuncia!... Mi voluntad es tuya, Señor.

¿Qué queréis Señor, de mi?

¡¡Amor!! ¡Ah!, Señor, eso quisiera poseer a raudales. Quisiera, Señor, amarte como nadie... Quisiera, Jesús mío, morir abrasado en amor y en ansias de Ti. ¿Qué importa mi soledad entre los hombres? Bendito Jesús, cuanto más sufra..., más te amaré. Más feliz seré, cuanto mayor sea mi dolor. Mayor será mi consuelo, tanto más carezca de él. Cuanto más solo esté, mayor será tu ayuda.

Todo lo que Tú quieras seré.

Mi vida quisiera que fuera un solo acto de amor..., un suspiro prolongado de ansias de Ti.

Quisiera que mi pobre y enferma vida, fuera una llama en la que se fueran consumiendo por amor... todos los sacrificios, todos los dolores, todas las renuncias, todas las soledades.

Quisiera que tu vida, fuera mi única Regla

Que tu "amor eucarístico" mi único alimento.

Tu evangelio mi único estudio.

Tu amor, mi única razón de vivir..

¡Quisiera dejar de vivir si vivir pudiera sin amarte!

Quisiera morir de amor, ya que sólo de amor vivir no puedo.

Quisiera, Señor…, volverme loco… Es angustioso vivir así.

¡Es tan doloroso querer amarte y no poder! Es tan triste arrastrar por el suelo del mundo la materia que es cárcel del alma que sólo suspira por Ti... ¡Ah!, Señor, morir o vivir, lo que Tú quieras…, pero por amor

Ni yo mismo sé lo que digo, ni lo que quiero... Ni sé si sufro, ni si gozo..., ni sé lo que quiero ni lo que hago.

Ampárame, Virgen María... Sé mi luz en las tinieblas que me rodean. Guíame en este camino en que ando solo, guiado solamente por mi deseo de amar entrañablemente a tu Hijo.

No me dejes, Madre mía. Ya sé que nada soy y que nada valgo. Miseria y pecados..., eso es lo único, y lo mejor, que puedo alegar para que tú atiendas mi oración.

Señora, vine a la Trapa, dejando a los hombres, y con los hombres me encuentro. Ayúdame a seguir los consejos de la Imitación de Cristo, que me dice no busque nada en las criaturas y me refugie en el Corazón de Cristo.

Nada quiero que no sea Dios..., fuera de El todo es vanidad.

miércoles, 23 de abril de 2014

Apotegmas de un monje a sí mismo


33.- Vida nueva. Monje, ¿nunca has experimentado que la Pascua te infunde nuevas fuerzas para renovar tu vida? Ya no es el esfuerzo de tu penitencia: es la gracia del Resucitado, que te regenera para una nueva existencia. Procura, pues, hacerte digno de este regalo espiritual que recibes durante estos días. Alaba con toda la intensidad de tu corazón al que tan entrañables muestras de amor te ha dado. Contémplalo amanecer radiante en tu corazón: llegará el día en el que lo verás cara a cara, y ya no necesitarás la pobreza de tu fe, pues él se te mostrará en el radiante fulgor de su gloria.

martes, 22 de abril de 2014

Escritos del santo Hermano Rafael - 8 -


7 de enero de 1938 - viernes

Una de mis mayores faltas es la impaciencia y algunas veces un hermano, sin darse cuenta, me pone los nervios en tal estado, sobre todo con ciertos ruidos, que saldría dando gritos si me dejara llevar del natural.

Mas he venido a la Trapa a mortificarme y a sufrir lo que el Señor quiera enviarme.

La máxima penitencia es la vida común.

Señora y Reina del cielo, concededme la gracia de ser manso. Así sea.

7-1-38

Una de mis mayores penas es el ver que estoy abrazado a la Cruz de Jesús, y que no la amo como quisiera.

domingo, 20 de abril de 2014

Apotegmas de un monje a sí mismo


32.- Pascua. Monje, alégrate y goza: Cristo ha resucitado. Olvida tus gozos y tus penas, olvídate de ti mismo y, esté como esté tu corazón, alaba al Señor que, venciendo sobre la muerte, ha renovado desde lo más profundo de su ser a la entera creación. Tal vez esta Cuaresma no haya sido especialmente fervorosa, tal vez no se te haya conmovido tu duro corazón durante el tiempo de la Pasión, tal vez tu alegría es demasiado tenue para tan gran noticia. No te preocupes: alaba al Señor de todo corazón porque éste es el día en el que ha actuado: que sólo él sea la causa de nuestra alegría y de nuestro gozo.

sábado, 19 de abril de 2014

Apotegmas de un monje a sí mismo


31.- Confianza. Monje, ¿cómo crees que se encontraban los discípulos aquel primer sábado santo? Mucho más desconcertados que tú en tus peores momentos de desolación; mucho más inseguros que tú en tus peores dudas; mucho más tristes que tú en tu más lacerante soledad. ¿Cómo celebrarían aquella pascua, cuando hacía pocas horas habían contemplado la atroz aniquilación de su Maestro? ¿Qué pensarían al cantar el versículo del salmo pascual: Éste es el día en el que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo? Monje: ¡confía en el Señor! En pocas horas, de forma absolutamente inesperada, brillará su refulgente luz desde lo más profundo del cosmos.

viernes, 18 de abril de 2014

Apotegmas de un monje a sí mismo


30.- Velad y orad. Monje, ¿por qué crees que nuestro Señor Jesucristo puso tanto énfasis, aquella última noche, en que sus discípulos velasen y orasen? Puede que su humanidad, como nuestra debilidad conoce por experiencia, necesitase la compañía de aquellos a quienes más quería, precisamente en aquellos duros momentos previos a su Pasión. Pero, sin duda, conociendo él nuestra debilidad, insistió en la oración para que nosotros nunca desfallezcamos en la fe, y confiemos en Dios, Padre todopoderoso, aun cuando todo desmienta su poder y su misericordia: nuestras propias cruces que, como discípulos del crucificado, hemos de cargar sobre nuestros hombros.

jueves, 17 de abril de 2014

Christus factus est

Desde el Jueves Santo, vamos a cantar en diversos momentos un himno que san Pablo compuso e insertó en su Carta los Filipenses: Cristo se hizo obediente hasta la muerte, y una muerte de Cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todo, y le concedió el nombre sobre todo nombre. El siguiente video está realizado por los monjes cistercienses de la Santa Cruz, junto a Viena. Una verdadera invitación a la oración, en canto y en imágenes.

miércoles, 16 de abril de 2014

Apotegmas de un monje a sí mismo


29.- Desengaño. Monje, toda la vida es un sueño. Soñabas cuando eras joven, esperando del mañana ver hechos realidad tus sueños. Hoy sueñas, cuando todo va pasando, que todavía queda un mañana. Y, cuando llegue este mañana, verás todo lo pasado como un sueño. Desengáñate, monje, pues toda la vida es un sueño. Sólo despertando con Cristo resucitado vivirás en la verdad.

martes, 15 de abril de 2014

Escritos del santo Hermano Rafael - 7 -


6 de enero de 1938 - jueves

Ave María.

Día 6 de enero.

Por la mañana de este día tuve gran consuelo y mucha paz en la santa comunión. Estuve un gran rato muy recogido; vi con claridad que sólo Jesús puede llenar mi alma y mi vida.

Hubiera querido ofrecer a Jesús Niño algo..., algo que no tengo. Hubiera querido morir en su presencia olvidándome de todo, y solamente amándole... ¡Qué bueno es Dios!

No habían pasado tres cuartos de hora, cuando no lo sé, ni me lo explico, una angustia muy grande llenó mi espíritu. Mi alma se derramó en lágrimas en la capilla del noviciado. ¡Señor, soy un pobre hombre!

¡Me vi tan solo!... ¿Y mi fervor?... ¿Y mis ansias de Dios y desprecio del mundo, dónde se fueron?... ¿Por qué me dejas, Señor?... ¿Qué haré yo sin Ti? Me da pena de mi mismo al verme tan débil.

Al hacer el examen por la noche, comprendí muchas cosas, que no acierto a escribir.

Dios es muy bueno conmigo.

domingo, 13 de abril de 2014

Apotegmas de un monje a sí mismo


28.- Promesas. Monje, tu Señor te ha prometido tan sublimes dones, que de nada más debieras preocuparte, con excepción de una cosa: ofrecer tu propia existencia para que tus hermanos, para que todos los seres humanos, para que toda la Creación, entre a formar parte del Reino de Dios. Esto lo harás mediante el amor concreto hacia los que te rodean, mediante la misericordia con los frágiles, mediante la paciencia con los que te ofendan, mediante la humildad en el reconocimiento de tu propio pecado, mediante la solicitud hacia quienquiera que te necesita, mediante una incansable oración en favor de quienes no se acuerdan de Dios. El Señor te dejó en la Pasión un modelo a seguir; a través de ese camino, podrás alcanzar en Cristo el Reino Eterno. Deja todo lo demás en sus manos, y no te ocupes de otra cosa que seguirle con tu propia cruz a cuestas.

sábado, 12 de abril de 2014

La Oración de Jesús - 1 -

El siguiente reportaje trata sobre la oración de Jesús. Tiene subtítulos en inglés. Para quien lo entienda, le aprovechará sin duda.

viernes, 11 de abril de 2014

Apotegmas de un monje a sí mismo


27.- Tentación. Monje, tal vez en el silencio de Dios eres tentado a dudar de su presencia; tal vez en la monotonía del transcurrir de tus días eres tentado a dudar de tu decisión; tal vez en la debilidad de tu pecado eres tentado a desesperar de la salvación; tal vez ante el misterio de la cruz eres tentado a desconfiar del poder absoluto de la Resurrección. Monje, tal vez te atormente la sensación de haberte equivocado renunciando a un mundo real en favor de una ilusión inexistente. No temas, monje: en la tentación se purifica tu fe, pues solo creyendo contra toda esperanza llegarás a la vida.

jueves, 10 de abril de 2014

Escritos del santo Hermano Rafael - 6 -


1 de enero de 1938 - sábado

En la oración de esta mañana he hecho un voto. He hecho el voto de amar siempre a Jesús.

Me he dado cuenta de mi vocación. No soy religioso..., no soy seglar..., no soy nada... Bendito Dios, no soy nada más que un alma enamorada de Cristo. Él no quiere más que mi amor, y lo quiere desprendido de todo y de todos.

Virgen María, ayúdame a cumplir mi voto.

Amar a Jesús, en todo, por todo y siempre... Sólo amor. Amor humilde, generoso, desprendido, mortificado, en silencio… Que mi vida no sea más que un acto de amor.

Bien veo que la voluntad de Dios, es que no haga los votos religiosos, ni seguir la Regla de san Benito. ¿He de querer yo lo que no quiere Dios?

Jesús me manda una enfermedad incurable; es su voluntad que humille mi soberbia ante las miserias de mi carne. Dios me envía la enfermedad. ¿No he de amar todo lo que Jesús me envíe?

Beso con inmenso cariño la mano bendita de Dios que da la salud cuando quiere, y la quita cuando le place.

Decía Job, que pues recibimos con alegría los bienes de Dios, ¿por qué no hemos de recibir así los males? ¿Mas acaso todo eso me impide amarle?... No..., con locura debo hacerlo.

Vida de amor, he aquí mi Regla..., mi voto... He aquí la única razón de vivir.

Empieza el año 1938. ¿Qué me prepara Dios en él? No lo sé... ¿Quizás no me importe?... Menos ofenderle me da lo mismo todo... Soy de Dios, que haga conmigo lo que quiera. Yo hoy le ofrezco un nuevo año, en el que no quiero que reine más que una vida de sacrificio, de abnegación, de desprendimiento, y guiada solamente por el amor a Jesús..., por un amor muy grande y muy puro.

Quisiera mi Señor, amarte como nadie. Quisiera pasar esta vida, tocando el suelo solamente con los pies. Sin detenerme a mirar tanta miseria, sin detenerme en ninguna criatura. Con el corazón abrasado en amor divino y mantenido de esperanza.

Quisiera Señor, mirar solamente al cielo, donde Tú me esperas, donde está María, donde están los santos y los ángeles, bendiciéndote por una eternidad, y pasaron por el mundo solamente amando tu ley y observando tus divinos preceptos.

¡Ah!, Señor, cuánto quisiera amarte. ¡Ayúdame, Madre mía!.

He de amar la soledad, pues Dios en ella me pone.

He de obedecer a ciegas, pues Dios es el que me ordena.

He de mortificar continuamente mis sentidos.

He de tener paciencia en la vida de comunidad.

He de ejercitarme en la humildad.

He de hacer todo por Dios y por María.

miércoles, 9 de abril de 2014

Monasterio Ortodoxo de la Santa Cruz, en Virginia

El siguiente reportaje muestra el Monasterio Ortodoxo de la Santa Cruz, en Wayne, en Virgina. El reportaje está hablado en inglés; se pueden habilitar subtítulos y su traducción. Me ha parecido interesante.

martes, 8 de abril de 2014

Súplicas de un monje


Danos, Señor, un corazón generoso, que se consagre al estudio y a la oración sobre tu Sagrada Palabra, que por nosotros se encarnó, y que por nosotros fue tentada y padeció.

Purifica, Señor, nuestro corazón, de todo pensamiento vano y oscuro, para que todo nuestro ser esté siempre en tu presencia.

Perdona, Señor, la debilidad de nuestro corazón, su incapacidad de permanecer junto a ti en vela, cuando más lo necesita tu angustia ante la muerte.

lunes, 7 de abril de 2014

Ottobeuren

Breve visita a uno de los monasterio históricos de Baviera: Ottobeuren, perteneciente a la Congegación Benedictina Bávara.

domingo, 6 de abril de 2014

Santa Cruz de la Serós


Visitamos el que fuera uno de los monasterios medievales más hermosos del Reino de Aragón: el de Santa Cruz de la Serós, al pie de San Juan de la Peña, junto a Jaca. Estuvo habitado por monjas benedictinas que, en cumplimiento de los decretos conciliares de Trento, hubieron de trasladarse al interior de la ciudad de Jaca a finales del siglo XVI. Nos ha quedado una magnífica iglesia románica, que visitamos a continuación.

sábado, 5 de abril de 2014

Escritos del santo Hermano Rafael - 5 -


31 de diciembre de 1937 - viernes

Me voy dando cuenta de que la virtud más práctica para tener paz en la vida de comunidad es la humildad.

La humildad delante de Dios, nos ayuda a la confianza, pues humildad es conocimiento de sí mismo, y ¿quién que se conozca a si mismo, puede esperar algo de si?... Loco sería si no lo esperase todo de Dios.

La humildad llena de paz nuestro trato con los hombres. Con ella no hay discusión, no hay envidia, no hay ofensa posible... ¿Quién puede ofender a la misma nada?

Le pido encarecidamente a María, me enseñe en lo que Ella fue maestra..., humilde ante Dios y ante los hombres.

Hágase.

viernes, 4 de abril de 2014

Apotegmas de un monje a sí mismo

Juan de Juanes
San Bruno
25.- Soledad. Monje, busca la soledad. Sólo así podrás ponerte plenamente en la presencia del Señor. La soledad no te aleja de los hombres: te acerca a tu Señor. Recuerda la vida de Jesús, que tanto te amó, que tanto hizo por ti, que tanto quiere estar contigo. Suspende cualquier otra consideración, y contémplale en cualquiera de los pasos y misterios de su vida. Comparte su alegría con los discípulos, su exaltación en la predicación, su compasión en los milagros, su tristeza ante el rechazo, su angustia ante la entrega, sus lágrimas en el suplicio, su agonía en la muerte. Símplemente, mírale, pues él te está mirando. Habla con él, considera todas las circunstancias en las que viviría esos momentos, cuéntale tus sufrimientos, pídele que perdone lo que él bien sabe que a ti te avergüenza, suplícale su ayuda en todas tus necesidades, encomiéndale a todos los hombres. Su amor no pasa, su ternura no tiene fin. Déjalo todo, y busca la soledad para ponerte en su presencia.

miércoles, 2 de abril de 2014

Escritos del santo Hermano Rafael - 4 -


29 de diciembre de 1937 - miércoles

Una hora de oración sin un pensamiento de Dios. Apenas me di cuenta, el tiempo pasó. Sonaron las cinco en el reloj y ya llevaba una hora de rodillas… ¿Y la oración? No sé…, no la hice. Estuve pensando en mí mismo, en mis sufrimientos personales, en los recuerdos del mundo. ¿Y Jesús? Y ¿María? Nada… Sólo tengo egoísmo, poca fe y mucha soberbia… ¡Tan importante me creo! ¡Tanto me considero!

¡Pobrecillo!, polvillo insignificante a los ojos de Dios. Ya que no sepas sacar fruto de la oración, aprende a humillarte delante de Él, y así luego lo harás mejor delante de los hombres.

Señor, tened piedad de mi... Sufro, sí..., pero quisiera que mi sufrimiento no fuera tan egoísta. Quisiera, Señor, sufrir por tus dolores de la Cruz, por los olvidos de los hombres, por los pecados propios y ajenos..., por todo, mi Dios, menos por mí... ¿Qué importo yo en la creación?; Qué so delante de Ti?... ¿Qué representa mi vida oculta en la infinita eternidad?... Si me olvidara de mí mismo, mejor sería Señor.

No tengo nada más que un refinado amor propio, y vuelvo a repetir, mucho egoísmo.

Procuraré con la ayuda de María enmendarme. Haré el propósito de que cada vez que un recuerdo del mundo venga a turbarme, acudir a Ti, Virgen María, y rezarte una Salve por todos los que en el mundo te ofenden.

En lugar de meditar mis sufrimientos..., meditar en el agradecimiento, a amar a Dios en mis propias miserias.

Perseveraré en la oración, aunque pierda el tiempo.

martes, 1 de abril de 2014

Santa María Egipciaca

Icono ruso del siglo XVII de santa María Egipciaca

Nos recuerda hoy el Martirologio Romano a una santa, que pasó de ser prostituta a una gran ermitaña, consagrada totalmente al Señor. Su vida, escrita por san Sofronio de Jerusalén, fue objeto de muchas obras literarias. Su culto sobrepasó la tierras de Egipto, extendiéndose por toda la Cristiandad, especialmente en los ámbitos monásticos, tanto católicos como ortodoxos.

Del relato de san Sofronio, hemos seleccionado este párrafo, que nos habla de su vocación en la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén:

El santo día de la Exaltación de la Cruz comenzaba mientras yo aún vagaba cazando jóvenes. Al alba vi que todos se apresuraban a ir la Iglesia, así que corrí con el resto. Cuando la hora de la santa elevación se aproximaba, trataba de pasar entre la multitud que luchaba por pasar a través de las puertas de la Iglesia. Finalmente había logrado pasar aunque con gran dificultad casi hasta la entrada del templo, desde donde el Vivificador Madero de la Cruz era mostrado a las personas. Pero cuando pisé en el umbral que todos cruzaban, fui detenida por una fuerza que no me dejaba entrar. Mientras tanto yo era empujada aparte por la multitud y me encontré a mi misma de pie sola en pórtico de la Iglesia. Pensando que esto había sucedido debido a mi debilidad femenina, traté de nuevo de hacerme paso entre la multitud, tratando de empujar hacia adelante. Pero en vano luché. Otra vez mi pie pisó el umbral por el cual muchos entraban en la Iglesia. Solo yo parecía ser rechazada por la iglesia. Era como si allí hubiese un destacamento de soldados parados para oponerse a mi entrada. Una vez más fui excluida por la misma fuerza poderosa y otra vez quedé en el pórtico.

Habiendo repetido mi intento tres o cuatro veces, finalmente me sentí exhausta y no tuve más fuerza para empujar y ser empujada, así que me hice a un lado y me detuve en un rincón del vestíbulo. Y solo entonces con gran dificultad comencé a entender la razón por la cual no podía ser admitida para ver la vivificadora Cruz. La palabra de la salvación suavemente tocó los ojos de mi corazón y me reveló que era mi vida sucia lo que impedía mi entrada. Comencé a llorar, lamentarme y golpearme el pecho, y a suspirar desde las profundidades de mi corazón. Y así estuve llorando cuando vi sobre mí un icono de la Santísima Madre de Dios. Y volviendo hacia ellas mis ojos corporales y espirituales dije:

"Oh Señora, Madre de Dios, que diste a luz en la carne a Dios el Verbo, yo sé, oh qué bien sé, que no es honor o alabanza para ti cuando alguien tan impuro y depravado como yo mira tu icono, oh siempre Virgen, que mantuviste el cuerpo y el espíritu en pureza. Con razón inspiro odio y desagrado ante tu virginal pureza. Pero he escuchado que Dios, Quien ha nacido de ti, se hizo hombre con el propósito de llamar a los pecadores al arrepentimiento. Por lo tanto ayúdame, ya que no tengo otro auxilio. Ordena que la entrada de la Iglesia me sea abierta. Permíteme ver el venerable Madero sobre el cual Él Quien fue nacido de ti sufrió en la carne y sobre el cual Él derramó Su santa Sangre para la remisión de pecadores y por mí, indigna como soy. Sé mi fiel testigo ante tu Hijo de que yo nunca contaminaré mi cuerpo con la impureza de la fornicación, sino que tan pronto como haya visto el Madero de la Cruz renunciaré al mundo y a sus tentaciones y me iré a donde tu quieras llevarme."

Así hablé y como si hubiese adquirido cierta esperanza en la fe firme, y sintiendo cierta confianza en la misericordia de la Madre de Dios, dejé el lugar donde estaba orando. Y fui de nuevo y me incorporé a la multitud que empujaba en su camino hacia el templo. Y nadie parecía obstruirme, nadie me impedía entrar en la iglesia. Estaba llena de temor, y casi delirante. Habiendo llegado hasta las puertas que no había alcanzado antes –como si la misma fuerza que me había estorbado despejara el camino para mí- entré ahora sin dificultad y me encontré a mi misma dentro de un lugar sagrado. Y así es como vi la Vivificadora Cruz. Vi también los Misterios de Dios y cómo el Señor acepta el arrepentimiento. Arrojándome al suelo, adoré esa santa tierra y la besé con temor. Luego salí de la iglesia y fui donde ella, que había prometido ser mi protección, al lugar donde había sellado mi voto. Y doblando las rodillas ante la Virgen Madre de Dios, le dirigí palabras como estas:

"Oh amorosa Señora, tu me has mostrado tu gran amor por todos los hombres. Gloria a Dios Quien recibe el arrepentimiento de los pecadores a través de ti. ¿Qué más puedo reunir o decir, yo que soy tan pecadora? Ha llegado el tiempo para mi, oh Señora, de realizar mi voto, de acuerdo a tu testimonio. ¡Ahora llévame de la mano al sendero del arrepentimiento! Y con estas palabras escuché una voz de lo alto:

"Si cruzas el Jordán hallarás reposo".

Escuchando esta voz y teniendo fe en que era para mi, exclamé a la Madre de Dios:

"¡Oh Señora, Señora, no me abandones!"