sábado, 31 de enero de 2015

Abadía de Pannonhalma (Hungría)

Visitamos hoy uno de los monasterios benedictinos más importantes del centro de Europa, la Abadía de Pannonhalma, en Hungría. Los monjes benedictinos no sólo celebran solemnemente el Oficio Divino en su suntuoso templo, sino que también mantienen un importante centro educativo, donde ejercen la docencia varios monjes.



viernes, 30 de enero de 2015

La Chaise Dieu

En la memoria de san Lesmes, Adelmo, visitamos el Monasterio de la Chaise Dieu, la Casa de Dios, que está en los orígenes de su vocación. Fundado por san Roberto de Turlandia, se trata de uno de los lugares más impresionantes del centro de Francia. Desgraciadamente, no logró superar la prueba de la Revolución Francesa. En cualquier caso, dejó en la Iglesia medieval frutos tan logrados como la santidad de Lesmes, o la fundación del Cebreiro, en el Camino de Santiago gallego.

jueves, 29 de enero de 2015

San Afraates


Cerca de Antioquía de Siria (hoy en Turquía), san Afraates, anacoreta, que, nacido y formado entre los persas, siguiendo las huellas de los magos se convirtió al Señor en Belén y se retiró a Edessa, viviendo en una pequeña casa fuera de las murallas. Más tarde, con su predicación y sus escritos defendió la fe católica contra los arrianos (c. 378). 

Esta noticia del martirologio nos lleva hoy a considerar la figura de una santo monje, relativamente lejano a nosotros en el tiempo y en el lugar, pero cuyos escritos han ejercicido una cierta influencia sobre la doctrina monástica: Afraatas. Su hombre Afraates alude etimológicamente a aquél que vino de Africa.

El más antiguo de los Padres de la Iglesia de Siria, es San Afraates, llamado "el Sabio persa" por los escritores sirios posteriores. Muy poco es lo que conocemos sobre su vida, De sus escritos podemos concluir que nació en el paganismo y que, al convertirse, abrazó la vida religiosa o de asceta. Poco tiempo después aparece ya cual figura prócer dentro de la Iglesia de Siria. Afraates cambió su nombre por el de Santiago. Ignoramos si esto aconteció al bautizarse, o si más bien tuvo lugar al ser consagrado obispo, conforme a una costumbre oriental, y no precisamente al iniciarse en las órdenes sagradas. El nombre de Santiago explicaría satisfactoriamente el que tanto Genadio como el traductor de las obras de Afraates al armenio le confundiesen con Santiago de Nísibe.

El santo Padre Benedicto dedicó a Afraatas una de sus Catequesis, que merece la pena repasar en este día:

Afraates era originario de una comunidad eclesial que se encontraba en la frontera entre el judaísmo y el cristianismo. Era una comunidad muy unida a la Iglesia madre de Jerusalén, y sus obispos eran elegidos tradicionalmente de entre los así llamados "familiares" de Santiago, el "hermano del Señor", es decir, eran personas unidas con vínculos de sangre y de fe a la Iglesia jerosolimitana.

La lengua de Afraates era el siríaco; por tanto, una lengua semítica como el hebreo del Antiguo Testamento y el arameo, hablado por Jesús mismo. La comunidad eclesial en la que vivió Afraates era una comunidad que trataba de permanecer fiel a la tradición judeocristiana, de la que se sentía hija. Por eso, mantenía una relación estrecha con el mundo judío y con sus libros sagrados. Afraates, significativamente, se definía a sí mismo "discípulo de la sagrada Escritura" del Antiguo y del Nuevo Testamento (Exposición 22, 26), que consideraba su única fuente de inspiración, recurriendo a ella tan a menudo que la convierte en el centro de su reflexión.

Los temas que Afraates desarrolla en sus Exposiciones son muy variados. Fiel a la tradición siríaca, presenta a menudo la salvación realizada por Cristo como una curación y, por consiguiente, presenta a Cristo mismo como médico. En cambio, considera el pecado como una herida, que sólo la penitencia puede sanar:  "Un hombre que ha sido herido en la batalla —decía Afraates— no se avergüenza de ponerse en manos de un médico sabio (...); del mismo modo, quien ha sido herido por Satanás no debe avergonzarse de reconocer su culpa y alejarse de ella, pidiendo la medicina de la penitencia" (Exposición 7, 3).

Otro aspecto importante en la obra de Afraates es su enseñanza sobre la oración y, en especial, sobre Cristo como maestro de oración. El cristiano ora siguiendo la enseñanza de Jesús y su ejemplo orante:  "Así, nuestro Salvador ha enseñado a orar, diciendo:  "Ora en lo secreto a Aquel que está en lo secreto, pero ve todo"; y también:  "Entra en tu aposento y ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo  secreto, te recompensará. Entra en tu aposento y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará". Lo  que  quiere mostrar nuestro Salvador  es  que  Dios conoce los deseos y los pensamientos del corazón" (Exposición 4, 10).

miércoles, 28 de enero de 2015

Catequesis del papa Benedicto sobre santo Tomás de Aquino (3)

Carlo Crivelli - Santo Tomás de Aquino

En 1269 lo llamaron de nuevo a París para un segundo ciclo de enseñanza. Los estudiantes, como se puede comprender, estaban entusiasmados con sus clases. Uno de sus ex alumnos declaró que era tan grande la multitud de estudiantes que seguía los cursos de Tomás, que a duras penas cabían en las aulas; y añadía, con una anotación personal, que «escucharlo era para él una felicidad profunda». No todos aceptaban la interpretación de Aristóteles que daba Tomás, pero incluso sus adversarios en el campo académico, como Godofredo de Fontaines, por ejemplo, admitían que la doctrina de fray Tomás era superior a otras por utilidad y valor, y servía como correctivo a las de todos los demás doctores. Quizá también por apartarlo de los vivos debates de entonces, sus superiores lo enviaron de nuevo a Nápoles, para que estuviera a disposición del rey Carlos I, que quería reorganizar los estudios universitarios.

Tomás no sólo se dedicó al estudio y a la enseñanza, sino también a la predicación al pueblo. Y el pueblo de buen grado iba a escucharle. Es verdaderamente una gran gracia cuando los teólogos saben hablar con sencillez y fervor a los fieles. El ministerio de la predicación, por otra parte, ayuda a los mismos estudiosos de teología a un sano realismo pastoral, y enriquece su investigación con fuertes estímulos.

Los últimos meses de la vida terrena de Tomás están rodeados por una clima especial, incluso diría misterioso. En diciembre de 1273 llamó a su amigo y secretario Reginaldo para comunicarle la decisión de interrumpir todo trabajo, porque durante la celebración de la misa había comprendido, mediante una revelación sobrenatural, que lo que había escrito hasta entonces era sólo «un montón de paja». Se trata de un episodio misterioso, que nos ayuda a comprender no sólo la humildad personal de Tomás, sino también el hecho de que todo lo que logramos pensar y decir sobre la fe, por más elevado y puro que sea, es superado infinitamente por la grandeza y la belleza de Dios, que se nos revelará plenamente en el Paraíso. Unos meses después, cada vez más absorto en una profunda meditación, Tomás murió mientras estaba de viaje hacia Lyon, a donde se dirigía para participar en el concilio ecuménico convocado por el Papa Gregorio x. Se apagó en la abadía cisterciense de Fossanova, después de haber recibido el viático con sentimientos de gran piedad.

La vida y las enseñanzas de santo Tomás de Aquino se podrían resumir en un episodio transmitido por los antiguos biógrafos. Mientras el Santo, como acostumbraba, oraba ante el crucifijo por la mañana temprano en la capilla de San Nicolás, en Nápoles, Domenico da Caserta, el sacristán de la iglesia, oyó un diálogo. Tomás preguntaba, preocupado, si cuanto había escrito sobre los misterios de la fe cristiana era correcto. Y el Crucifijo respondió: «Tú has hablado bien de mí, Tomás. ¿Cuál será tu recompensa?». Y la respuesta que dio Tomás es la que también nosotros, amigos y discípulos de Jesús, quisiéramos darle siempre: «¡Nada más que tú, Señor!»

martes, 27 de enero de 2015

Los monasterios griegos suspendidos en el aire

El mundo de los monasterios griegos siempre resulta impresionante. He encontrado este reportaje de la BBC en inglés, que nos muestra una visita a los Monasterio de Meteora, de la región griega de Tesalia, suspendidos en altas formaciones geológicas. Es muy interesante.

lunes, 26 de enero de 2015

San Elredo de Rievaulx. Quien conserva los mandamientos de Dios en la memoria y los observa en la vida, ése ama a Dios


¡Oh Señor Jesús, qué gran suavidad en el amarte, cuánta tranquilidad en la suavidad, y cuánta seguridad en la tranquilidad! No yerra la elección del que te ama, pues nada hay mejor que tú; ni la esperanza falla, pues nada se ama con mayor provecho. No hay miedo a excederse en la medida, pues la medida de amarte es amarte sin medida. No cabe el temor a la muerte debeladora de la mundana amistad, pues la vida no muere. En amarte no hay lugar a la ofensa, que no existe si no se desea más que el amor. No se insinúa suspicacia alguna, pues juzgas según el testimonio de tu propia conciencia. Aquí mora la suavidad, pues se excluye el temor. Aquí reina la tranquilidad, pues se mantiene a raya la ira. Aquí se goza de seguridad, pues se desprecia el mundo.

Al oír esto, alma mía, has de ser como un cacharro inútil, de modo que desconfiando de ti misma y ponientío toda tu confianza en Dios, no sepas vivir para ti misma, sino para el que por ti murió y resucitó. ¡Quién me diera embriagarme con esta copa de salvación, sentir este sopor invadiendo mi alma, adormilarme con este suavísimo letargo, para que amando al Señor mi Dios con todo mi corazón, con toda mi alma, con todo mi ser, nunca busque mi interés sino el de Jesucristo! ¡Amando al prójimo como a mí mismo, no busque mi provecho, sino el provecho del otro! ¡Oh Verbo plenificante, devorado por la justicia, Verbo de caridad, Verbo de la perfección consumada, Verbo de la dulzura! ¡Oh Verbo plenificante, al que nada puede faltarle! ¡Oh Verbo, compendio de la ley entera y de los profetas!

Quién sea el feliz poseedor de un tal amor, lo declara abiertamente la Verdad cuando dice: El que sabe mis pensamientos y los guarda, ése me ama. Así pues, quien conserva los mandamientos de Dios en la memoria y los observa en la vida; quien los lleva en la boca y lQs pone por obra; quien los acoge escuchando y los observa operando; o quien los observa operando y los observa perserverando, ése ama a Dios. El amor hay que demostrarlo en las obras, para que el nombre no esté desposeído de contenido.

Conviene saber que el amor de Dios no se valora atendiendo a los sentimientos momentáneos, sino más bien por la calidad estable de la propia voluntad. Pues el hombre debe sintonizar su voluntad con la voluntad de Dios, de suerte que cuanto la voluntad divina ordenare lo acepte de buen grado la voluntad humana. Así no se registrarán ni diversidad ni contraposición de opiniones, no se preguntará por qué esto o aquello, sino que la razón última de actuar es el convencimiento de que así lo quiere Dios. Esto es amar a Dios de verdad. Pues la misma voluntad se ha identificado con el amor. Y lo mismo da decir buenas o malas voluntades que buenos o malos amores.

De aquí que esta voluntad habrá que cualificarla de acuerdo con un doble criterio: la acción y la pasión. Esto es, si soporta pacientemente lo que Dios mandare o permitiere y cumple con fervor cuanto le ordenare. Cualquier voluntad en sintonía con la voluntad de Dios soporta pacientemente lo que Dios mandare y ejecuta fervorosamente lo que le ordenare. De éste se puede afirmar que ama a Dios con todas sus fuerzas.

Pero como quiera, Señor Dios, que nadie por sus propias fuerzas o por sus méritos y sin tu gracia, es capaz de sintonizar con tu voluntad o de amarte, nos vemos precisados a implorar el auxilio de tu gracia con una intensa y continuada insistencia.

San Elredo de Rievaulx
Sermón sobre el amor de Dios (CCL CM 1, 243-244)

domingo, 25 de enero de 2015

San Juan Crisóstomo. Pablo lo sufrió todo por amor a Cristo


Qué es el hombre, cuán grande su nobleza y cuánta su capacidad de virtud lo podemos colegir sobre todo de la persona de Pablo. Cada día se levantaba con una mayor elevación y fervor de espíritu y, frente a los peligros que lo acechaban, era cada vez mayor su empuje, como lo atestiguan sus propias palabras: Olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante; y, al presentir la inminencia de su muerte, invitaba a los demás a compartir su gozo, diciendo: Estad alegres y asociaos a mi alegría; y, al pensar en sus peligros y oprobios, se alegra también y dice, escribiendo a los corintios: Vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos y de las persecuciones; incluso llama a estas cosas armas de justicia, significando con ello que le sirven de gran provecho.

Y así, en medio de las asechanzas de sus enemigos, habla en tono triunfal de las victorias alcanzadas sobre los ataques de sus perseguidores y, habiendo sufrido en todas partes azotes, injurias y maldiciones, como quien vuelve victorioso de la batalla, colmado de trofeos, da gracias a Dios, diciendo: Doy gracias a Dios, que siempre nos asocia a la victoria de Cristo. Imbuido de estos sentimientos, se lanzaba a las contradicciones e injurias, que le acarreaba su predicación, con un ardor superior al que nosotros empleamos en la consecución de los honores, deseando la muerte más que nosotros deseamos la vida, la pobreza más que nosotros la riqueza, y el trabajo mucho más que otros apetecen el descanso que lo sigue. La única cosa que él temía era ofender a Dios; lo demás le tenía sin cuidado. Por esto mismo, lo único que deseaba era agradar siempre a Dios.

Y, lo que era para él lo más importante de todo, gozaba del amor de Cristo; con esto se consideraba el más dichoso de todos, sin esto le era indiferente asociarse a los poderosos y a los príncipes; prefería ser, con este amor, el último de todos, incluso del número de los condenados, que formar parte, sin él, de los más encumbrados y honorables.

Para él, el tormento más grande y extraordinario era el verse privado de este amor: para él, su privación significaba el infierno, el único sufrimiento, el suplicio infinito e intolerable.

Gozar del amor de Cristo representaba para él la vida, el mundo, la compañía de los ángeles, los bienes presentes y futuros, el reino, las promesas, el conjunto de todo bien; sin este amor, nada catalogaba como triste o alegre. Las cosas de este mundo no las consideraba, en sí mismas, ni duras ni suaves.

Las realidades presentes las despreciaba como hierba ya podrida. A los mismos gobernantes y al pueblo enfurecido contra él les daba el mismo valor que a un insignificante mosquito.

Consideraba como un juego de niños la muerte y la más variada clase de tormentos y suplicios, con tal de poder sufrir algo por Cristo.

San Juan Crisóstomo
Homilía 2 sobre las alabanzas de san Pablo (PG 50, 477-480)

sábado, 24 de enero de 2015

Apotegmas de un monje a sí mismo


66.- De la belleza Monje, san Basilio dejó escrito que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, lo honró con el conocimiento de sí mismo, lo dotó de razón por encima de los demás seres vivos, le otorgó poder gozar de la increíble belleza del paraíso y lo constituyó, finalmente, rey de toda la creación. El hombre, pues, quedó ordenado para la belleza; el pecado, por el contrario, implicó la deformidad de aquella originaria belleza, a imagen de la cual fuimos creados. De hecho, dicha imagen fue restaurada por Jesucristo, el más bello de los hijos de los hombres. La belleza de su existencia nos condujo a Dios: intenta, pues, que la tuya también se asemeje a la belleza que de Dios procede.

viernes, 23 de enero de 2015

San Ildefonso de Toledo. Invocación a María.

Juan Pantoja de la Cruz - Imposición de la casulla a san Ildefonso

Señora mía y dueña mía, adueñada de mi, Madre de mi Señor, sierva de tu Hijo, engendradora del Creador, yo te ruego, te rezo, te suplico que tenga el espíritu de tu Hijo, el espíritu de mi Redentor, para que entienda acerca de Ti lo verdadero y lo digno, hable sobre Ti lo verdadero y lo digno y ame todo lo que sea verdadero y digno de Ti.

¡Oh Tu, la elegida de Dios, la acogida por Dios, la llamada por Dios, cercana a Dios, adherida a Dios y a Dios unida; Tu, la visitada por el ángel, saludada por el ángel, bendecida por el ángel, alegrada por el ángel, ruborosa ante sus palabras, atónita en tu pensamiento, estupefacta por el saludo, admirada por el anuncio de la promesa!

Oyes que hallaste gracia ante Dios, se te manda no temer, eres confirmada en tu fe, instruida en el conocimiento de prodigios, llevada a la gloria de una novedad inaudita. Con referencia a un hijo es advertido tu pudor, y con el nombre del Hijo certificada tu virginidad. Se predice que el Santo que nacerá de Ti será llamado Hijo de Dios y se te anuncia cual será el poder del que nace.« ¿Como se hará?», preguntas… ¿Interrogas sobre el origen?; ¿indagas la razón?; ¿quieres conocer el hecho y el modo de realizarse? Escucha un oráculo inaudito, considera una operación sin precedentes, advierte un desconocido arcano, presta atención al hecho jamás visto: El Espíritu Santo vendrá sobre Ti, y el Poder del Altísimo te cubrirá con su sombra.

Toda la Trinidad realizará en Ti invisiblemente la concepción; pero solo la Persona del Hijo de Dios, que nacerá corporalmente, de Ti tomara carne. Y, por tanto, lo que será concebido en Ti y nacerá de Ti, lo que saldrá de Ti engendrado por Ti y por Ti parido será llamado Santo, Hijo de Dios. Este será el gran Dios de las virtudes, Este el Rey de los siglos, Este el creador de todas las cosas.

He aquí que Tu eres dichosa entre las mujeres, virgen entre las parturientas, señora entre las siervas, reina entre las hermanas. He aquí que desde ahora te proclaman dichosa todas las gentes, dichosa te reconocen las virtudes celestes, te predican todos los profetas, te celebran todas las naciones.

Feliz Tu para mi fe, feliz para mi alma, feliz para mi amor, feliz en mi alabanza y predicación. Que yo te predique cuanto mereces ser predicada, que yo te ame cuanto mereces ser amada, que te ensalce en todo lo que eres loable, que te sirva en cuanto se debe servir a tu gloria. Tu, recibiendo a Dios solo, eres posterior al Hijo de Dios, pero, engendrando a Dios hecho a la vez Hombre, eres anterior al Hijo del Hombre; al cual, por solo acogerle, Dios se hospeda en Ti, mas, por concebirle, el Hombre que a la vez es Dios habita en Ti.

En el pasado limpia para Dios, en el presente llena del Hombre-Dios, en el futuro Madre del Hombre-Dios; alegre por la concepción y la doncellez, gozosa por el hijo y la intacta pureza, tan fiel al Hijo como al esposo. De tal modo fiel al Hijo que ni El mismo conociera progenitor carnal; fiel de tal modo al esposo que el mismo te reconociera madre sin concurso de varón.

Mujer, que has de ser glorificada en el Hijo tanto cuanto, estando libre de todo contacto varonil, has sido instruida en lo que debías conocer, enseñada en lo que debías creer, asegurada en lo que debías esperar y confirmada en lo que, sin detrimento alguno, debías conservar.

San Ildefonso de Toledo
Libro de la Perpetua Virginidad de la Virgen María, cap. 1

jueves, 22 de enero de 2015

San Agustín: Vicente venció en aquel por quien había sido vencido el mundo


A vosotros se os ha concedido la gracia —dice el Apóstol— de estar del lado de Cristo, no sólo creyendo en él, sino sufriendo por él.

Una y otra gracia había recibido el diácono Vicente; las había recibido y, por esto, las tenía. Si no las hubiese recibido, ¿cómo hubiera podido tenerlas? En sus palabras tenía la fe, en sus sufrimientos la paciencia.

Nadie confíe en sí mismo al hablar; nadie confíe en sus propias fuerzas al sufrir la prueba, ya que, si hablamos con rectitud y prudencia, nuestra sabiduría proviene de Dios y, si sufrimos los males con fortaleza, nuestra paciencia es también don suyo.

Recordad qué advertencias da a los suyos Cristo, el Señor, en el Evangelio; recordad que el Rey de los mártires es quien equipa a sus huestes con las armas espirituales, quien les enseña el modo de luchar, quien les suministra su ayuda, quien les promete el remedio, quien, habiendo dicho a sus discípulos: En el mundo tendréis luchas, añade inmediatamente, para consolarlos y ayudarlos a vencer el temor: Pero tened valor: yo he vencido al mundo.

¿Por qué admirarnos, pues, amadísimos hermanos, de que Vicente venciera en aquel por quien había sido vencido el mundo? En el mundo —dice— tendréis luchas; se lo dice para que estas luchas no los abrumen, para que en el combate no sean vencidos. De dos maneras ataca el mundo a los soldados de Cristo: los halaga para seducirlos, los atemoriza para doblegarlos. No dejemos que nos domine el propio placer, no dejemos que nos atemorice la ajena crueldad, y habremos vencido al mundo.

En uno y otro ataque sale al encuentro Cristo, para que el cristiano no sea vencido. La constancia en el sufrimiento que contemplamos en el martirio que hoy conmemoramos es humanamente incomprensible, pero la vemos como algo natural si en este martirio reconocemos el poder divino.

Era tan grande la crueldad que se ejercitaba en el cuerpo del mártir y tan grande la tranquilidad con que él hablaba, era tan grande la dureza con que eran tratados sus miembros y tan grande la seguridad con que sonaban sus palabras, que parecía como si el Vicente que hablaba no fuera el mismo que sufría el tormento.

Es que, en realidad, hermanos, así era: era otro el que hablaba. Así lo había prometido Cristo a sus testigos, en el Evangelio, al prepararlos para semejante lucha. Había dicho, en efecto: No os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis. No seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.

Era, pues, el cuerpo de Vicente el que sufría, pero era el Espíritu quien hablaba, y, por estas palabras del Espíritu, no sólo era redargüida la impiedad, sino también confortada la debilidad.

San Agustín de Hipona
Sermón 276 (1-2: PL 38, 1256)

miércoles, 21 de enero de 2015

Del Tratado sobre las Vírgenes de San Ambrosio: SANTA INÉS

Domenichino. Santa Inés

Celebramos hoy el nacimiento para el cielo de una virgen, Imitemos su integridad; se trata también de una mártir, ofrezcamos el sacrificio. Es el día natalicio de santa Inés. Sabemos por tradición que murió mártir a los doce años de edad. Destaca en su martirio, por una parte, la crueldad que no se detuvo ni ante una edad tan tierna; por otra, la fortaleza que infunde la fe, capaz de dar testimonio en la persona de una jovencita.

¿Es que en aquel cuerpo tan pequeño cabía herida alguna? Y, con todo, aunque en ella no encontraba la espada donde descargar su golpe, fue ella capaz de vencer a la espada. Y eso que a esta edad las niñas no pueden soportar ni la severidad del rostro de sus padres, y, si distraídamente se pinchan con una aguja, se ponen a llorar como si se tratara de una herida.

Pero ella, impávida entre las sangrientas manos del verdugo, inalterable al ser arrastrada por pesadas y chirriantes cadenas, ofrece todo su cuerpo a la espada del enfurecido soldado, ignorante aún de lo que es la muerte, pero dispuesta a sufrirla; al ser arrastrada por la fuerza al altar idolátrico, entre las llamas tendía hacia Cristo sus manos, y así, en medio de la sacrílega hoguera, significaba con esta posición el estandarte triunfal de la victoria del Señor; intentaban aherrojar su cuello y sus manos con grilletes de hierro, pero sus miembros resultaban demasiado pequeños para quedar encerrados en ellos.

¿Una nueva clase de martirio? No tenía aún edad de ser condenada, pero estaba ya madura para la victoria; la lucha se presentaba difícil, la corona fácil; lo que parecía imposible por su poca edad lo hizo posible su virtud consumada. Una recién casada no iría al tálamo nupcial con la alegría con que iba esta doncella al lugar del suplicio, con prisa y contenta de su suerte, adornada su cabeza no con rizos, sino con el mismo Cristo; coronada no de flores, sino de virtudes.

Todos lloraban, menos ella. Todos se admiraban de que, con tanta generosidad, entregara una vida de la que aún no había comenzado a gozar, como si ya la hubiese vivido plenamente. Todos se asombraban de que fuera ya testigo de Cristo una niña que, por su edad, no podía aun dar testimonio de sí misma. Resultó así que fue capaz de dar fe de las cosas de Dios una niña que era incapaz legalmente de dar fe de las cosas humanas, porque el Autor dela naturaleza puede nacer que sean superadas las leyes naturales.

El verdugo hizo lo posible para aterrorizarla, para atraerla con halagos, muchos desearon casarse con ella. Pero ella dijo:

«Sería una injuria para mi Esposo esperar a ver si me gusta otro; él me ha elegido primero, él me tendrá. ¿A qué esperas, verdugo, para asestar el golpe? Perezca el cuerpo que puede ser amado con unos ojos a los que yo no quiero».

Se detuvo, oró, doblegó la cerviz. Hubieras visto cómo temblaba el verdugo, como si él fuese el condenado; cómo temblaba su diestra al ir a dar el golpe, cómo palidecían los rostros al ver lo que le iba a suceder a la niña, mientras ella se mantenía serena. En una sola víctima tuvo lugar un doble martirio: el de la castidad y el de la fe. Permaneció virgen y obtuvo la gloria del martirio.

San Ambrosio de Milán
Tratado sobre las vírgenes (Lib caps 2.5.7-9: PL 16 (ed. 1845), 189-191)

martes, 20 de enero de 2015

San Sebastián de Silos

El Monasterio de Silos, antes de llevar el nombre de su santo reformador Domingo, se llamaba y estaba bajo el patrocinio de san Sebastián, cuya memoria hoy celebramos. Con este motivo, vamos a visitar hoy el lugar de Silos, donde se ha desarrollado la vida monástica, al menos, desde el siglo X.

lunes, 19 de enero de 2015

San Macario Alejandrino y san Macario el Grande de Egipto

San Macario junto al Querubín

4. Conmemoración de san Macario el Grande, presbítero y abad del monasterio de Scete, en Egipto, que, considerándose muerto al mundo, vivía sólo para Dios, enseñándolo así a sus monjes (c. 390).
5. Conmemoración de san Macario, llamado Alejandrino, presbítero y abad en las montañas de Scete, en Egipto (s. V).

El anuncio del Martirologio romano nos conduce hoy a Egipto, cuna del movimiento monástico cristiano. Recordamos a  dos reconocidos monjes contemporáneos de Nitria durante el S. IV:

Macario el Alejandrino


También llamado ho politikos ya sea en referencia a su ciudad de nacimiento a sus maneras refinadas; murio alrededor de 405. Fue un contemporáneo joven de Macario el Egipcio, pero no hay razón para confundirlo o identificarlo con su homónimo mayor. Más que cualquier eremita de la época, él ejemplificó el espíritu de emulación característico de esta etapa del monaquismo. Nadie lo superaba en austeridad. Paladio asegura que si alguna vez escuchaba de alguien realizando alguna forma d ascetismo, se encendía en deseos de hacer lo mismo. Porque los monjes de Tabenisi rechazaban alimentos cocidos durante la Cuaresma, él se abstuvo por siete años. En una ocasión, en expiación de una falta, se recostó durante seis meses en una colmena, expuesto a los ataques de los insectos africanos, cuya picadura puede vencer la resistencia incluso de un jabalí. Cuando regresó donde sus compañeros, estaba tan desfigurado que sólo pudo ser reconocido por su voz. Se le adjudica la redacción de una regla para monjes, por su autoría es negada en la actualidad.


Macario el Egipcio (o "Macario el viejo")


Uno de los más famosos solitarios del cristianismo primitivo, nacido alrededor de 300; murió el 390. Fue discípulo de San Antonio y fundador de una comunidad monástica en el desierto de Escete. A través de la influencia de San Antonio abandonó el mundo a los 30 años, y diez años después fue ordenado sacerdote. La fama de su santidad atrajo a muchos seguidores, y su establecimiento monástico al momento de su muerte tenía miles de habitantes. La comunidad, que tomó por residencia los desiertos de Nitria y de Escete, era de tipo semi eremítico. Los monjes no estaban ligados por ninguna regla fija; sus celdas estaban cerca unas de otras, y se reunían para el culto divino sólo los sábados y domingos. El principio que los mantenía juntos era el de mutua ayuda, y la autoridad de los mayores era reconocida no como la de los superiores monásticos en el sentido estricto de la palabra, sino como guías y modelos de perfección. En una comunidad donde sus miembros se esforzaban por destacar en mortificación y renuncia, la preeminencia de Macario era generalmente reconocida. Diversos monasterio en el desierto Libio todavía llevan el nombre de Macario. Cincuenta homilías han sido preservadas con su nombre, pero éstas y la "Epístola a los Monjes", junto a otras piezas dudosas, no pueden ser adjudicadas a él con absoluta certeza.

domingo, 18 de enero de 2015

Monasterio de San Antonio en Egipto

Documental inglés, que nos muestra el Monasterio de San Antonio en Egipto, especialmente el lugar en el que se supone que se encuentra la tumba en la que fue enterrado originariamente el santo.

sábado, 17 de enero de 2015

San Antonio Abad y la conversión de san Agustín


Yo fui y me eché debajo de una higuera; no sé cómo ni en qué postura me puse, mas soltando las riendas a mi llanto, brotaron de mis ojos dos ríos de lágrimas, que Vos, Señor, recibisteis como sacrificio que es de vuestro agrado. También hablando con Vos decía muchas cosas entonces, no sé con qué palabras, que si bien eran diferentes de éstas, el sentido y concepto era lo mismo que si dijera: Y Vos, Señor, ¿hasta cuándo, hasta cuándo habéis de mostraros enojado? No os acordéis ya jamás de mis maldades antiguas.

Porque conociendo yo que mis pecados eran los que me tenían preso, decía a grito con lastimosas voces: ¿Hasta cuándo, hasta cuándo ha de durar el que yo diga, mañana y mañana?, pues ¿por qué no ha de ser desde luego y en este día?, ¿por qué no ha de ser en esta misma hora el poner fin a todas mis maldades?

Estaba yo diciendo esto y llorando con amarguísima contrición de mi corazón, cuando he aquí que de la casa inmediata oigo una voz como de un niño o niña, que cantaba y repetía muchas veces: Toma y lee, toma y lee. Yo, mudando de semblante, me puse luego al punto a considerar con particularísimo cuidado si por ventura los muchachos solían cantar aquello o cosa semejante en alguno de sus juegos; y de ningún modo se me ofreció que lo hubiese oído jamás. Así, reprimiendo el ímpetu de mis lágrimas, me levanté de aquel sitio, no pudiendo interpretar de otro modo aquella voz, sino como una orden del cielo, en que de parte de Dios se me mandaba que abriese el libro de las Epístolas de San Pablo y leyese el primer capítulo que casualmente se me presentase.

Giovanni di Nicola da Pisa - San Antonio Abad

Porque había oído contar del santo abad Antonio, que entrando por casualidad en la iglesia al tiempo que se leían aquellas palabras del Evangelio: Vete, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; y después ven y sígueme; él las había entendido como si hablaran con él determinadamente y, obedeciendo a aquel oráculo, se había convertido a Vos sin detención alguna. Yo, pues, a toda prisa volví al lugar donde estaba sentado Alipio, porque allí había dejado el libro del Apóstol cuando me levanté de aquel sitio. Tomé el libro, lo abrí y leí para mí aquel capítulo que primero se presentó a mis ojos, y eran estas palabras: No en banquetes ni embriagueces, no en vicios y deshonestidades, no en contiendas y emulaciones, sino revestíos de Nuestro Señor Jesucristo, y no empleéis vuestro cuidado en satisfacer los apetitos del cuerpo.

No quise leer más adelante, ni tampoco era menester, porque luego que acabé de leer esta sentencia, como si se me hubiera infundido en el corazón un rayo de luz clarísima, se disiparon enteramente todas las tinieblas de mis dudas.

viernes, 16 de enero de 2015

Apotegmas de un monje a sí mismo

San Martín de Frómista - Adán y Eva

65.- ¿Hacia dónde tiende tu alma? Monje, al principio vivían Adán y Eva gozosos en la confiada amistad con Dios. La desobediencia del pecado, sin embargo, los hizo avergonzar hasta el punto de huir de su presencia. Desde entonces, rehuimos los pecadores la presencia luminosa del Creador, y escondemos nuestra vergüenza tras los vestidos de la apariencia y del fingimiento. Nuestro cuerpo oprime con sus engañosos halagos la libertad hacia la que tiende nuestra alma. Pero el Señor, compadecido de nuestro extravío, asumió nuestra condición, nos rescató de la esclavitud del pecado, y nos dejó el Espíritu Santo para que pudiésemos volar hacia él. Examínate, monje, y mira si te inclinas hacia las apariencias fugaces de este mundo, no sea que quede ineficaz tanta gracia como te ha sido ofrecida.

jueves, 15 de enero de 2015

Santos Mauro y Plácido. Dos jóvenes de buenas esperanzas

Il Sodoma - San Benito recibe a Mauro y Plácido

Comenzaron por entonces a frecuentarle algunas personas nobles y religiosas de la ciudad de Roma, que le confiaron sus hijos para que los educara en el temor del Dios todopoderoso. Fue por aquellas fechas cuando Evicio y el patricio Tértulo le encomendaron sus hijos, Mauro y Plácido, dos jóvenes de buenas esperanzas. De éstos, Mauro, muy joven todavía pero dotado de buenas costumbres, comenzó a ser el colaborador del maestro; Plácido estaba todavía en la edad infantil.

Cierto día, mientras el venerable Benito estaba en su celda, el mencionado niño Plácido, monje del santo varón, salió a sacar agua del lago. Y al sumergir incautamente el cántaro que llevaba en el agua, cayó también él tras el cántaro. En seguida lo arrastró la corriente, alejándole casi un tiro de flecha de la orilla, lago adentro. El varón de Dios, aunque encerrado en su celda, tuvo noticia inmediata del hecho, y llamando al momento a Mauro le dijo: «Hermano Mauro, corre, que el niño que ha salido a sacar agua ha caído al lago, y la corriente lo arrastra ya muy lejos». Cosa admirable y nunca vista desde el apóstol Pedro: porque pedida y recibida la bendición, Mauro marchó presuroso y, creyendo caminar por tierra, corrió sobre las aguas hasta el lugar donde estaba el niño zarandeado por la corriente, y cogiéndolo por los cabellos regresó raudo a la orilla. Apenas tocó tierra firme, vuelto en sí y mirando hacia atrás, cayó en la cuenta de que había corrido sobre las aguas, y lo que nunca pensó poder hacer, admirado y tembloroso lo contempló como un hecho.

Vuelto donde el padre, le contó lo sucedido. Pero el venerable varón Benito empezó a atribuir el milagro no a sus méritos, sino a la obediencia del discípulo. Mauro, por el contrario, sostenía que el prodigio era obra exclusiva del mandato del padre y que él nada tenía que ver en aquel milagro que inconsciente había realizado. Pero en esta amistosa contienda de mutua humildad, intervino como árbitro el niño que había sido salvado, diciendo: «Al ser sacado yo de las aguas, veía sobre mi cabeza la melota del abad y me parecía que era él el que me sacaba de las aguas».

Pedro: —Portentosas son las cosas que narras y van a servir de edificación para muchos. De mí sé decir, que cuanto más bebo de los milagros de este santo varón, más sed de ellos siento.

San Gregorio Magno
Libros de los Diálogos (Lib 11, 3.7: PL 66, 140.146)

miércoles, 14 de enero de 2015

Centenario de Santa Teresa

Merche combarros ha compartido con nosotros esta interesante presentación, con textos de la Carta del Papa Francisco sobre el Centenario de Santa Teresa de Jesús.



martes, 13 de enero de 2015

Final de la Catequesis de Benedicto XVI sobre san Hilario


En el año 360 o 361, san Hilario pudo finalmente regresar del destierro a su patria e inmediatamente reanudó la actividad pastoral en su Iglesia, pero el influjo de su magisterio se extendió de hecho mucho más allá de los confines de la misma. Un sínodo celebrado en París en el año 360 o en el 361 retomó el lenguaje del concilio de Nicea. Algunos autores antiguos consideran que este viraje antiarriano del Episcopado de la Galia se debió en buena parte a la firmeza y a la bondad del obispo de Poitiers. Esa era precisamente una característica peculiar de San Hilario:  el arte de conjugar la firmeza en la fe con la bondad en la relación interpersonal.

En los últimos años de su vida compuso los Tratados sobre los salmos, un comentario a 58 salmos, interpretados según el principio subrayado en la introducción de la obra:  "No cabe duda de que todas las cosas que se dicen en los salmos deben entenderse según el anuncio evangélico, de manera que, independientemente de la voz con la que ha hablado el espíritu profético, todo se refiera al conocimiento de la venida de nuestro Señor Jesucristo, encarnación, pasión y reino, y a la gloria y potencia de nuestra resurrección" (Instructio Psalmorum 5). En todos los salmos ve esta transparencia del misterio de Cristo y de su cuerpo, que es la Iglesia. En varias ocasiones, san Hilario se encontró con san Martín:  precisamente cerca de Poitiers el futuro obispo de Tours fundó un monasterio, que todavía hoy existe. San Hilario falleció en el año 367. Su memoria litúrgica se celebra el 13 de enero. En 1851 el beato Pío IX lo proclamó doctor de la Iglesia.

Para resumir lo esencial de su doctrina, quiero decir que el punto de partida de la reflexión teológica de san Hilario es la fe bautismal. En el De Trinitate, escribe:  Jesús "mandó bautizar en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, es decir, confesando al Autor, al Unigénito y al Don. Sólo hay un Autor de todas las cosas, pues sólo hay un Dios Padre, del que todo procede. Y un solo Señor nuestro, Jesucristo, por quien todo fue hecho, y un solo Espíritu, don en todos. (...) No puede encontrarse nada que falte a una plenitud tan grande, en la que convergen en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo la inmensidad en el Eterno, la revelación en la Imagen, la alegría en el Don" (De Trinitate 2, 1).


Dios Padre, siendo todo amor, es capaz de comunicar en plenitud su divinidad al Hijo. Considero particularmente bella esta formulación de san Hilario:  "Dios sólo sabe ser amor, y sólo sabe ser Padre. Y quien ama no es envidioso, y quien es Padre lo es totalmente. Este nombre no admite componendas, como si Dios sólo fuera padre en ciertos aspectos y en otros no" (ib. 9, 61). 
Por esto, el Hijo es plenamente Dios, sin falta o disminución alguna:  "Quien procede del perfecto es perfecto, porque quien lo tiene todo le ha dado todo" (ib. 2, 8). Sólo en Cristo, Hijo de Dios e Hijo del hombre, la humanidad encuentra salvación. Al asumir la naturaleza humana, unió consigo a todo hombre, "se hizo la carne de todos nosotros" (Tractatus in Psalmos 54, 9); "asumió en sí la naturaleza de toda carne y, convertido así en la vid verdadera, es la raíz de todo sarmiento" (ib. 51, 16).

Precisamente por esto el camino hacia Cristo está abierto a todos —porque él ha atraído a todos hacia su humanidad—, aunque siempre se requiera la conversión personal:  "A través de la relación con su carne, el acceso a Cristo está abierto a todos, a condición de que se despojen del hombre viejo y lo claven en su cruz; a condición de que abandonen las obras de antes y se conviertan, para ser sepultados con él en su bautismo, con vistas a la vida.

La fidelidad a Dios es un don de su gracia. Por ello, san Hilario, al final de su tratado sobre la Trinidad, pide la gracia de mantenerse siempre fiel a la fe del bautismo. Es una característica de este libro:  la reflexión se transforma en oración y la oración se hace reflexión. Todo el libro es un diálogo con Dios.

lunes, 12 de enero de 2015

Inicio de la Oración pastoral del beato Elredo de Rieval


1. Oh Jesús, buen pastor, pastor bueno, pastor clemente, pastor lleno de ternura, a ti clama un pastor pobre y miserable, un pastor débil, ignorante e inútil, pero, de todos modos, pastor de tus ovejas. A ti, digo, oh buen pastor, clama este pastor que no es bueno; a ti clama, angustiado por sí mismo, angustiado por sus ovejas.

2. Cuando recuerdo, en la amargura de mi alma, mis años pasados, me lleno de temor y me estremezco al solo nombre de pastor: ciertamente sería una insensatez si no me sintiera totalmente indigno de él. Pero tu santa misericordia está sobre mí para arrancar mi alma miserable de las profundidades del abismo, tú que tienes misericordia del que quieres y la concedes a quien te agrada, y de tal modo perdonas los pecados que no castigas por venganza ni llenas de confusión con tus reprensiones, ni amas menos a los que amonestas: sin embargo permanezco confundido y conturbado, pues, si bien recuerdo tu bondad, no puedo olvidar mis ingratitudes. Aquí está, aquí está en tu presencia la confesión de mi corazón, la confesión de mis innumerables crímenes, de cuyo dominio tu misericordia quiso liberar a mi pobre alma. Por todo esto, mis entrañas te dan gracias y te alaban con todas sus fuerzas. Pero no soy menos deudor tuyo por todos aquellos males que no hice, porque, ciertamente, el mal que no hice no lo hice porque tú me conducías, quitándome el poder de realizarlo, o rectificando mi voluntad, o dándome la fuerza de resistir. Mas, ¿qué haré Señor Dios mío, por todo aquello con lo que por tu justo juicio toleras todavía que tu servidor, el hijo de tu sierva, sea atormentado y abatido?


3. Te confieso, Jesús mío, salvador mío, esperanza mía, consuelo mío; te confieso, Dios mío, que no estoy tan contrito y lleno de temor como debería por el pasado, ni me preocupo por el presente como convendría. ¡Y tú, dulce Señor, has establecido a este hombre sobre tu familia, sobre las ovejas de tu rebaño! A mí, que tengo tan poco cuidado de mí mismo, me mandas cuidar de ellos; a mí, que no alcanzo a orar por mis propios pecados, me mandas orar por ellos; a mí, que apenas me he instruido a mí mismo, me mandas que les enseñe a ellos.

domingo, 11 de enero de 2015

Apotegmas de un monje a sí mismo

Maestro de Miraflores. Bautismo de Cristo

64.- Cristo se bautiza. Monje, al aparecer Cristo en el mundo, quedó éste tan embellecido con la gloria de su divinidad, que lo que antes era efímero, disgregado y ordinario, quedó revestido de eternidad, de unidad y de belleza. Hizo suyo el pecado del mundo y acabó con el enemigo del mundo. Terminó con la disgregación que provocó la soberbio y nos unificó en el amor. Las aguas no le lavaron del pecado, fue él quien confirió a las aguas el poder de vivificar a toda criatura, con la fuerza del Espíritu Santo. Se humilló hasta el extremo de ser contado entre los pecadores, para que tú puedas ser contado entre los justos. Monje, te ha dejado el Espíritu Santo, que te santifica y te vivifica: que tu existencia sea un continuo canto de alabanza a tanta bondad.

sábado, 10 de enero de 2015

San Pablo el Ermitaño, según san Joerónimo


Nos recuerda hoy el Martirologio romano la santidad de san Pablo, el primer ermitaño. Pablo de Tebas fue un eremita egipcio nacido aproximadamente hacia el año 228 en la región de Tebaida, junto al río Nilo y fallecido en el año 342. Fue objeto de una hagiografía compuesta por san Jerónimo llamada Vita Sancti Pauli primi eremitae, y escrita durante la segunda mitad del siglo IV. Según este texto Pablo era egipcio de una familia rica y habría recibido una excelente educación, cultivada en el estudio de la cultura egipcia y el idioma griego. Dejó todo para irse al desierto, tras ser denunciado por ser cristiano por algunos familiares que querían apoderarse de su patrimonio, durante la persecución del emperador romano Decio. De acuerdo con la narración de Jerónimo, Pablo no volvió a la ciudad y pasó el resto de su vida en el desierto y se alimentaba del pan que le traía un cuervo. Al final de su vida recibió la visita de Antonio Abad a quien pidió ser sepultado con la túnica que éste último había recibido del obispo Atanasio en una fosa excavada, siempre según los relatos de Jerónimo, por un par de leones. He aquí el relato de la muerte de Pablo, según san Jerónimo: 

Matías Pretti - San Pablo Ermitaño

14. Pablo sube al cielo. Dicho esto, salió afuera sin comer ni un solo bocado y volvió por el camino que lo había traído. Tenía sed de su amigo Pablo, anhelaba verlo, contemplarlo con sus ojos y su mente estaba arrobada en él. Temía lo que en realidad sucedió: que en su ausencia entregase su alma a Cristo, a quien se la debía. Cuando ya amanecía otro día y todavía le faltaban tres horas, vio subir a Pablo entre la multitud de los ángeles y entre los coros de los Profetas y Apóstoles, resplandeciendo con una blancura de nieve y, cayendo luego sobre su rostro, echaba arena sobre su cabeza y decía llorando amargamente: “¿Por qué Pablo me abandonas? ¿Por qué te vas sin despedirte? ¡Tarde te conocí, y te vas tan pronto!”.

15. La muerte lo encontró de rodillas. El bienaventurado Antonio contó más tarde que el resto del camino lo había andado tan ligero, que parecía volar como un pájaro y no sin razón: al entrar en la cueva vio al Santo hincado de rodillas, la frente alzada y las manos extendidas al cielo, exánime. Como en un primer momento le pareció que aún vivía y rezaba, se puso también él a orar. Mas después, al no percibir ningún suspiro como solía cuando rezaba, le besó con lágrimas y entendió que aun muerto el cuerpo del Santo con el gesto y su postura oraba a Dios, para quien todas las cosas viven.

16. Dos leones sepultureros. Antonio envolvió el cuerpo, lo sacó fuera de la cueva y cantó himnos y salmos, según la costumbre cristiana. Pero luego se entristeció al ver que no tenía azadón para cavar la tierra. Muchos pensamientos le pasaban por la mente y dando mil vueltas decía para sus adentros: “Si vuelvo al monasterio, hay cuatro días de camino; y si me quedo aquí, tampoco aprovecho nada. ¡Muera entonces, oh Cristo, junto a tu luchador, como es justo, dando mi último suspiro!”. Estaba pensando esta cosas cuando de pronto aparecieron dos leones, que surgieron a toda carrera desde lo más oculto del desierto, con sus melenas al viento. Al primer instante quedó horrorizado, mas enseguida, levantando su corazón a Dios, perdió todo miedo, como si viera palomas. Los leones vinieron derecho a donde yacía el cuerpo del bienaventurado anciano y allí se frenaron, y acariciándolo con sus colas, se echaron a sus pies rugiendo con intensos gemidos, de tal suerte que comprendía que lloraban de la manera que podían. Y luego, allí cerca, comenzaron
a cavar la tierra con su garras, y sacando arena en cantidad, abrieron un hoyo capaz de alojar a un hombre. Al terminar, como pidiendo su galardón por el trabajo, moviendo las orejas y con la cabeza gacha, se fueron hacia Antonio y le lamían las manos y los pies. Por lo cual él entendió que le pedían la bendición. Y sin demora, alabando a Jesucristo por ver que aun los animales mudos le reconocían por Dios, dijo estas palabras: “Señor, sin cuyo consentimiento no cae ni una hoja de un árbol ni un pichón a tierra: ¡da a estos animales lo que veas que les conviene!” Y haciéndoles una señal con la mano les mandó que se fuesen.


Habiéndose ido los leones, cargó sobre sus hombros seniles el peso del cuerpo del Santo y poniéndole en la tumba echó tierra encima y levantó un montículo como se acostumbra. Al otro día, el piadoso heredero para no perder nada de los bienes del que había muerto sin testamento, tomó para sí la túnica que Pablo mismo había tejido para su uso con hojas de palma a manera de un cesto, y con esta prenda retornó a su monasterio, y contó a sus discípulos, por orden, todo lo que había pasado. Y en las fiestas solemnes de Pascua y Pentecostés siempre vestía la túnica de Pablo.

viernes, 9 de enero de 2015

San Zoilo de Carrión de los Condes


Visitamos hoy el que fuera Monasterio de San Zoilo, en Carrión de los Condes, junto al Camino de Santiago. Fundado en el 948, el Real monasterio de san Zoilo fue dotado de nuevo en 1047, es hospedería de peregrinos. Este monasterio benedictino se enclava junto al río Carrión en la provincia de Palencia en la comarca de Tierra de Campos, a pocos kilómetros de Fromista y dirección a Sahagún. 

En su interior un impresionante claustro proyectado por Juan de Badajoz el Viejo en 1537 con profusa decoración basada en lecturas bíblicas y personalidades de la iglesia. El claustro se comunica con la iglesia a través de un portada en arco rebajado entre columnas abalaustradas. El templo, del siglo XVII, es de una sola nave, cubierta por bóvedas de cañón y cúpula sobre el crucero. Tiene coro a los pies, con sillería y órgano barroco. La portada se atribuye a Felipe Berrojo y tiene dos cuerpos con imágenes de santos. El monasterio cuenta además con otro patio más modesto, ya neoclásico.

Tras la expulsión de los monjes benedictinos, se convirtió en Residencia y seminario de los jesuitas, para pasar a convertirse luego en Seminario Menor de la Diócesis de Palencia. Por último, ha sido vendido hace unos años a una empresa hotelera.

jueves, 8 de enero de 2015

Apotegmas de un monje a sí mismo

Murillo. El niño Jesús distribuyendo pan a los peregrinos

63.- Epifanía. Monje, el Espíritu Santo te ha llamado para contemplar el misterio de su infinito amor y alabar su inagotable bondad para con el género humano, tan pobre y tan inclinado a la ingratitud. Esta gloriosa presencia no se ha manifestado en el poder que triunfa en el mundo, o en la grandeza de una aparición sobrenatural, sino en la tierna humildad de un niño, en la semejanza con nuestra condición humana, que ha asumido con desconcertante humildad, para devolverla la gloria para que la que fue creada y que nuestro pecado deslució. Monje, mira cómo Dios ha abierto su generosa mano, para saciarnos de bienes que, ni tan siquiera, esperábamos. No dejes que tu corazón se enfríe con las cosas del mundo, y deje de admirarse ante tanta gracia.

martes, 6 de enero de 2015

San Odón de Cluny. Cristo se ha manifestado hoy al mundo


Hoy Cristo se ha manifestado al mundo, hoy ha recibido el sacramento del bautismo y, al recibirlo, lo ha consagrado con su presencia. Hoy –como lo atestigua la fe de los creyentes– en el curso de unas bodas, ha convertido el agua en vino. Espiritualmente se convierte el agua en vino, porque, abolida la letra de la ley, en Cristo brilla la gracia del evangelio. Se bautiza Cristo y es renovado el mundo; se bautiza Cristo: se despoja del hombre viejo y se reviste del hombre nuevo. Es expulsado aquel primer hombre que, hecho de tierra, era terreno; se reviste del segundo que, por proceder del cielo, es celestial. Cuando Cristo fue bautizado, el misterio del santo bautismo fue consagrado por la presencia de toda la Trinidad: se oyó la voz del Padre: Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto; el Espíritu Santo apareció en forma de paloma y, Jesús, como Hijo único, quiso ser bautizado por san Juan. Sobre este tema escribe san Hilario con una belleza tal, que traduce la ortodoxia de sus convicciones. Y aunque tanto la encarnación de la Palabra como el misterio del bautismo, sean obra de toda la Trinidad, sin embargo sólo el Hijo fue bautizado por Juan, como sólo el Hijo nació de la Virgen, y pasó, sin pecado, a través de todas las pasiones de la mortalidad asumida, y permaneció siempre impasible según la naturaleza de la divinidad.

Este día es ya de suyo festivo; mas la misma proximidad de la fiesta de Navidad le confiere una especial solemnidad. Cuando Dios es adorado en un niño, se subraya el honor del parto virginal. Cuando al hombre-Dios se le ofrecen regalos, se adora la dignidad del niño divino. Al encontrar a María con el niño, se predica la verdadera humanidad de Cristo y la integridad de la Madre de Dios.

En efecto, así se expresa el evangelista: Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y, cayendo de rodillas, lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.

Los regalos que los Magos ofrecen, revelan arcanos sacramentos de Cristo. Al darle oro, lo proclaman rey; al ofrecerle incienso, adoran a Dios; al presentarle la mirra, confiesan al hombre mortal. Nosotros, por nuestra parte, creamos que Cristo asumió nuestra mortalidad para, con su única muerte, abolir nuestra doble muerte. Cómo Cristo se manifestó hombre mortal y cómo pagó su tributo a la muerte, lo tienes escrito en Isaías: Como un cordero fue llevado al matadero. Nuestra fe en la realeza de Cristo la tenemos atestiguada por la autoridad divina. En efecto, él mismo dice de sí en el salmo: Yo mismo he sido establecido rey por él, es decir, por Dios Padre. Y que sea Rey de reyes, nos lo asevera por boca de la Sabiduría: Por mí reinan los reyes, y los príncipes dan leyes justas. Y que Jesús sea realmente Dios y Señor, lo testifica el mundo entero por él creado. Pues él mismo dice en el evangelio: Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Y el santo evangelista: Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada. Si se reconoce que todo fue creado por él, y en él tiene su consistencia, es lógico creer que todas las cosas reconocieron su venida.

San Odilón de Cluny
Sermón 2 en la Epifanía del Señor (PL 142, 997-998)

lunes, 5 de enero de 2015

Orígenes. Con el mayor temor y reverencia hemos de contemplar el misterio de Cristo


Si tenemos en cuenta lo que la Escritura santa nos refiere de su majestad y no perdemos de vista que Cristo Jesús es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura, y que por medio de él fueron creadas todas las cosas: visibles e invisibles; todo fue creado por él y para él. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él, que es la cabeza de todos, comprobamos la imposibilidad de poner por escrito el misterio de la gloria del Salvador.

Si, pues, consideramos tantas y tales cosas como se han dicho sobre la naturaleza del Hijo de Dios, nos llenará de asombro y de estupor el que una naturaleza tan por encima de todo lo creado, desde la altura de su majestad, se haya rebajado hasta el anonadamiento, haciéndose hombre y viviendo entre los hombres.

Él mismo, antes de hacerse visible en un cuerpo mortal, envió a los profetas en calidad de precursores y mensajeros de su venida. Y después de su ascensión a los cielos, mandó a los santos apóstoles, investidos con los poderes de su divinidad –hombres imperitos e indoctos, escogidos de entre los publicanos y los pescadores– a recorrer toda la tierra, para que, de toda raza y de la universalidad de los pueblos, le congregasen un pueblo santo que creyera en él.

Mas, entre todos los milagros y prodigios que de él conocemos, hay uno que excede muy particularmente toda capacidad de admiración de la inteligencia humana: la fragilidad de la inteligencia mortal no llega a comprender ni siquiera a intuir que tan inmenso poder de la divina majestad, el mismo Verbo del Padre y la propia Sabiduría de Dios, por medio de la cual fueron creadas todas las cosas: visibles e invisibles, hayamos de creer que estaba circunscrita dentro de los límites de aquel hombre que apareció en Judea. Más aún, esa fe nos invita a aceptar que la Sabiduría de Dios penetró en el seno de una mujer, que nació hecho niño, que prorrumpió en vagidos como cualquier otro niño que llora. Y por fin, lo que se nos cuenta de él que se turbó en presencia de la muerte, como el mismo Jesús confesó diciendo: Me muero de tristeza; y para colmo, que fue conducido a una muerte, considerada por los hombres como la más ignominiosa, aunque resucitase al tercer día.

Ahora bien: cuando observamos en él rasgos tan profundamente humanos, que en nada parece diferenciarse del común de los mortales y, por el contrario, otros tan típicamente divinos que no riman con ningún otro sino con aquella primera e inefable naturaleza de la deidad, la inteligencia humana se angustia y, presa de inmenso estupor, no sabe a qué atenerse, a qué ha de aferrarse, qué dirección tomar. Si lo siente Dios, lo ve mortal; si lo considera hombre, lo ve volver de entre los muertos cargado de botín, después de haber destruido el dominio de la muerte. Por lo cual, hemos de contemplarlo con el mayor temor y reverencia.

Orígenes
Sobre los principios (Lib 2, cap 6,1-2: sobre la encarnación de Cristo: PG 16, 209-211)

domingo, 4 de enero de 2015

Carmelitas de Valladolid


Visitamos hoy un Convento de monjas carmelitas lleno de vida y de la alegría del Espíritu Santo, en Valladolid. En su Web, dicen ellas de sí mismas:

Somos una Comunidad de monjas Carmelitas, una Comunidad de mujeres consagradas a "Dios sumamente amado" en el seno de la Iglesia Católica, dedicadas fundamentalmente a la oración, a la escucha y meditación de la Palabra de Dios, a la adoración y glorificación de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Formamos parte de aquel grupo numeroso de hombres y mujeres que profesan los consejos evangélicos y de quienes el Concilio Vaticano II dice en la Constitución Dogmática Lumen Gentium: Ni piense nadie que los religiosos, por su consagración, se hacen extraños a la humanidad o inútiles para la ciudad terrena. Porque aunque en algunos casos no ayuden directamente a sus contemporáneos, los tienen, sin embargo, presentes, de un modo más profundo en las entrañas de Cristo…


sábado, 3 de enero de 2015

Apotegmas de un monje a sí mismo

Murillo. Navidad y anuncio a los pastores

62.- Hemos contemplado su gloria. Monje, has escuchado que los pastores dijeron, después de que el ángel les anunciase el nacimiento del Mesías: Vayamos. Únete a ellos, y lleva en tu corazón a toda la Iglesia. ¿Qué encontrarás? Un niño acostado en un pesebre. Pero aunque tus ojos no alcancen a ver más, da crédito, monje, a lo que lees en el Evangelio: Hemos contemplado su gloria, gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Esa gloria ilumina tus oscuridades y, en vez de castigo y severidad, te ofrece la infinita misericordia de Dios, junto a su fidelidad a la promesa de salvación que desde antiguo ofreció a todos los hombres. Corre, monje, pues en ese pesebre encontrarás luz y paz.