miércoles, 29 de marzo de 2017

Contemplar la Pasión

Cristo en la Cruz
Francisco de Zurbarán

Aunque la consideración de la vida de Cristo, nuestro Señor, y de todos los pasos de ella, nos debe ser tan ordinaria y continua, como se dijo arriba; pero muy más particularmente lo debe ser la meditación de la sagrada Pasión, la cual había de estar impresa en nuestra memoria, que nunca de ella se apartase, y como dice el glorioso san Bernardo: Ningún cristiano había de haber, que por lo menos siete veces al día no se acordase de ella; pues para esto quiso el mismo Señor, después de haber resucitado, conservar en su Cuerpo glorioso las señalas de las cinco Llagas principales, para que nunca se nos pudiese olvidar lo que por nosotros padeció.. Y para este mismo intento nos dejó un memorial tan noble y tan continuo, como el Santísimo Sacramento, mandándonos que, todas las veces que la celebrásemos, fuese en memoria de su Pasión, porque esta meditación es la más provechosa, y la general para todos, y así deben los puntos de ella meditarse más particular, distinta y espaciosamente que todos los demás de su vida santísima.

Fray Antonio de Molina
Ejercicios espirituales de las Excelencias de la Oración Mental
Tratado Tercero de la Segunda Parte, de la Pasión de Cristo nuestro Señor

Quien esto escribía, fray Antonio de Molina, era una monje cartujo de finales del siglo XVI, que es su magnífico libro sobre la oración, nos dejó una serie completa de meditaciones sobre la vida del Señor, de entre las que destacan las dedicadas a la Pasión del Señor. Efectivamente, en nuestra vida de oración ocupa la consideración de cuanto el Señor hizo por nosotros un lugar privilegiado. Dicha meditación, lo sabemos por experiencia, nos ha movido frecuentemente al bien, nos ha ayudado a vencer la fuerza del pecado, y nos ha impulsado a actos heroicos de amor y de generosidad. Esta contemplación de la Pasión del Señor es fuente de intensa acción espiritual, y con ella cualquier esfuerzo, cualquier sacrificio, cualquier acto de amor parece pequeño en su comparación.

Fray Antonio de Molina, tomando como punto de comparación la invitación a orar siete veces, procedente de la tradición monástica, invita a hacer oración mental también siete veces, según el consejo de san Bernardo, tomando como pie la consideración de los pasos de la Pasión del Señor. No es difícil imaginar la soledad del monje cartujo, consagrada otras tantas veces a la visión amorosa del Señor eterno, muerto por su criatura perecedera.

Pero como el mismo escritor nos dice, no sólo aprovecha esta meditación al monje consagrado al Señor, sino que es fundamental para todo cristiano, que quiera tener presente a lo largo de su jornada, cuanto Jesús por él hizo.

lunes, 27 de marzo de 2017

Pasos a través del Paraíso. Monte Athos.

Pasos a través del Paraíso es un cortometraje que nos muestra la vida de los monjes del Monte Athos. El siguiente video contiene su primera parte, con subtítulos en español. Me ha parecido muy interesante.

sábado, 25 de marzo de 2017

En los otros está la gracia, sobre ti vendrá toda la plenitud de la gracia


El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José. El evangelista designa el lugar, el tiempo y la persona, para que la verdad del relato pueda ser comprobada con los claros indicios de los mismos acontecimientos. El ángel —dice— fue enviado a una virgen desposada. Dios envía a la Virgen un alado mensajero: pues da las arras y recibe la dote el que es portador de la gracia, restablece la confianza, hace entrega de los dones de la virtud y tiene la misión de dar pronta resolución al consentimiento virginal. Vuela raudo a la esposa el veloz intérprete, para alejar y dejar en suspenso el afecto de la esposa de Dios hacia los esponsales humanos; de modo que sin separar la Virgen de José, se la devuelva a Cristo a quien estaba destinada desde el vientre materno. Recibe Cristo su esposa, no se apodera de la ajena; ni crea separación, cuando une consigo a toda su entera criatura en un solo cuerpo. Pero escuchemos lo que hizo el ángel.

Entrando en su presencia, dijo: —Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. En estas palabras hay una oferta, la oferta de un don y no un mero cumplido de cortesía. Ave, es decir, recibe gracia; no tiembles ni te preocupes de la naturaleza. Llena, ya que en los otros está la gracia, sobre ti vendrá toda la plenitud de la gracia juntamente. El Señor está contigo. ¿Qué significa el Señor está en ti? Pues que no vino con el simple deseo de hacerte una visita, sino que viene a ti en el nuevo misterio de su nacimiento.

Por eso añadió muy oportunamente: Bendita tú entre las mujeres. Pues si en ellas la maldición de Eva castigaba las entrañas, ahora entre ellas se goza, es honrada y acogida la bendita María. Y de esta suerte ha venido realmente a ser por la gracia madre de los vivientes, la que antes era por naturaleza madre de los murientes.

Ella se turbó ante estas palabras. ¿Por qué se turba al escuchar unas palabras y no al ver una persona? Porque había venido un ángel amable en su presencia, fuerte en la batalla; suave en la apariencia, terrible en su palabra, pronuncia palabras humanas y promete cosas divinas. De aquí que la virgen a quien la visión apenas impresionara la turbó y mucho la audición, y a la que la presencia del enviado le conmoviera poco, la conturbó con todo su peso la autoridad del que le enviaba. ¿Y qué más? De pronto sintió que había recibido en sí al juez supremo, en quien al principio vio y contempló al mensajero celestial. Y aun cuando con gran suavidad y piadoso afecto Dios convirtió a la virgen en madre y a la esclava el Señor la transforma en Madre suya, sin embargo todas sus entrañas se conmovieron, el alma se resiste y la misma condición humana se estremeció, cuando Dios, a quien toda la creación es incapaz de contener, todo él se encerró y se formó dentro de un seno humano.

Y se preguntaba —dice— qué saludo era aquél. Advierta vuestra caridad que —como hemos dicho— la Virgen no dio su consentimiento a las palabras del saludo, sino a la realidad, y que la voz no tenía el sentido de una acostumbrada cortesía, sino que era portadora de toda la eficacia de la suprema virtud. Reflexiona la Virgen: porque responder sin más es propio de la humana superficialidad, mientras que pensar la respuesta es señal de una gran ponderación y de un juicio muy maduro. Desconoce la grandeza de Dios quien no se espanta de la cordura de esta Virgen y no admira su fortaleza de ánimo. Teme el cielo, se estremecen los ángeles, la criatura no lo soporta, la naturaleza no se basta, y una muchachita de tal modo acoge a Dios dentro de su seno, lo recibe, lo regala con su hospedaje, que obtiene como pensión por la casa y como recompensa por el seno virginal paz para la tierra, gloria para los cielos, salvación para los perdidos, vida para los muertos, parentesco entre el cielo y la tierra y, para el mismo Dios, la participación de la naturaleza humana. Así se cumplió aquello del profeta: La herencia que da el Señor son los hijos; su salario, el fruto del vientre.

San Pedro Crisólogo
Sermón 140 (CCL 24B, 847-849)

miércoles, 22 de marzo de 2017

San Anselmo. Haz que te conozca, Señor.

Pietro Perugino
Yo te suplico, ¡oh Señor!, haz que te conozca, que te ame, a fin de que encuentre en ti toda mi alegría. Y si en este mundo no puedo alcanzar la plenitud de la dicha, que al menos crezca en mí cada día hasta ese momento deseado.

Que en esta vida cada instante me eleve más y más al conocimiento de ti mismo, y que en la vida futura este conocimiento sea perfecto; que aquí mi amor por ti aumente, que allí alcance su plenitud; que aquí mi alegría en esperanza sea cada vez mayor, que allí sea completa; en realidad, Señor, tú nos ordenas, nos aconsejas por tu Hijo que pidamos y nos prometes que recibiremos, a fin de que nuestro gozo sea perfecto.

Yo te lo pido, Señor, como nos lo aconsejas por boca del Maestro admirable que nos has dado: haz que reciba, como lo prometes por tu Verdad, a fin de que mi alegría sea llena. Yo pido: haz, ¡oh Dios fiel en tus promesas!, que yo reciba, para que mi alegría sea completa.

Y ahora, en medio de estos deseos y favores, que sea éste el objeto de las meditaciones de mi alma y de las palabras de mi lengua. Que sea eso lo que ame mi corazón, lo que hable mi boca. Que mi alma tenga hambre de esa felicidad; que mi cuerpo tenga sed; que mi sustancia entera la desee, hasta que entre la gloria del Señor, que es Dios trino y uno, bendito en todos los siglos. Así sea.

San Anselmo de Canterbury
Proslogion 26

domingo, 19 de marzo de 2017

San José y santa Teresa de Jesús

Santa Teresa de Jesús nos ha dejado valiosas pistas de la silenciosa aportación de san José a la vida monástica cristiana. El siguiente reportaje ahonda de forma breve y acertada en este aspecto.

sábado, 18 de marzo de 2017

San Cirilo de Jerusalén: Preparad limpios los vasos para recibir al Espíritu Santo

Alégrese el cielo, goce la tierra, por estos que van a ser rociados con el hisopo y purificados con el hisopo espiritual, por el poder de aquel que en su pasión bebió desde la cruz por medio de la caña de hisopo. Alégrense las virtudes de los cielos; y prepárense las almas que van a desposarse con el Esposo. Una voz grita en el desierto: «Preparad el camino del Señor».

Comportaos, pues, rectamente, oh hijos de la justicia, recordando la exhortación de Juan: Allanad sus senderos: Retirad todos los estorbos e impedimentos para llegar directamente a la vida eterna. Por la fe sincera, preparad limpios los vasos de vuestra alma para recibir al Espíritu Santo. Comenzad por lavar vuestros vestidos con la penitencia, a fin de que os encuentren limpios, ya que habéis sido llamados al tálamo del Esposo.

El Esposo llama a todos sin distinción, pues su gracia es liberal y abundante; sus pregoneros reúnen a todos a grandes voces, pero luego él segrega a aquellos que no son dignos de entrar a las bodas, figura del bautismo.

Que ninguno de los inscritos tenga que oír aquella voz: Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?

Ojalá que todos escuchéis aquellas palabras: Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu Señor.

Hasta ahora os habéis quedado fuera de la puerta, pero deseo que todos podáis decir: El rey me introdujo en su cámara. Me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novio que se pone la corona, o novia que se adorna con sus joyas.

Que vuestra alma se encuentre sin mancha ni arruga, ni nada por el estilo; no digo antes de recibir la infusión de la gracia (¿para qué, entonces, habríais sido llamados a la remisión de los pecados?), pero sí que, cuando la gracia se os infunda, vuestra conciencia, estando libre de toda falta, concurra al efecto de la gracia.

El bautismo es algo sumamente valioso y debéis acercaros a él con la mejor preparación. Que cada uno se coloque ante la presencia de Dios, rodeado de todas las miradas de los ejércitos celestiales. El Espíritu Santo sellará vuestras almas, pues habéis sido elegidos para militar al servicio del gran rey.

Preparaos, pues, y disponeos para ello, no tanto con la blancura inmaculada de vuestra túnica, cuanto con un espíritu verdaderamente fervoroso.

Catequesis 3 (1-3: PG 33, 426-430)

martes, 14 de marzo de 2017

La confesión de los pecados


El sacramento de la penitencia es uno de los que más cambios ha sufrido a lo largo de su historia. De ser un proceso público de conversión, pasó al ámbito estrictamente privado. Durante los primeros siglos del Cristianismo, había una serie de pecados que, por su especial gravedad, provocaban la exclusión del pecador de la comunidad eclesial; para poder volver al seno de los creyentes, el bautizado tenía que inscribirse en una lista pública, y hacer una penitencia pública consistente en ayunos, vigilias y oraciones. Así, al llegar la Pascua, era reconciliado con la Iglesia. Pero esta penitencia solo podía realizarse una vez en la vida, por lo que muchas personas retrasan su bautismo hasta prácticamente el momento de la muerte, y evitar así lo enojoso de tal proceso penitencial.

Frente a esta penitencia pública, la influencia de la espiritualidad monástica fue creando un nuevo modo de reconciliación por los pecados, que es nuestra actual penitencia privada. Los monjes, siguiendo el consejo del Apóstol, se confesaban los pecados unos a otros; y el anciano espiritual, a través de esta revelación de la conciencia, ayudaba a su discípulo en el progreso espiritual. Esta penitencia se reiteraba cuantas veces fuera necesario, y no se restringía a un número limitado de pecados; de hecho, era un factor esencial en el reconocimiento de la multiforme manifestación del pecado, y en el combate del monje contra las diversas fuerzas del mal.

Esta forma de penitencia privada saltó fuera del ámbito monástica, y se impuso a la generalidad de los fieles, tanto en Oriente como en Occidente. Por fin, en el Concilio de Trente, se reguló de forma definitiva la forma de su celebración, y desde entonces se impuso su celebración en los confesionarios que fueron instalados en las iglesias.

Desde hace décadas esta forma de celebración del sacramento, y la penitencia en sí misma, ha entrado en crisis y, en en gran medida, ha dejado de celebrarse con la frecuencia con que se celebraba. Desde luego, no sólo estamos hablando de una crisis en la forma de la celebración, sino del entero concepto de pecado y de reconciliación. Hoy nos creemos más adultos, y rechazamos el que todo sea pecado; ha entrado en crisis, en sí mismo, el concepto de pecado, y hemos perdido gran parte de la sensibilidad hacia el mal y sus consecuencias. Por eso, en consecuencia, apenas celebramos este sacramento que nos reconcilia con Dios.

De hecho, hasta en la vida monástica actual ha descendido en cantidad y en calidad esta celebración de la penitencia. Cuando, de hecho, sigue siendo una forma esencial de reconocer el poder del pecado y, humildemente, luchar contra ella. No se trata de vivir apresado por un moralismo estrecho, en un escrúpulo constante por las faltas cometidas; pero tampoco es posible ignorar los estragos que en nosotros hace el mal a través de una periódica revisión de la propia conciencia y de la humilde manifestación del propio pecado.

domingo, 12 de marzo de 2017

Restauración del Mosaico de la Transfiguración en Santa Catalina del Sinaí

A pesar de estar hablado en inglés, este reportaje es muy interesante, y cuenta la restauración del mosaico de la Transfiguración en el Monasterio de Santa Catalina del Sinaí, realizada por el Centro de Conservación Arqueológica de Roma, dirigido por Roberto Nardi. Se pueden habilitar los subtítulos en inglés, y una traducción aproxiamda al español.

sábado, 11 de marzo de 2017

San Sofronio y Juan Mosco


Nos recuerda hoy el Martirologio romano la santidad de Sofronio, el que fuera Patriarca de Jerusalén en el siglo VII. Nació en Damasco, hacia el año 560. Abrazó joven la vida monástica, pasando veinte años bajo la dirección experta de Juan Mosco. Juntos visitaron varios monasterios de Egipto, con el propósito de pasar a Roma. Una vez en la Ciudad Eterna, el año 619 murió Juan Mosco. Entonces, San Sofronio decidió regresar a Palestina. En el año 633 o 634 fue elegido Patriarca de Jerusalén.

Su maestro Juan Mosco nos han dejado una obra muy interesante, el Prado Espiritual, que consiste en una colección de ejemplos de los santos monjes, a partir de cuyas páginas podemos descubrir cómo era el ambiente del movimiento monástico en Oriente en aquellos momentos, todavía, de esplendor. De la traducción barroca que a comienzos del siglo XVII hizo Juan Basilio Santoro, hemos escogido un pequeño ejemplo, referido a una penitente llamada María:

Dos Padres de los ancianos del Yermo iban de la ciudad de Egas a Tarso; y entraron en una posada para descansar, porque era en el estío; hallaron dentro tres mancebos, que tenían consigo una mala mujer. Los padres ancianos se sentaron aparte, y uno de ellos sacó el santo Evangelio y comenzó a leer en él. La mujer, que sintió que el viejo leía, llegóse y sentóse junto a él. El viejo, como la vio tan cercana, la echó de sí y le dijo: O mujer, cuán desdichada eres, que nos has tenido vergüenza de llegarte a nosotros y sentarte. Dijo ella: Ruegote, padre, que no me deseches, ni me digas mal, porque aunque yo estoy llena de todo pecado, no por eso Cristo Dios, nuestro Señor y Salvador, de todos desechó a la pecadora, que fue para él. Dijo el padre que bien está, mas aquella no permaneció en ser pecadora. Dijo ella entonces: Esperanza tengo en el Hijo de Dios vivo, que tampoco yo desde hoy en adelante permaneceré en este pecado. Y, en diciendo esto, dejó los mancebos y todos sus bienes, y se fue con aquellos padres, los cuales la enviaron a un monasterio, que está junto a la ciudad de Egas. Y yo vi a este mujer ya vieja y de gran prudencia, y díjome cuando la visité que se llamaba María.

viernes, 10 de marzo de 2017

San Bernardo. La oración nunca es infructuosa


Hermanos, no despreciéis vuestra oración. Os digo que aquél a quien oramos, tampoco la desprecia. Antes de que salga de vuestra boca, ya la manda escribir en su libro. Podemos esperar, sin duda alguna, una de estas dos cosas: nos dará lo que pedimos, o lo que él sabe que nos conviene. Nosotros no sabemos a ciencia cierta lo que debemos pedir. él se compadece de nuestra ignorancia y acoge con bondad nuestra oración. Pero no nos da lo que no nos conviene, o no tiene por qué dárnoslo tan pronto. La oración nunca es infructuosa.

Sermón 5 en la cuaresma, 5

jueves, 9 de marzo de 2017

Vida benedictina fuera del Monasterio

Muchas personas se acercan a los Monasterios, para participar de alguna forma de su vida espiritual y enriquecerse, así, del rico legado que detentan. Existen asociaciones de oblatos que agrupan a laicos que se vinculan a un Monasterio por los lazos de la oración y de la caridad. En el día de hoy, la Iglesia recuerda a una santa que lo hizo de una manera peculiar: santa Francisca Romana.


Pero, ¿cómo vivir fuera del Monasterio la espiritualidad benedictina? ¿Es, acaso, posible? San Benito propone un camino espiritual para monjes, pero sus líneas maestras también pueden adaptarse a una vida normal de laico en algunos aspectos, fundamentalmente en el esfuerzo por buscar a Dios en la oración, en algunos momentos especiales consagrados al silencio, y en la caridad.

La vida que hoy vivimos corre a un ritmo trepidante. Tal vez por eso, hoy más que nunca, tiene actualidad esta propuesta, que podríamos formular en dos facetas: por una parte, el reservar algunos días al año para un retiro espiritual en un Monasterio; y para dedicar, cada día, algunos minutos a la oración y a la práctica de las obras de misericordia.

Se trata de una fórmula que permite romper el absolutismo de las ocupaciones mundanas, para recordar en la vida cotidiana que el núcleo central de nuestra existencia consiste en tender hacia Dios. Es algo, por tanto, que no sólo está al alcance de los monjes, sino de toda persona que desee vivir en su vida familiar y laboral momentos de especial contacto con el Señor.

miércoles, 8 de marzo de 2017

Orar


Orar es un acto simple de colocación ante la presencia de lo Sagrado.

No te compliques con rituales ni con palabrería o con lecturas excesivas. Orar es muy sencillo, no hace falta que te leas todos los libros que hay sobre el tema. Se trata de orar, no de leer sobre ello. Vale más un minuto de presencia en lo Sagrado que un año de lecturas sobre la oración.

El rato de oración es un paréntesis de tranquilidad en tu vida. Nunca tengas prisa. La prisa, la ansiedad, la complicación y la dispersión son los mayores enemigos del espíritu. Mantenlos a raya cueste lo que cueste. Nunca te dejes llevar por ellos. Mantente todo el tiempo que haga falta hasta que reconozcas la presencia de lo Sagrado. Esto puede llevarte desde unos pocos minutos hasta horas. Ten paciencia y espera.

Evita hacerlo de manera mecánica y rutinaria; hazlo, no por obligación, sino por devoción. Eso te coloca en una actitud y en una atmósfera totalmente diferentes.

El pensamiento racional puede llegar a ser un gran enemigo del espíritu. No pienses, razones ni elucubres sobre lo que haces. Simplemente hazlo; simplemente reza. Entra en esa atmósfera, no pienses sobre ella. El pensamiento no entiende esos estados y antes, durante o después de la oración, pondrá todo tipo de impedimentos y de razonamientos haciéndote ver lo absurdo de la práctica. El pensamiento empleará todo tipo de argumentos de lo más convincentes e ingeniosos. ¡No hagas caso al pensamiento! Diga lo que diga la mente, tú continúa con tu práctica de oración.

Ten en cuenta que esto te sucederá, incluso, después de muchos años de práctica y de frecuentación de esos “lugares del Espíritu”. Muchos son los testimonios de personas de oración y de vida interior que así lo confirman. Nunca hagas caso a esos pensamientos. La mente pensante, hiper desarrollada en las personas actuales, no puede abarcar ciertas moradas y se resiste con todas sus fuerzas poniendo una barrera que debemos vencer con perseverancia e inspiración.

Un Ermitaño Anónimo

martes, 7 de marzo de 2017

Cartuja de San José

Visitamos hoy una nueva Cartuja, fundada en Córdoba, Argentina. Las bellas imágenes están acompañadas de un cántico lleno de esperanza: el Rorate de Adviento.

sábado, 4 de marzo de 2017

Invirtió su tesoro según el mandato del Altísimo


La sorprendente, sincera y no engañosa caridad de Casimiro, por la que amaba ardientemente al Dios todopoderoso en el Espíritu, impregnaba de tal forma su corazón, que brotaba espontáneamente hacia su prójimo. No había cosa más agradable y más deseable para él que repartir sus bienes y entregarse a sí mismo a los pobres de Cristo, a los peregrinos, enfermos, cautivos y atribulados.

Para las viudas y huérfanos y necesitados era no solamente un defensor y un protector, sino que se portaba con ellos como si fuera su padre, su hijo o su hermano.

Tendríamos que escribir una larga historia si hubiésemos de contar uno por uno sus actos de amor a Dios y sus obras de caridad con el prójimo.

Es poco menos que imposible describir su gran amor por la justicia, su templanza, su prudencia, su fortaleza y constancia, precisamente en esa edad en la que los hombres suelen sentir mayor inclinación al mal.

A cada paso exhortaba a su padre, el rey, a respetar la justicia en el gobierno de la nación y en el de los pueblos que le estaban sometidos. Y, si alguna vez el rey por debilidad o negligencia incurría en algún error, no dudaba en reprochárselo con modestia.

Tomaba como suyas las causas de los pobres y miserables, por lo que la gente le llamaba «defensor de los pobres». A pesar de su dignidad de príncipe y de su nobleza de sangre, no tenía dificultad en tratar con cualquier persona por humilde y despreciable que pareciera.

Siempre fue su deseo ser contado más bien entre los pobres de espíritu, de quienes es el reino de los cielos, que entre los personajes famosos y poderosos de este mundo. No tuvo ambición del dominio terreno ni quiso nunca recibir la corona que el padre le ofrecía, por temor de que su alma se viera herida por el aguijón de las riquezas, que nuestro Señor Jesucristo llamó espinas, o sufriera el contagio de las cosas terrenas.

Personas de gran autoridad, algunas de las cuales viven aún y que conocían hasta el fondo su comportamiento, aseguran que permaneció virgen hasta el fin de sus días.

De la vida de san Casimiro, escrita por un autor casi contemporáneo

viernes, 3 de marzo de 2017

Santos mártirds Emeterio y Celedonio


Entre los prodigios de valor que manifestaran los Mártires de Jesucristo en tiempo que los gentiles perseguían a la Iglesia con la mayor crueldad fue y ha sido memorable en todos los siglos el de san Emeterio y Celedonio, hijos, según refieren varios escritores, de san Marcelo, centurión de la legión qne tenían tos romanos en la ciudad de León, una de las principales de España, donde los Santos siguieron la profesión militar desde su juventud. Educados en la religión cristiana por un padre que mereció la corona del martirio, persuadidos firmemente que fuera de ella no hay salvación para los hombres, luego que supieron la cruel persecución que suscitaron los emperadores de Roma contra los discípulos de Cristo, encendidos en vivísimos deseos de testificar con su sangre las verdades infalibles de nuestra santa fe, resolvieron de común acuerdo hacerlo así, manifestando en su defensa el brío militar, de que se hallaban asistidos, ante los perseguidores. Para alentarse á una acción tan gloriosa, que serviría de ejemplo capaz de animar á no pocos fieles tímidos á vista de los estragos que en ellos hacían los gentiles, habló Emeterio a su hermano en estos términos: Ya sabes, Celedonio, hace muchos años que servimos a las potestades de la tierra en la guerra del mundo, sin otro objeto que el del honor y premios caducos, arriesgando nuestra vida en las funciones militares. Supuesto que al presente se nos ofrece otra guerra más noble, más digna y más meritoria contra los enemigos de Jesucristo, cuyos premios son eternos, vamos a lograrlos en un combate laudable.

No necesitas, respondió Celedonio, gastar palabras para que te siga en una resolución tan acertada: estoy muy bien persuadido de la gran diferencia que hay entre los premios indefectibles del cielo y los perecederos temporales del mundo, que son los que pueden solamente lograr los hombres en esta vida. Hace mucho tiempo que suspiro por aquellos a costa de una expedición que los merezca, pronto a derramar la sangre por amor de Jesucristo. Alentados los dos hermanos con estas y otras semejantes expresiones, nacidas de unos corazones abrasados de la llama del amor divino, sin esper a ser llamados manifestaron públicamente su fe á los gentiles. Pero, o bien fuese su primera confesión en León de donde fueron conducidos presos á Calaborra, según quieren unos; ó ya en esta ciudad, como escriben otros, todos convienen que en Calahorra tuvieron su glorioso combate contra los enemigos de la religión cristiana, donde el gobernador romano ejecutaba con los fieles que rehusaban sacrficios a los ídolos, sus acostumbradas crueldades; presentados al tribunal de aquel impío, le reprendieron cara á cara los dos hermanos con grande valor y espíritu la injusticia de sus procedimientos contra la inocencia de los Cristianos, declamaron sobre las necedades y delirios de las supersticiones adoptadas por el gentilismo, y manifestaron con admirables discursos las verdades inefables de la religión de Jesucristo.

No es fácil explicar la cólera que concibió el magistrado al oír semejante lenguaje, que graduó por uno de los mas criminales atentados contra los príncipes del mundo á su presencia; y queriendo vengarse, mandó poner en una dura prisión á los santos Confesores, donde les tuvo padeciendo mucho tiempo con el perverso fin de prolongar su martirio, tan dilatado, que según escriben varios, les creció excesivamente la barba y el cabello, haciéndoles después sufrir tormentos inauditos.

Prudencio, uno de los más antiguos y más célebres entre los poetas latinos, que compuso á fines del siglo IV un poema importante, bajo el título de las Coronas, en honor de algunos ilustres Mártires de España, consagra parte de él á los elogios de los dos hermanos Emeterio y Celedonio, quejándose en los términos mas vivos de la malignidad con que los perseguidores hicieron perecer las actas ó proceso judicial, formado contra los Santos, con la impía intención de abolir la memoria de un suceso tan memorable, robándose asi el conocimiento específico de las generosas respuestas que dieron al juez, y géneros de penas que sufrieron. Lo que la fama pudo arrancar á esta intención bárbara por el canal de una tradición fiel se reduce á lo dicho, y á que los tormentos que padecieron fueron de los mas crueles y exquisitos: así lo afirma el Padre san Isidoro, quien escribe, que por ser tan enormes y bárbaros, tuvieron vergüenza los gentiles de que llegasen á hacerse públicos, valiéndose de todos los medios que pudieran contribuir á ocultarles, para que no se supiese en el mundo hasta dónde llegó el valor de los dos esforzados militares de Jesucristo, que sufrieron todos cuantoá artificios pudo discurrir la obstinada ceguedad de los paganos, con el perverso fin de rendir su constancia, porque de ello resultaría sin la menor duda la mayor confusión del gentilismo, y seria un convencimiento del ningún poder de los falsos dioses, á quienes tributaban cultos.

Últimamente, viendo los perseguidores frustradas todas sus tentativas para vencer á los santos hermanos, unos en la fe, unos en los sentimientos, unos en la fortaleza, y unos en el valor y espíritu, mandó el gobernador degollarles, no encontrando otro arbitrio: ejecutóse la sentencia en el dia 3 de marzo del año 298 según unos, ó 306 según otros, cerca del rio llamado antiguamente Araneto, hoy Arnedo. En el momento que les derribó las cabezas el verdugo, sucedió el prodigio, de que fueron testigos oculares los mismos gentiles, de elevarse por el viento hasta las nubes el anillo del uno y banda del otro, lo cual se tuvo por una cierta seguridad de la gloria con que Dios recompensaba la fidelidad y pureza de los Santos, de cuyas cualidades son símbolo la banda blanca y anillo de oro. San Gregorio de Tours no ha olvidado esta circunstancia en el elogio que hizo de estos dos ilustres Mártires, reputándola por un gran milagro.

Los venerables cuerpos de los Santos parece fueron por entonces sepultados en la ribera del rio dicho, donde se mantuvieron ocultos todo el tiempo que duró el furor de la persecución, y descubiertos luego que cesó la tempestad: después de sus traslaciones al monasterio de Leger en la diócesis de Pamplona, según escribe Yepes.

jueves, 2 de marzo de 2017

Conversión: amor, temor, tristeza y gozo.

Perdona, te pido, Jesús,
a tus monjes, en tu clemencia.

Examina atentamente qué amas, qué temes y con qué gozas o te entristeces. Piensa si bajo el hábito monástico tienes un espíritu mundano, o tu sayal de converso encubre un corazón pervertido. El corazón se manifiesta en estos cuatro afectos, y creo que de ellos se trata cuando se nos manda convertirnos al Señor con todo el corazón.

Conviértase, pues, tu amor y nada ames fuera de Dios o por Dios.

Conviértase también a él tu temor, porque está pervertido si temes algo que no sea él o por él.

Y conviértase a él también tu gozo y tu tristeza. Así será si sufres y gozas según Dios. No hay mayor perversidad que alegrarse al obrar el mal y disfrutar con la perversidad.

La tristeza que es puramente mundana produce la muerte. Pero, si te entristeces por el pecado, tuyo o del prójimo, haces bien. Esta tristeza te salva.

Si gozas con los dones de la gracia, este gozo es santo y un auténtico gozo del Espíritu Santo. Debes alegrarte en el amor de Cristo con los éxitos de tus hermanos, compadecerte de sus desgracias, como dice la Escritura: Con los que están alegres, alegraos; con los que lloran, llorad.

San Bernardo de Claraval
Sermón 2 en la Cuaresma, 3

miércoles, 1 de marzo de 2017

San Benito. La Santa Cuaresma

Capítulo 49

Ofrezca a Dios algo extraordinario.

Aunque la vida del monje debería seguir en todo tiempo una observancia cuaresmal, no obstante, como son pocos los que tienen semejante virtud, recomendamos que durante la cuaresma todos guarden la mayor pureza de vida, y eviten en estos santos días las flaquezas de otros tiempos. Esto se logra dignamente si nos abstenemos de todo vicio y nos dedicamos a la oración con lágrimas, a la lectura, a la compunción del corazón y a la abstinencia. Por tanto, en estos días debemos añadir algo a la tarea habitual de nuestra servidumbre, oraciones especiales, abstinencia en la comida y bebida, para que, cada uno por propia voluntad, ofrezca a Dios algo extraordinario en la alegría del Espíritu Santo. Es decir, prive a su cuerpo de algo de comida, bebida, sueño, conversación y bromas y espere la santa Pascua con la alegría de un deseo espiritual. Pero lo que cada uno ofrece propóngaselo a su abad, y hágalo con su oración y aprobación, porque lo que se hace sin el permiso del padre espiritual se tendrá por presunción, vanagloria, no digno de recompensa. Por tanto háganse todas las cosas con autorización del abad.