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martes, 12 de marzo de 2019
miércoles, 29 de marzo de 2017
Contemplar la Pasión
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Cristo en la Cruz Francisco de Zurbarán |
Aunque la consideración de la vida de Cristo, nuestro Señor, y de todos los pasos de ella, nos debe ser tan ordinaria y continua, como se dijo arriba; pero muy más particularmente lo debe ser la meditación de la sagrada Pasión, la cual había de estar impresa en nuestra memoria, que nunca de ella se apartase, y como dice el glorioso san Bernardo: Ningún cristiano había de haber, que por lo menos siete veces al día no se acordase de ella; pues para esto quiso el mismo Señor, después de haber resucitado, conservar en su Cuerpo glorioso las señalas de las cinco Llagas principales, para que nunca se nos pudiese olvidar lo que por nosotros padeció.. Y para este mismo intento nos dejó un memorial tan noble y tan continuo, como el Santísimo Sacramento, mandándonos que, todas las veces que la celebrásemos, fuese en memoria de su Pasión, porque esta meditación es la más provechosa, y la general para todos, y así deben los puntos de ella meditarse más particular, distinta y espaciosamente que todos los demás de su vida santísima.
Fray Antonio de Molina
Ejercicios espirituales de las Excelencias de la Oración Mental
Tratado Tercero de la Segunda Parte, de la Pasión de Cristo nuestro Señor
Quien esto escribía, fray Antonio de Molina, era una monje cartujo de finales del siglo XVI, que es su magnífico libro sobre la oración, nos dejó una serie completa de meditaciones sobre la vida del Señor, de entre las que destacan las dedicadas a la Pasión del Señor. Efectivamente, en nuestra vida de oración ocupa la consideración de cuanto el Señor hizo por nosotros un lugar privilegiado. Dicha meditación, lo sabemos por experiencia, nos ha movido frecuentemente al bien, nos ha ayudado a vencer la fuerza del pecado, y nos ha impulsado a actos heroicos de amor y de generosidad. Esta contemplación de la Pasión del Señor es fuente de intensa acción espiritual, y con ella cualquier esfuerzo, cualquier sacrificio, cualquier acto de amor parece pequeño en su comparación.
Fray Antonio de Molina, tomando como punto de comparación la invitación a orar siete veces, procedente de la tradición monástica, invita a hacer oración mental también siete veces, según el consejo de san Bernardo, tomando como pie la consideración de los pasos de la Pasión del Señor. No es difícil imaginar la soledad del monje cartujo, consagrada otras tantas veces a la visión amorosa del Señor eterno, muerto por su criatura perecedera.
Pero como el mismo escritor nos dice, no sólo aprovecha esta meditación al monje consagrado al Señor, sino que es fundamental para todo cristiano, que quiera tener presente a lo largo de su jornada, cuanto Jesús por él hizo.
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vida monástica
martes, 7 de marzo de 2017
Cartuja de San José
Visitamos hoy una nueva Cartuja, fundada en Córdoba, Argentina. Las bellas imágenes están acompañadas de un cántico lleno de esperanza: el Rorate de Adviento.
viernes, 21 de octubre de 2016
La Gran Cartuja en 1964
La Gran Cartuja, ubicada en los Alpes, cerca de Grenoble, ha sido la cuna del monacato cartujo, una reforma monástica medieval que procuró combinar la esencia del eremitismo antiguo con la vida comunitaria benedictina. No abundan los reportajes sobre esta forma de vida monástica tan alejada del mundo. Hemos encontrado un interesante video, hablado en francés, que nos muestra la Gran Cartuja en el año 1964. Aunque la imagen es un tanto deficiente, parece un documento muy interesante.
miércoles, 19 de octubre de 2016
viernes, 1 de julio de 2016
Las monjas cartujas
Si pocos son los monasterios de monjes cartujos en el mundo, mucho menor es el número de monjas cartujas. Por eso, este domingo queremos compartir unos momentos de su silenciosa y retirada existencia, a través de este video, que acompañado de su canto litúrgico, nos muestra imágenes de los distintos monasterios de las monjas cartujas. Que el Señor las conceda perseverar en su vocación, y suscite vocaciones que permitan mantener en el seno de la Iglesia un carisma tan precioso.
jueves, 26 de mayo de 2016
sábado, 21 de mayo de 2016
sábado, 26 de marzo de 2016
Soledad y Silencio
Hoy el silencio envuelve la tierra y contempla a Cristo depositado en el sepulcro. Un Cristo que desafiando a la muerte, en la confianza de hacer la voluntad del Padre, ha aceptado con dolor y padecimiento el plan preparado para poder así rescatarnos del oscuro abismo donde nos habían conducido nuestros pecados.
Silencio y soledad, dos características muy determinantes en la vida del monje. Silencio para poder escuchar a quien habla al corazón a quien sondea lo profundo del alma, a quien conoce todo lo que somos y pensamos. Silencio para saber atender las necesidades del otro, para implorar misericordia e interceder con el corazón por nuestros hermanos como el mismo Cristo nos enseña en su silencioso transito hacia el Padre. Silencio que trasciende fronteras y muros porque es, paradógicamente, el medio de comunicación del Espíritu y medio en el cual transforma toda la faz de la tierra.
Soledad para encontrarse con el Amado, para descansar en Él, para conversar sosegadamente con Él, para dejarse embriagar de Él. Una soledad que hace al monje estar y tener presente al mundo sin estar en el mundo, una soledad que se hace compañía de quien lo necesita debido al gran poder de la oración y la presencia espiritual, una soledad que acompaña y vela, que descansa en Cristo sobre la fría piedra de la terrena existencia, pero que arde en amorosos deseos de encontrase con Él como fin y principio de su existencia. Una soledad en la que espera gozar, sin figuras ni otros tantos mensajeros. Una soledad, como diría san Juan de la Cruz, donde pueda encontrase el alma de éste con quien es el amor de su alma, su Señor, quien descansa y actúa para encontrar al hombre en su eterna y sola presencia de la callada musicalidad del alma y en la ...
la noche sosegada,
en par de los levantes de la aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora;
viernes, 20 de noviembre de 2015
martes, 6 de octubre de 2015
Se alegra mi espíritu en el Señor
Habiéndome enterado, por la detallada y agradable relación de nuestro venerable hermano Landovino, del inflexible rigor con que observáis, de un modo tan sabio y digno de alabanza, vuestra Regla, y habiendo sabido de vuestro santo amor y vuestro constante interés por todo lo que se refiere a la integridad y la honestidad, se alegra mi espíritu en el Señor. En verdad, me alegro y prorrumpo en alabanzas y acciones de gracias al Señor y, sin embargo, suspiro amargamente. Me alegro, ciertamente, como es de justicia, por el incremento de los frutos de vuestras virtudes, pero me duelo y me avergüenzo de verme yo postrado, por mi indolencia y apatía, en la sordidez de mis pecados.
Alegraos, pues, hermanos míos muy amados, por vuestro feliz destino y por la liberalidad de la gracia divina para con vosotros. Alegraos, porque habéis escapado de los múltiples peligros y naufragios de este mundo tan agitado. Alegraos, porque habéis llegado a este puerto escondido, lugar de seguridad y de calma, al cual son muchos los que desean venir, muchos los que incluso llegan a intentarlo, pero sin llegar a él. Muchos también, después de haberlo conseguido, han sido excluidos de él, porque a ninguno de ellos le había sido concedida esta gracia desde lo alto.
Por lo tanto, hermanos míos, tened por bien cierto que todo aquel que ha llegado a disfrutar de este bien tan deseable, si llega a perderlo, se arrepentirá hasta el fin, si es que tiene un mínimo de interés y solicitud por la salvación de su alma.
Con respecto a vosotros, mis amadísimos hermanos legos, yo os digo: Proclama mi alma la grandeza del Señor, porque veo la magnificencia de su misericordia sobre vosotros, por lo que me ha contado vuestro prior y padre amantísimo, el cual está muy satisfecho y contento de vuestro proceder. Alegrémonos también nosotros porque, sin baberos dedicado al estudio, el Dios poderoso graba en vuestros corazones no sólo el amor, sino también el conocimiento de su santa ley. En efecto, vuestra conducta es una prueba de vuestro amor, como también de vuestra sabiduría. Porque vuestro interés y cautela en practicar la verdadera obediencia pone de manifiesto que sabéis captar el fruto dulcísimo y vital de la sagrada Escritura.
San Bruno de Colonia
Carta a sus hijos cartujos (1-3: SC 88, 82-84)
martes, 14 de julio de 2015
Las monjas cartujas
Si pocos son los monasterios de monjes cartujos en el mundo, mucho menor es el número de monjas cartujas. Por eso, este domingo queremos compartir unos momentos de su silenciosa y retirada existencia, a través de este video, que acompañado de su canto litúrgico, nos muestra imágenes de los distintos monasterios de las monjas cartujas. Que el Señor las conceda perseverar en su vocación, y suscite vocaciones que permitan mantener en el seno de la Iglesia un carisma tan precioso.
jueves, 7 de mayo de 2015
martes, 28 de abril de 2015
viernes, 10 de abril de 2015
Digitalización de una Cartuja
Interesante montaje sobre una Cartuja holandesa. La recreación digital me ha parecido muy bien hecha.
jueves, 9 de abril de 2015
Nuevo Blog de Espiritualidad Monástica
Nuevo Blog de espiritualidad monástica, de los Cartujos de Miraflores
lunes, 24 de noviembre de 2014
Un día normal en la Cartuja de Miraflores
El cartujo se acuesta muy pronto, entre las siete y media y las ocho de la tarde. Cuatro horas más tarde, a las once y media de la noche, se levanta y comienza su jornada.
Después de asearse y de orar un rato en el oratorio de su ermita, a las 0,15 horas, la campana de la torre convoca a los monjes a la oración de la noche en la iglesia; son los Maitines y los Laudes, oración cantada, compuesta de salmos, lecturas de la Sagrada Escritura y de los Santos Padres, preces y oraciones por las necesidades del mundo y de la Iglesia.
Este largo oficio litúrgico de la noche es muy apreciado por los monjes y se prolonga hasta las dos y cuarto o las tres de la mañana.
De vuelta a su ermita el cartujo hace una breve oración a la Virgen María en su oratorio y se acuesta.
A las seis y media de la mañana se levanta y dedica esas primeras horas a la oración. A las ocho se reúne la comunidad en la iglesia para la Misa, que siempre es cantada. La mañana transcurre en la ermita dedicada al estudio, la lectura meditada de la Sagrada Escritura, el trabajo manual. La comida es a las once y media y la tarde sólo se interrumpe para cantar en la iglesia el oficio litúrgico de Vísperas.
Fuente: http://www.cartuja.org/index.htm
viernes, 14 de noviembre de 2014
domingo, 2 de noviembre de 2014
Considérale como Rey
Considera, pues, lo primero, la majestad con que está aquella sacratísima Humanidad de Cristo, nuestro Señor en el cielo, sentado a la diestra del Padre, sobre todas las criaturas, con universal imperio y señorío sobre todas ellas: la reverencia y el amor con que le adoran todos los Santos y los espíritus bienaventurados, cantándole perpetuas alabanzas y reconociéndole por verdadero rey y Señor...
Lo segundo, considera el temor y reverencia con que está un pobre rústico delante del Rey, cómo se turba y no sabe hablar palabra. Mira si tú hubieras mañana de hablar con el Rey, o le hubieras de hospedar en tu casa, cómo te apercibieras y pusieras la mejor ropa y la más limpia; cómo pensarías lo que habías de decir, especialmente si pensases pedirle algunas grandes mercedes. Y cuando estuvieses hablando con él, qué atento estarías, y como no te acordarías de otra cosa.
Lo tercero, considera cómo este Señor, siendo como es, Rey de Reyes, Señor de los Señores, y universalmente de todo lo criado, por amor a ti se humilló a tan gran extremo de bajeza y desprecio, que le pusieron una corona de espinas, y un cetro de caña, y le adoraron con escarnio y mofa, como a Rey de burlas y fingido. En agradecimiento de esto, póstrate tu delante de él y, con toda humildad, reconócele por tu verdadero rey y Señor, y pídele que te dé gracia, que le adores en espíritu y en verdad, como él quiere ser adorado.
Fray Antonio de Molina, cartujo
Instrucción de sacerdotes
en que se da doctrina muy importante para conocer la alteza del sagrado oficio Sacerdotal,
y para exercitarle debidamente, 1608.
De las Consideraciones para celebrar la Misa. Lunes
lunes, 6 de octubre de 2014
Se alegra mi espíritu en el Señor
Habiéndome enterado, por la detallada y agradable relación de nuestro venerable hermano Landovino, del inflexible rigor con que observáis, de un modo tan sabio y digno de alabanza, vuestra Regla, y habiendo sabido de vuestro santo amor y vuestro constante interés por todo lo que se refiere a la integridad y la honestidad, se alegra mi espíritu en el Señor. En verdad, me alegro y prorrumpo en alabanzas y acciones de gracias al Señor y, sin embargo, suspiro amargamente. Me alegro, ciertamente, como es de justicia, por el incremento de los frutos de vuestras virtudes, pero me duelo y me avergüenzo de verme yo postrado, por mi indolencia y apatía, en la sordidez de mis pecados.
Alegraos, pues, hermanos míos muy amados, por vuestro feliz destino y por la liberalidad de la gracia divina para con vosotros. Alegraos, porque habéis escapado de los múltiples peligros y naufragios de este mundo tan agitado. Alegraos, porque habéis llegado a este puerto escondido, lugar de seguridad y de calma, al cual son muchos los que desean venir, muchos los que incluso llegan a intentarlo, pero sin llegar a él. Muchos también, después de haberlo conseguido, han sido excluidos de él, porque a ninguno de ellos le había sido concedida esta gracia desde lo alto.
Por lo tanto, hermanos míos, tened por bien cierto que todo aquel que ha llegado a disfrutar de este bien tan deseable, si llega a perderlo, se arrepentirá hasta el fin, si es que tiene un mínimo de interés y solicitud por la salvación de su alma.
Con respecto a vosotros, mis amadísimos hermanos legos, yo os digo: Proclama mi alma la grandeza del Señor, porque veo la magnificencia de su misericordia sobre vosotros, por lo que me ha contado vuestro prior y padre amantísimo, el cual está muy satisfecho y contento de vuestro proceder. Alegrémonos también nosotros porque, sin baberos dedicado al estudio, el Dios poderoso graba en vuestros corazones no sólo el amor, sino también el conocimiento de su santa ley. En efecto, vuestra conducta es una prueba de vuestro amor, como también de vuestra sabiduría. Porque vuestro interés y cautela en practicar la verdadera obediencia pone de manifiesto que sabéis captar el fruto dulcísimo y vital de la sagrada Escritura.
San Bruno de Colonia
Carta a sus hijos cartujos (1-3: SC 88, 82-84)
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