Juan Pantoja de la Cruz - Imposición de la casulla a san Ildefonso |
Señora mía y dueña mía, adueñada de mi, Madre de mi Señor, sierva de tu Hijo, engendradora del Creador, yo te ruego, te rezo, te suplico que tenga el espíritu de tu Hijo, el espíritu de mi Redentor, para que entienda acerca de Ti lo verdadero y lo digno, hable sobre Ti lo verdadero y lo digno y ame todo lo que sea verdadero y digno de Ti.
¡Oh Tu, la elegida de Dios, la acogida por Dios, la llamada por Dios, cercana a Dios, adherida a Dios y a Dios unida; Tu, la visitada por el ángel, saludada por el ángel, bendecida por el ángel, alegrada por el ángel, ruborosa ante sus palabras, atónita en tu pensamiento, estupefacta por el saludo, admirada por el anuncio de la promesa!
Oyes que hallaste gracia ante Dios, se te manda no temer, eres confirmada en tu fe, instruida en el conocimiento de prodigios, llevada a la gloria de una novedad inaudita. Con referencia a un hijo es advertido tu pudor, y con el nombre del Hijo certificada tu virginidad. Se predice que el Santo que nacerá de Ti será llamado Hijo de Dios y se te anuncia cual será el poder del que nace.« ¿Como se hará?», preguntas… ¿Interrogas sobre el origen?; ¿indagas la razón?; ¿quieres conocer el hecho y el modo de realizarse? Escucha un oráculo inaudito, considera una operación sin precedentes, advierte un desconocido arcano, presta atención al hecho jamás visto: El Espíritu Santo vendrá sobre Ti, y el Poder del Altísimo te cubrirá con su sombra.
Toda la Trinidad realizará en Ti invisiblemente la concepción; pero solo la Persona del Hijo de Dios, que nacerá corporalmente, de Ti tomara carne. Y, por tanto, lo que será concebido en Ti y nacerá de Ti, lo que saldrá de Ti engendrado por Ti y por Ti parido será llamado Santo, Hijo de Dios. Este será el gran Dios de las virtudes, Este el Rey de los siglos, Este el creador de todas las cosas.
He aquí que Tu eres dichosa entre las mujeres, virgen entre las parturientas, señora entre las siervas, reina entre las hermanas. He aquí que desde ahora te proclaman dichosa todas las gentes, dichosa te reconocen las virtudes celestes, te predican todos los profetas, te celebran todas las naciones.
Feliz Tu para mi fe, feliz para mi alma, feliz para mi amor, feliz en mi alabanza y predicación. Que yo te predique cuanto mereces ser predicada, que yo te ame cuanto mereces ser amada, que te ensalce en todo lo que eres loable, que te sirva en cuanto se debe servir a tu gloria. Tu, recibiendo a Dios solo, eres posterior al Hijo de Dios, pero, engendrando a Dios hecho a la vez Hombre, eres anterior al Hijo del Hombre; al cual, por solo acogerle, Dios se hospeda en Ti, mas, por concebirle, el Hombre que a la vez es Dios habita en Ti.
En el pasado limpia para Dios, en el presente llena del Hombre-Dios, en el futuro Madre del Hombre-Dios; alegre por la concepción y la doncellez, gozosa por el hijo y la intacta pureza, tan fiel al Hijo como al esposo. De tal modo fiel al Hijo que ni El mismo conociera progenitor carnal; fiel de tal modo al esposo que el mismo te reconociera madre sin concurso de varón.
Mujer, que has de ser glorificada en el Hijo tanto cuanto, estando libre de todo contacto varonil, has sido instruida en lo que debías conocer, enseñada en lo que debías creer, asegurada en lo que debías esperar y confirmada en lo que, sin detrimento alguno, debías conservar.
San Ildefonso de Toledo
Libro de la Perpetua Virginidad de la Virgen María, cap. 1
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