6 de enero de 1938 - jueves
Ave María.
Día 6 de enero.
Por la mañana de este día tuve gran consuelo y mucha paz en la santa comunión. Estuve un gran rato muy recogido; vi con claridad que sólo Jesús puede llenar mi alma y mi vida.
Hubiera querido ofrecer a Jesús Niño algo..., algo que no tengo. Hubiera querido morir en su presencia olvidándome de todo, y solamente amándole... ¡Qué bueno es Dios!
No habían pasado tres cuartos de hora, cuando no lo sé, ni me lo explico, una angustia muy grande llenó mi espíritu. Mi alma se derramó en lágrimas en la capilla del noviciado. ¡Señor, soy un pobre hombre!
¡Me vi tan solo!... ¿Y mi fervor?... ¿Y mis ansias de Dios y desprecio del mundo, dónde se fueron?... ¿Por qué me dejas, Señor?... ¿Qué haré yo sin Ti? Me da pena de mi mismo al verme tan débil.
Al hacer el examen por la noche, comprendí muchas cosas, que no acierto a escribir.
Dios es muy bueno conmigo.
Día 6 de enero.
Por la mañana de este día tuve gran consuelo y mucha paz en la santa comunión. Estuve un gran rato muy recogido; vi con claridad que sólo Jesús puede llenar mi alma y mi vida.
Hubiera querido ofrecer a Jesús Niño algo..., algo que no tengo. Hubiera querido morir en su presencia olvidándome de todo, y solamente amándole... ¡Qué bueno es Dios!
No habían pasado tres cuartos de hora, cuando no lo sé, ni me lo explico, una angustia muy grande llenó mi espíritu. Mi alma se derramó en lágrimas en la capilla del noviciado. ¡Señor, soy un pobre hombre!
¡Me vi tan solo!... ¿Y mi fervor?... ¿Y mis ansias de Dios y desprecio del mundo, dónde se fueron?... ¿Por qué me dejas, Señor?... ¿Qué haré yo sin Ti? Me da pena de mi mismo al verme tan débil.
Al hacer el examen por la noche, comprendí muchas cosas, que no acierto a escribir.
Dios es muy bueno conmigo.
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