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lunes, 6 de junio de 2016

San Norberto y los monjes premostratenses


San Norberto (1080-1134), cuya memoria celebra hoy la Iglesia, fue el fundador de una de las ramas del monacato medieval, que procuró unir la vida de oración con la predicación de la fe entre el pueblo. La orden tomó el nombre del primer monasterio que fundó san Norberto: Premontrè, un pueblo en el norte de Francia; de ahí, premostratenses.

La Orden Premostratenses se extendió fundamentalmente por Francia y por Alemania. En España llegaron a tener unas cuarenta abadías, de entre las cuales destacan las de Santa María la Real de Aguilar de Campoo, la de Santa María de la Vid, o la de Retuerta.

Los monjes y monjas premostratenses viven bajo la Regla de San Agustín, aunando elementos de vida monástica comunitaria, con otros más característicos de la atención a parroquias. Son monjes y monjas (por ejemplo, las premostratenses o norbertinas de Toro, en la diócesis de Zamora). La grabación siguiente nos muestra a un monje cantando la Salve, en un tono característico de los premostratenses.

martes, 17 de mayo de 2016

Monasterio de Ursberg


El Monasterio de San Pedro y San Juan Evangelista fue consagrado en 1125 por el noble Señor de Schwabegg-Balzhausen. Fue la primera fundación de los premostratenses en el sur de Alemania. En 1143 quedó bajo protección imperial. Su iglesia románica fue consagrada en 1230. Fue barroquizada, posteriormente por Joseph Dossenberger el Joven. A esa época pertenecen los frescos de Jakob Fröschle y Konrad Huber.


El Monasterio de Ursberg (el monte del oso) fundó, a su vez, el monasterio de Roggenburg, que todavía existe. Destaca el Calvario románico, y el altar mayor, cuyo lienzo fue pintado por  J. Pflaum.


El Monasterio fue cerrado en la Secularización del año 1803. La iglesia se convirtió en parroquia. En 1884, el sacerdote Dominikus Ringeisen compró el edificio y fundó una congregación de franciscanas terciarias, para la atención de minusválidos y la educación.

viernes, 6 de junio de 2014

De la Vida de san Norberto de Magdeburgo


Norberto es contado, con toda razón, entre los que más eficazmente contribuyeron a la reforma gregoriana; él, en efecto, quiso antes que nada formar un clero entregado a una vida genuinamente evangélica y a la vez apostólica, casto y pobre, que aceptara «a la vez la vestidura y el ornato del hombre nuevo: lo primero en el hábito religioso, lo segundo en la dignidad de su sacerdocio», y que se preocupara de «seguir las enseñanzas de la sagrada Escritura y de tener a Cristo por guía». Acostumbraba recomendar a este clero tres cosas: «En el altar y en los divinos oficios, decoro; en el capítulo, enmienda de las desviaciones y negligencias; con respecto a los pobres, atenciones y hospitalidad».

A los sacerdotes, que en la comunidad hacían las veces de los apóstoles, les agregó tal multitud de fieles laicos y de mujeres, a imitación de la Iglesia primitiva, que muchos aseguraban que nadie, desde el tiempo de los apóstoles, había podido adquirir para Cristo, en tan breve espacio de tiempo y con la formación que él les daba, semejante cantidad de personas que procurasen seguir una vida de perfección.

Cuando lo nombraron arzobispo, encomendó a sus hermanos de religión la evangelización de los vendos; además, se esforzó en la reforma del clero de su diócesis, a pesar de la turbación y conmoción que esto causó en el pueblo.

Finalmente, su principal preocupación fue consolidar y aumentar la armonía entre la Santa Sede y el Imperio, guardando, sin embargo, intacta la libertad en cuanto a los nombramientos eclesiásticos, lo que le valió estas palabras que le escribió el papa Inocencio segundo: «La Santa Sede se felicita de todo corazón de tener un hijo tan devoto como tú»; el emperador, por su parte, lo nombró gran canciller del Imperio.

Todo esto lo hizo movido por la fuerza que le daba su fe: «En Norberto —decían— destaca la fe, como en Bernardo de Claraval la caridad»; también se distinguió por la amabilidad de su trato, «ya que, grande entre los grandes y exiguo entre los pequeños, con todos se mostraba afable»; asimismo era notable su elocuencia: «Palabra de Dios llena de fuego, que quemaba los vicios, estimulaba las virtudes, enriquecía con su sabiduría a las almas bien dispuestas», ya que su valiente predicación era fruto de una meditación asidua y contemplativa de las cosas divinas.

PL 170, 1262.1269.1294.1295

jueves, 6 de junio de 2013

San Norberto y los monjes premostratenses


San Norberto (1080-1134), cuya memoria celebra hoy la Iglesia, fue el fundador de una de las ramas del monacato medieval, que procuró unir la vida de oración con la predicación de la fe entre el pueblo. La orden tomó el nombre del primer monasterio que fundó san Norberto: Premontrè, un pueblo en el norte de Francia; de ahí, premostratenses.

La Orden Premostratenses se extendió fundamentalmente por Francia y por Alemania. En España llegaron a tener unas cuarenta abadías, de entre las cuales destacan las de Santa María la Real de Aguilar de Campoo, la de Santa María de la Vid, o la de Retuerta.

Los monjes y monjas premostratenses viven bajo la Regla de San Agustín, aunando elementos de vida monástica comunitaria, con otros más característicos de la atención a parroquias. Son monjes y monjas (por ejemplo, las premostratenses o norbertinas de Toro, en la diócesis de Zamora). La grabación siguiente nos muestra a un monje cantando la Salve, en un tono característico de los premostratenses.