Carreño de Miranda - Fundación de los Trinitario. Louvre |
Un relato anónimo de la primera mitad del siglo XIII cuenta la visión que tuvo Juan de Mata durante la celebración solemne de su primera misa en París,el 28 de enero de 1193: Juan invitó a su primera misa al obispo de París, al abad de San Victor y a Prevostino, que había sido su maestro. En el momento central de la misa suplicó al Señor que, si era su voluntad, le mostrase en qué orden religiosa podía ingresar con toda seguridad. Y elevando los ojos al cielo, se le apareció el mismo Señor sosteniendo en sus manos a dos hombres encadenados por las tibias: uno negro y feo, y el otro blanco y pálido.
Percibida la llamada divina, Juan se retiró a meditar y rezar para comprender mejor su misión, a un lugar solitario y boscoso, distante unos 80 kilómetros de París, llamado Cerfroid (Ciervo Frío). Allí encontró a un grupo de cuatro ermitaños, a los que contó su experiencia de la primera misa y su plan de fundar una orden religiosa. El principal de estos ermitaños era Félix de Valois. Todos ellos se le unieron en su proyecto fundacional. En 1194 creó en el mismo lugar de Cerfroid la primera comunidad de trinitarios. En seguida, gracias a algunas donaciones de terrenos y nuevos discípulos, fundó otras dos casas.
Considerando que, para dedicarse al rescate de cautivos en muchos países, necesitaba el apoyo del Papa, Juan de Mata acudió en 1198 a Roma para someter al juicio de Inocencio III su plan y la Regla que había compuesto para la nueva orden. Dicho Papa, después de examinar atentamente el asunto y hacer algunas consultas al obispo de París y al abad de San Victor (París), aprobó la Regla de San Juan de Mata con una bula del 17 de diciembre de 1198. Entre otras bulas de apoyo que obtuvo del Papa, Juan consiguió también una carta de Inocencio III (8 de marzo de 1199) dirigida al rey de Marruecos, con la que le presentaba a los trinitarios y su misión de ocuparse de los cautivos. Por los meses de abril y mayo de ese año el propio Juan llevó la carta al rey de Marruecos y realizó la primera redención de cautivos, trasladándolos a Marsella.
Luego el Santo se dedicó a fundar varias casas en el sur de Francia (la más importante, la de Marsella), para organizar mejor las expediciones redentoras. Buscaba la cercanía a las líneas musulmanas y a los grandes puertos de mar para realizar mejor la misión redentora. Fundó también varias casas en España, que estaba medio invadida por los moros: Avingaña (Lérida), Toledo, Segovia, Burgos... Al mismo tiempo mandaba grupos de trinitarios al norte de África, a Valencia, a Granada, a Palestina y Oriente Medio, etc., a rescatar cautivos. En Oriente Medio prestaron también su asistencia espiritual a los cruzados y establecieron cuatro casas (San Juan de Acre, Cesarea, Beirut y Jafa). A él mismo se atribuyen dos redenciones efectuadas en 1207-1208: en Córdoba y Valencia.
En 1208 Inocencio III donó a Juan de Mata una gran casa, que había sido antes abadía cisterciense, en Roma, cerca del Coliseo: Santo Tomás in Formis, que el Santo convirtió enseguida en hospital para acoger y curar a los cautivos. Allí puso, como hemos dicho, el mosaico que refleja plásticamente la misión principal de los trinitarios. En esta casa de Roma murió Juan de Mata el 17 de diciembre de 1213.
Dejaba una treintena de casas o comunidades de trinitarios. En la mayor parte de ellas puso también hospitales, donde los religiosos atendían no solo a los cautivos liberados (que, antes de ser devueltos a sus familias, necesitaban recuperarse físicamente), sino también a los pobres y enfermos indigentes del lugar donde residían.
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