viernes, 6 de mayo de 2016

Santa María de Veruela


El Real Monasterio de Santa María de Veruela fue una abadía cisterciense del siglo XII, situada en las cercanías de Vera de Moncayo, en Tarazona y el Moncayo (Aragón). En 1141 Pedro de Atarés junto con su madre donaron los valles de Veruela y Maderuela, en torno al río Huecha y a escasos kilómetros al noroeste de Borja, a la Abadía de Escaladieu para que se fundase un monasterio bajo la advocación de la Virgen María.a Sin embargo, la orden del Císter no dio el permiso para que se procediese a la fundación hasta 1146 siendo por consiguiente el monasterio cisterciense más antiguo de Aragón.

Los monjes cistercienses encontraron en los entonces frondosos bosques del somontano del Moncayo el silencio y la soledad que su regla monástica exigía, además de otros elementos fundamentales para la vida cisterciense: piedras (las canteras de la zona) y agua (la del río Huecha o La Huecha). Ese río fue, precisamente, el eje de la articulación del señorío verolense. Veruela como señor de vasallos poseía las localidades de Ainzón, Alcalá de Moncayo, Bulbuente, Litago, Pozuelo de Aragón y Vera de Moncayo, además de poseer una granja en Magallón (la conocida como Granja de Muzalcoraz), sin olvidar que hasta 1409 poseyó también Maleján. Todas estas posesiones convertían a la institución señorial de Santa María de Veruela en el gran señor del Valle de La Huecha y de las actuales comarcas de Borja y Tarazona.

Veruela fue abandonada por los cistercienses en 1835, cuando la desamortización, lo cual propició la destrucción y el abandono del cenobio. No obstante, una junta de conservación formada por gentes de Borja y Tarazona impidieron su ruina total y merced a la creación de una hospedería pudieron conservar el monumento. A dicha hospedería acudieron durante la segunda mitad del siglo XIX la alta sociedad zaragozana e ilustres personajes como los hermanos Bécquer, Gustavo Adolfo y Valeriano –el pintor–; ambos encontraron en Veruela un lugar romántico por excelencia que inspiró muchos pasajes de sus obras, en especial la colección de cartas de Gustavo Adolfo reunidas y publicadas con el título de Desde mi celda, y buena parte de la colección de grabados de Valeriano. En 1976 el estado cedió el usufructo del monasterio a la Diputación Provincial de Zaragoza para su rehabilitación y conservación.

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