Hoy recuerda la Liturgia a uno de los santos benedictinos, que trataron de reformar el orden monástico durante la alta Edad Media. San Juan Gualberto vivió entre los años 985 al 1073. Su conversión se produjo al perdonar la vida al asesino de su propio hermano. Ingresó en el monasterio de san Miniato, pero tras una visita al eremo de la Camaldula, en el que san Romualdo acababa de dejar el atrayente testimonio de su vida, decidió iniciar una fundación en el lugar llamado Valumbrosa.
Se trata de una reforma monástica que acentúa los caracteres eremíticos y el apartamiento del mundo. De hecho procuró que los monjes no tuvieran otra actividad que la contemplación y la oración, dejando cualquier otro trabajo a los hermanos. San Juan Gualberto tuvo una gran notoriedad, por promover la reforma de la Iglesia, luchando contra la simonía, es decir, la venta de oficios eclesiásticos a cambio de dinero.
De san Juan Gualberto hemos conservado algunos textos, fundamentalmente cartas. A continuación, podemos leer una carta sobre la caridad.
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