San Bernardo compuso para sus monjes un comentario completo al salmo 90. En la introducción a dicha obra, se pregunta cómo ayudar a sus monjes en el itinerario cuaresmal. Descarta el relajar la disciplina penitencial, por el mal que supone para el alma, y por eso se propone comentar la Palabra de Dios.
Por eso, para que encontréis vuestro consuelo en esta Palabra de Dios, especialmente estos días en los que por muchas razones será mayor vuestro esfuerzo, como lo espero, no os vendrá mal que os exponga algo sobre las Escrituras santas, tal como algunos de vosotros me lo habéis pedido. Con este fin, vamos a elegir precisamente aquel salmo al que recurrió el enemigo para tentar el Señor; así neutralizamos lar armas del maligno con los mismos instrumentos que él pretendió usurpar.
Tras esta introducción, en su primer sermón, comenta el versículo: El que habita al amparo del Altísimo, morará a la sombra del Todopoderoso. San Bernardo sigue una vía negativa, descartando a aquellos que no habitan al amparo del Altísimo. Distingue tres tipos: los que no esperan nada de Dios, los que desesperan, y los que esperan en vano. Efectivamente, hay quien ha olvidado completamente al Señor, y no espera nada de él; hay quien se ha apartado tanto de él, que desespera de toda salvación; y hay también quien espera en él sin apartarse del pecado, lo cual hace vana su esperanza. Frente a ellos, el que habita al amparo del Altísimo, es quien realmente morará a su sombra: El que merezca gozar de su protección, puede excluir todo temor a cuanto existe bajo el cielo.
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