En esto conozco que me amas:
en que mi enemigo no triunfa de mí.
Israel oró este versículo agradeciendo al Señor la salvación sobre tantos enemigos como habían intentado destruir al pueblo elegido, lo cual era una prueba palpable del amor del Dios que había hecho alianza con los descendientes de Abrahán.
Jesucristo oró este versículo dando gracias a Dios, su Padre, que le habría de hacer vencer sobre el enemigo de Dios y de los hombres, sobre el mal que ensombrece el mundo creado bueno por Dios, sobre la malicia del Maligno que intenta apoderarse del corazón humano y lo lleva por caminos de oscuridad.
Los cristianos oramos este versículo junto a Cristo, nuestra cabeza, pues su victoria aún no se ha completado en cada uno de nosotros, y seguimos luchando contra el mal que pugna por imponerse en nuestro corazón. Pero la resurrección de Cristo es la prueba definitiva del amor de Dios hacia el hombre, y prenda de lo que esperamos se realizará en cada uno de nosotros y en nuestro mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario