23.- Silencio. Es mejor callar que hablar. solemos opinar sobre los asuntos mundanos para encontrar soluciones mundanas, cuanto la verdad es que carecen de importancia, en comparación con nuestro encuentro con Dios. Además, cuando el pecado nos dividió en diversos lenguajes, también nos dividió en opiniones, sensibilidades y perspectivas distintas. Por eso, es mejor guardar silencio, porque todo lo humano es susceptible de opiniones fragmentarias y contrapuestas, cuando la verdad es que sólo la misericordia de Dios tiene realmente interés. Guarda, monje, silencio, y déjate esconder en el infinito amor de Dios, que cubre todas tus deficiencias de amor y ternura, y es la única verdad absoluta por la que merece la pena esforzarse.
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