40.- Soledad. Monje, tal vez, como los apóstoles, quisieras ver al Señor en tus momentos de desaliento, para ser consolado por él como ellos lo fueron en las dificultades de su fe, o en las persecuciones. Sabes que el Señor te prometió su Espíritu Santo, pero ¡tantas veces no terminas de percibir su hálito! No te desalientes: persevera en esta soledad. Llegará el día en el que tos ojos, finalmente, contemplarán la verdad, se gozarán en su bondad, saborearán su belleza y terminarás unido a él en su amor.
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