45.- Mover el corazón, no solo los pies. Monje, varias veces al día, todos los días del año, durante toda tu vida monástica, te encaminas al Templo. Es el camino que más recorres. Pero, ¿va siempre contigo tu corazón? ¿No lo dejas a menudo en otras ocupaciones?, ¿no queda, por desgracia, demasiado asido a sí mismo e incapaz de salir de sí para alabar a su Señor? No vayas, monje, al templo sólo con los pies: lleva también a tu corazón. Que vivir en la presencia de Dios no llegue nunca a convertirse para ti en una rutina, sino que se adelante tu corazón a tus pies en el deseo de unirse a Jesucristo. Él te está esperando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario