46.- La sabiduría de la Cruz. Monje, no te engañes. Nada de lo que hagas puede compararse con lo que Dios ha hecho por ti, enviando a su propio Hijo, para morir en tu lugar a causa de tus pecados y maldades. Por eso, en nada más útil puedes emplear el tiempo de tu peregrinación por este mundo que en alabar el infinito amor con el que te está mirando desde la Cruz. Sea tu ocupación predilecta, monje, el gustar la Sabiduría escondida en su paradoja.
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