El Real Monasterio de Santo Tomás se encuentra en la ciudad de Ávila. Su fundación, en 1480, se debió al tesorero de los Reyes Católicos, Hernán Núñez de Arnalte, quien otorgó poder a favor de su esposa, María Dávila, y de fray Tomás de Torquemada para que actuasen en su nombre para la fundación de un convento de dominicos en Ávila en honor de Santo Tomás de Aquino.
En 1482, bajo la dirección de Martín de Solórzano comenzaron las obras, que duraron hasta 1493, con donativos dispuestos por Don Hernán, y otros otorgados por los Reyes Católicos, quienes eligieron el nuevo convento para residencia de verano y enterramiento del heredero de la corona, el príncipe Don Juan, en el sepulcro realizado años después (1510) por Domenico Fancelli, por encargo de Fernando el Católico.
El epitafio del sepulcro dice lo siguiente: Juan, Príncipe de las Españas, de virtudes y ciencia lleno, verdadero cristiano, muy amado de sus padres y de su patria, en pocos años realizó muchas obras buenas con prudencia y virtud. Descansa en este túmulo mandado hacer por su óptimo y piadoso padre Fernando, rey invicto y defensor de la Iglesia. Su madre, la Reina Isabel, purísima y depósito de todas las virtudes, mandó por testamento se hiciese tal. Vivió diez y nueve años y murió en 1497.
Este Monasterio forma parte del intento de la Iglesia hispana por renovarse desde dentro, a través de una intensa vida espiritual, y del estudio de la Escritura y de la Tradición. De hecho, el Monasterio se dedicó a Santo Tomás de Quino, un santo muy estudiado pero poco venerado, lo cual muestra todo un programa de actuación. De hecho, el convento también fue casa de estudio y posteriormente universidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario