19.- Los oscuros secretos. Monje, como cualquier mortal, también tú guardas en tu interior oscuros secretos, que jamás revelarías por miedo, por vergüenza, o por orgullo. Pero sabes perfectamente que aquél que los conoce, te ama a pesar de ellos. Por eso, rezas con el salmo: Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto. Efectivamente, la ternura de Dios ha de moverte a la confianza, pero esta confianza no debe apartarte de la lucha contra lo que desagrada al que te ama y lo que a ti mismo te hace daño, es decir, los oscuros secretos del pecado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario