41.- Adoración. Monje, pídele con fervor al Señor que mueva tu frío corazón a adorarle como Dios tuyo que es; a venerarle, como fuente y origen de toda bondad; a reverenciarle, como Padre que te educa durante esta vida; pero, sobre todo, a amarle, pues él se ha desvestido de tanta gloria y se te ha entregado por completo, simplemente, porque te ama en su eternidad.
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